Crítica de El chico y la garza (2023): reseña y opinión de lo nuevo de Miyazaki
Puntuación ✪ (4/5)
Crítica de Andrea M. Astola (@mariliendre_)
El chico y la garza (2023) de Hayao Miyazaki ha sido la película que ha inaugurado la 71ª edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián. Ha sido también la primera película que he visto en el festival, de este año y el primero de toda mi vida. Fue cuanto menos intimidante sentarme en todo el medio de la fila 7 de la sala 1 del Kursaal y ver por primera vez la entradilla, de la que trece películas después estoy más que harta y que seguramente en un par de semanas echaré de menos, incluso los aplausos arrítmicos que la acompañan sesión tras sesión.
Hablo de la circunstancia en la que he visto la película porque definitivamente ha afectado mi forma de verla. No creo que haya una forma objetiva de criticar una película, y es por eso por lo que no quiero esconder mi subjetividad, sino por otro lado hacer apología del sesgo, aunque eso es otro tema. Quizás las expectativas le jugaron una mala pasada a mi visionado de El chico y la garza, puede parecer que no tiene mucho sentido que diga esto habiéndole puesto cuatro estrellas de cinco, pero, para poneros en contexto, siempre me ha fascinado todo lo que he podido ver de Miyazaki, además de mi devoción hacia el cine surrealista.
Póster de la cinta
En El chico y la garza un chico se muda de Tokyo para alejarse de las miserias que trajo la guerra en 1937 y entra en una nueva casa y una nueva familia. Allí, descubre una torre abandonada por la que entra a un mundo mágico al que se ve atraído por una extraña garza.
Sin embargo, El chico de la garza es, al final, lo que siempre hace Studio Ghibli (y lo que mejor sabe hacer), esta vez en una especie de El laberinto del fauno (2006) japonés. Visualmente, como era de esperar, es preciosa. Tiene su característico toque grotesco y exagerado que tridimensionaliza su diégesis bidimensional (pocas cosas más horrorosas he visto que esa garza con dientes) y pone en juego numerosos elementos que conforman un mundo fantástico donde escapar de nuestra excruciante realidad personal y política.
Tráiler de El chico y la garza (2023)
Por desgracia, creo que esos elementos que se presentan para construir este mundo fantástico que menciono no terminan de desarrollarse. En ese sentido creo que el tiempo le pasa factura a Miyazaki. Quizás la edad lo ha ido acotando, o quizás es que después de ver películas como El viaje de Chihiro (2001), el asombro es lo mínimo que se le espera. Tanto en El chico y la garza como en El viaje de Chihiro, y en la filmografía de Miyazaki en general, se trata insistentemente el papel del humano como destructor. En El chico y la garza, Miyazaki nos habla del Japón de posguerra (un Japón ya destruido) y cómo la reconstrucción en pos de un progreso no hizo sino destruir la naturaleza.
Esta visión crítica ecologista se encarna en el personaje del abuelo, un hombre aprisionado en la propia torre que él construyó y que se ha visto condenado a mantener el orden del mundo fantástico manteniendo el equilibrio de unas piezas de madera. Cuando el mundo fantástico se destruye, las criaturas que vivían en él tienen que buscar un nuevo hogar. En El viaje de Chihiro vemos este mismo mensaje encarnado en los monstruos del mundo fantástico en el que se ve envuelta Chihiro. Haku, el chico dragón, es el espíritu de un río que fue condenado a la servidumbre en la casa de baños termales cuando construyeron viviendas en él, que no será libre hasta que recuerde su nombre. Al igual que las criaturas del mundo fantástico de El chico y la garza, la pérdida del hábitat natural por la destrucción humana les lleva al exilio y al olvido.
Miyazaki usa el agua y el mar como representación de la fuerza de la naturaleza mancillada por el hombre consistentemente en sus películas. En Ponyo, la polución humana sobre el mar se hace presencia:
En El viaje de Chihiro también aparece un espíritu de un río contaminado por la humanidad. La relación entre naturaleza y deidades forma parte del imaginario religioso y cultural japonés de Shinto. Por último, en El chico y la garza, volvemos a ver este uso del agua cuando Mahito va a buscar a su madre guiado por la garza, quien le engaña y le lleva a una forma corpórea que parece ser su madre, pero que se derrite y revela su forma acuática cuando Mahito se acerca a verla. De nuevo, el agua sirve como símbolo de lo mancillado por la humanidad, ya que la madre de Mahito muere en un incendio provocado por la guerra. Al igual que para Lorca o para Machado, para Miyazaki el agua una vez fue vida, pero nosotros la hemos hecho muerte:
Cristo debió decirnos: / “Confesaos con el agua, / de todos los dolores, / de todas las infamias./ (…) Agua dulce en que tantos / sus espíritus lavan, / no hay nada comparable / con tus orillas santas / si una tristeza honda / nos ha dado sus alas.
Mañana de Federico García Lorca (1918)
En contraposición al símbolo fetiche de Miyazaki del agua, si hay algo que destacó para mí de El chico y la garza, sin duda, fue la representación gráfica y metafórica del fuego. No solo es precioso visualmente sino que aguarda una metáfora muy poderosa sobre la destrucción como algo positivo e incluso necesario, al contrario de cómo suele presentarse en su filmografía.
Me hizo pensar en cómo el fuego fue el inicio de la fotografía informativa (con el incendio de Hamburgo en 1842), y, adonde no llegaban los avances tecnológicos de la fotografía de la época, el dibujo se impuso como fiel reflector de la realidad.
Ciento ochenta años después, el dibujo (la animación en este caso) sigue llegando mucho más allá que la fotografía para reflejar lo que captan los ojos y también lo que capta el corazón.
Fotografía del incendio de Hamburgo en 1842
El gran incendio (1842) de Peter Suhr
El fuego en El chico y la garza (2023)
Ficha técnica:
Kimitachi wa dô ikiru ka (2023)
- Japón
- Duración 124 min.
- Dirección: Hayao Miyazaki
- Guion: Hayao Miyazaki. Novela: Genzaburô Yoshino
- Música: Joe Hisaishi. Canción principal: Kenshi Yonezu
- Productora: Studio Ghibli. Productor: Toshio Suzuki. Distribuidora: Toho
- Género: Animación