Crítica de The Outrun (2024): reseña y opinión de la película

Y es que Ronan se lleva todas las palmas con su titánica labor ejecutando un rol que en manos menos capaces, fácilmente podría inclinarse a la sobre actuación; por suerte, la actriz irlandesa vuelve a dar una muestra de su inmenso talento para aportar naturalidad a cualquier personaje que se le presente y se desenvuelve con soltura en las escenas de mayor complejidad, como lo son los momentos en los que Rona se encuentra bajo los efectos del alcohol o la secuencia donde tiene un ataque de pánico en el ferry hacia Londres, un cuadro para enmarcar.

Pero es en los momentos de tranquilidad cuando Rona reflexiona sobre su estado y se enfrenta a las condiciones climáticas de la isla que la actriz logra una magia incomparable al usar su mirada y gestos sutiles para abrir una ventana dentro de la psique de un alma doliente. También consigue llevarnos de la mano a lo largo de su viaje gracias al carisma que irradia en todo momento, lo cual nos permite entender el predicamento de Rona y conectar con ella, aún cuando no toma las mejores decisiones y aleja a sus principales fuentes de apoyo. Un trabajo redondo que catapulta a Ronan directo hacia la temporada de premios.

Si bien Rona es la figura central y los demás personajes no poseen mucho espacio narrativo, vale la pena destacar el buen trabajo interpretativo de los actores Stephen Dillane y Saskia Reeves como los padres de nuestra protagonista.

De igual manera que el viento inclemente pero purificador de las Orcadas, el guión adaptado por Fingscheidt y Liptrot nos lleva en un viaje conmovedor y catártico a través de las mecánicas de la adicción y las diferentes etapas de superación que atraviesa Rona durante su recuperación. Para ello, el equipo de guionistas optó por contar la historia por medio de una estructura no lineal; de esta manera, la llegada de Rona a las Orcadas se entremezcla con los recuerdos de su agitada vida en Londres , los episodios de alcoholismo y sus múltiples intentos de rehabilitación, así como la observación del elusivo guion de codornices y las frecuentes narraciones de Rona sobre las condiciones geográficas de las Orcadas. Todo se une en un mosaico de ideas y sensaciones deudor de cintas como Alma Salvaje (2014) que sorprende por su profundidad y plasmación vívida en pantalla. Cada paso que Rona da en su travesía la lleva a un nuevo nivel de autodescubrimiento y crecimiento personal, entre todos los éxitos y derrotas que forman su ruta de sanación.