Crítica de Flow, un mundo que salvar (2024): reseña y opinión de la película
Puntuación ✪ (4/5)
Al inicio de Flow, un gato recorre la naturaleza de lo que parece ser un mundo postapocalíptico, desprovisto de humanos y habitado únicamente por otros animales como perros, pájaros, capibaras y más. El felino busca comida, huye de unos perros e intenta refugiarse de una inundación, mientras emprende su búsqueda de un lugar seguro. En ningún momento escuchamos diálogo alguno, ya que el director letón Gints Zilbalodis se atreve a presentar una narrativa alejada de las palabras, contada a través de imágenes animadas, música y sonido. De forma audaz, la cinta se aparta de los estándares comerciales del cine moderno para regresar a un estilo casi silente, mudo, donde los planos hablan más que las propias palabras.
Gints Zilbalodis, desde su primera película animada, Away, que vi hace un par de años en 2019, ha logrado explorar el infinito potencial de la animación para construir mundos fantasiosos y oníricos que el cine live-action jamás podría alcanzar. Con Flow, un mundo que salvar, el mundo postapocalíptico alcanza una belleza sublime gracias a su impecable apartado sonoro y visual, donde los símbolos de la naturaleza —como el agua, el viento y la luz del día— nos invitan a reflexionar sobre las bellezas ocultas de la vida misma. La animación presenta secuencias deslumbrantes que van desde el vuelo de un ave por los cielos hasta la salida de una ballena del agua, como si fuese un misil, maravillando a los animales protagonistas.

Cartel de la cinta
La atención al detalle en la animación es tal, que las motivaciones y dilemas de los personajes pueden comprenderse incluso sin necesidad de diálogo, mientras expresan su instinto animal frente a circunstancias extremas. Zilbalodis, junto a su equipo de producción, crea sinfonías fílmicas en Flow que evocan los inicios de la animación en el cine, desde Gertie the Dinosaur (Winsor McCay, 1914) hasta The Old Mill (Wilfred Jackson, Graham Heid, 1937) producida por Disney, donde los animales nos transportaban por tiernas historias sin depender de las palabras. Las expresiones impresionistas de los personajes cargan con el peso emotivo y narrativo de las historias en pantalla. La animación se aleja del presupuesto de titanes como El chico y la garza (Hayao Miyazaki, 2024) y las recientes cintas del Spider-Verse de Sony, pero, con elementos más sencillos del cine independiente, también logra recrear un espectáculo que no tiene nada que envidiar a esas producciones.
La banda sonora de la película, compuesta por Gints Zilbalodis y Rihards Zaļupe, juega un papel fundamental en la narrativa de Flow, un mundo que salvar. Con una partitura cuidadosamente diseñada, logra evocar emociones tiernas y profundas en el público, conectándolo con los momentos clave de la historia. La música no solamente acompaña las imágenes, sino que también actúa como una extensión del mundo interior de los personajes, reflejando su evolución emocional y el fluir de sus experiencias.
Tráiler de Flow (2024)
En una escena, el gato protagonista cae al agua y es sumergido en destellos luminosos que contrastan con la vastedad del universo, el espacio y la oscuridad de los océanos. La música, en este momento, intensifica la carga reflexiva de las imágenes animadas. Esta escena, cargada de simbolismo, logra transmitir una profunda conexión humana, incluso en ausencia de cualquier rastro de humanidad en los animales. Así, los personajes animales son reflejados no solo como seres del reino natural, sino como representaciones del ser humano mismo: perdidos, pero también capaces de encontrarse y encontrar significado en la inmensidad del cosmos.
Pocos cineastas modernos se atreven a confiar en la capacidad del espectador para interpretar sus historias a través de planos que representan el lenguaje cinematográfico más puro y tradicional. Las imágenes de Flow hablan por sí solas sobre el poder de la amistad, el fluir de la vida y la magia de los encuentros con desconocidos en momentos difíciles. No necesitamos que nos expliquen qué sienten o piensan los personajes; las propias acciones e imágenes logran transmitir las reflexiones que el director tiene en mente, alcanzando una tridimensionalidad artística que, ojalá, abra un nuevo horizonte en el cine de animación, dando una luz especial a los cineastas independientes.
Al no ser tan fanáticos de los gatos, me encontré con Flow en una travesía de belleza mágica, posible sólo a través de la animación, recordándonos que incluso en los momentos más oscuros, la conexión con otros y la contemplación del fluir de la vida pueden ofrecer luz y esperanza. La obra de Gints Zilbalodis invita a la reflexión y nos recuerda que el cine aún tiene la capacidad de emocionar sin recurrir a las palabras. Es una gran alegría que la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood haya reconocido esta cinta otorgándole un espacio en dos categorías de los Premios Oscar. Este reconocimiento demuestra que el cine independiente de animación, creado desde el corazón, tiene el poder de convertir sueños en realidad. Flow es una película que explora lo onírico dentro del realismo mágico, abordando la superación de la adversidad y el encuentro con uno mismo en el fluir de la vida.
Ficha técnica:
Flow (2024)
- Letonia
- Duración 83 min.
- Dirección: Gints Zilbalodis
- Guion: Matiss Kaza, Gints Zilbalodis
- Música: Rihards Zalupe, Gints Zilbalodis
- Dirección de fotografía: Gints Zilbalodis
- Productora: Coproducción Letonia-Bélgica-Francia; Dream Well Studio, Sacrebleu Productions, Take Five
- Género: Animación, Aventuras
Hola, algo detono en mí, se cautivó al ver esa película, donde sin mayor expectativa, fue salir con mi hija y darle una distracción en medio de mi enfoque laboral, esperando disfrutar de unas palomitas, pero no imaginaba lo que me esperaba con esta película, no dejo de cautivarme y fue muy raro, porque tuvimos que esperar un rato en la sala ya que hubo un apagón que nos duro como 15 minutos, pudiendo desistir, porque nos ofrecieron la devolución, me sentí tan relajada que quise quedarme, eso también fue raro, pues siempre ando corriendo, además de que un día antes nos destinamos a lo mismo y por circunstancias no llegamos a la función, así que me dio tiempo para relajarme y adentrarme más a la esperada película. No deje de sentir y entender cada sensación del Flow, me maravillo todo… película reflejada en mis vivencias, emocionalmente me dejo sensible, entre en una angustia, que podría ser yo quien vivía la película, me sentí el gato, no pude aguantar más las lagrimas desde que se veían los pilares de roca ya adentrándose en las olas agitadas, lo que significo salvaran a los perros, junto con el silencio y aislamiento del ave, culminando en su alejamiento a esos pilares, para su ascensión, trate de tranquilizarme, porque describieron como es mejor ayudar al otro, fue la verdadera lealtad de acción y aún sabiendo que ya había terminado la película, fue el incio de una crisis de ansiedad, como nunca haberla vivido, sin sentido llore inconsolablemente y no se explicar porque, ahorita estoy tranquila pero me costo mucho restablecer mi tranquilidad, es una magnifica película, me identifique con la presión natural, literal, presión de la naturaleza pora soltar, a lo que te aferras por necesidad, apego; a lugares, cosas, personas, para aventurarte a lo desconocido, soledad que se oculta en el miedo o no sé quizás al revés, donde te lleva al limite con la perdida, hasta la resignación para rescatar la compasión; por ti, por los demás, a saberte acompañado a pesar de grandes expectativas y desilusiones sin culpa propio de la naturaleza humana, tiempo… mientras encuentras el sentido a la vida, encontrar valentía en la supervivencia y a confiar que nada es para siempre, adecuarse a las circusntancias y a valorar la vida, sirviendo a los demás, como verdadero sentido y mensaje, por humanidad! Saludos!!!