Crítica de La Liberación (2024): reseña y opinión de la película

En el caso de Mo’nique, tenemos un buen esfuerzo por su parte para sacar adelante un personaje con breve tiempo en pantalla y si a eso le sumamos una presencia carismática, la habitual colaboradora de Daniels cumple su objetivo. Pero sin una buena historia de terror espiritual, las actuaciones no tendrían mucho sustento. Y, es en este apartado donde La Liberación no alcanza todo su potencial. El guión escrito por David Coggeshall y Elijah Bynum sigue la fórmula estándar de cintas como El Exorcista (1973) y otras producciones similares a la hora de abordar los momentos de terror. Tenemos los típicos sobresaltos y clichés asociados a las posesiones demoníacas, con alguna que otra incorporación sorprendente, como la escena que tiene lugar en el colegio, donde los hijos de Ebony sufren los primeros estragos sobrenaturales y sale a relucir el lado más «gamberro» de la propuesta o un momento en el tercer acto donde se descubre la verdadera naturaleza de la entidad demoníaca y el personaje de Close cuenta con algunas líneas de diálogos sobrecogedoras. Por lo demás, se trata de un tren de la bruja efectivo pero nada innovador.

Donde la narrativa triunfa es en el lado dramático de los acontecimientos y el buen desarrollo de personajes. El conflicto humano que desencadena los eventos escalofriantes es lo suficientemente sólido para enganchar a los espectadores, ya que emplea la crítica social que tanto le gusta a Daniels con un retrato de las comunidades marginadas en la urbe norteamericana y un recorrido por temas como la adicción, la violencia intrafamiliar y el efecto que ejercen los traumas del pasado sobre un individuo, llevándolo a repetir los mismos errores de sus progenitores en un ciclo continuo de maltrato. Allí es donde brilla la plasmación de Ebony, como una mujer rota y sumida en el alcoholismo que mantiene una actitud agresiva hacia sus hijos, lo que se traduce en una invitación a las fuerzas del mal para entrar en su hogar. Una vez que descubrimos los hechos que marcaron la infancia de Ebony y la llevaron a convertirse en la persona que vemos durante gran parte de la historia, logramos empatizar con ella y el epílogo de La Liberación permite que el personaje atraviese una transformación sustanciosa y tenga un halo de optimismo de cara al futuro. El punto más alto que nos ofrece el trabajo de Coggeshall y Bynum.

En el plano técnico, La Liberación cuenta con una cuidada dirección de fotografía por parte de Eli Arenson que logra imágenes de gran potencia atmosférica y texturas opacas que nos remiten a la estética gótica suburbana, además de contar con planos extensos que cazan con el estilo de cine setentero que sobrevuela la cinta. La música de Lucas Vidal es otro elemento efectivo, ya que consigue adentrarnos en los acontecimientos a través de composiciones inquietantes y de gran intensidad sonora en ciertos momentos clave de la trama. El departamento de maquillaje y peluquería hace un trabajo sólido a la hora de retratar los efectos de las posesiones demoníacas con ojos desorbitados y dientes mancillados, además de los estragos del cáncer en el personaje de Glenn Close.

En conclusión, La Liberación es una propuesta interesante que vale la pena ver por sus sólidas actuaciones y buena dosis de drama social aunque no sea tan escalofriante como una cinta de terror.