Crítica de El beso de la mujer araña (2025)
El séptimo arte siempre ha funcionado como un reflejo de la realidad y el mundo que aguarda al salir de la sala de cine. De esta manera, la gran pantalla canaliza los acontecimientos de diversa índole para crear una caja de resonancia y devolver la mirada a una audiencia embelesada en los sueños de celuloide. Además, si tomamos en cuenta el elemento escapista que permite escapar a otros mundos y ser partícipe de historias fascinantes nos encontramos con dos polos opuestos que se complementan entre sí y dan lugar a la esencia primordial de la experiencia cinematográfica.