Crítica de Venom: El último baile (2024): reseña y opinión de la película

Puntuación ⭐⭐⭐✪✪ (3/5)

Venom: el último baile es una producción dirigida por Kelly Marcel, cineasta norteamericana que se estrena en la dirección tras acumular una experiencia considerable en el campo del guionismo, donde destacan sus trabajos para cintas como El sueño de Walt (2013), Cincuenta Sombras de Grey (2015), Venom (2018) y Venom: Habrá matanza (2021).

Con una trayectoria que se decanta indudablemente hacia el cine palomitero, Marcel toma las riendas de esta nueva entrega en la franquicia del simbiote oscuro que ha pasado por un camino estrepitoso en la gran pantalla luego de la tibia recepción cosechada por sus anteriores entregas y el decreciente interés en los spinoffs de universos cinematográficos de superhéroes que se ha visto reflejado en la taquilla estos últimos años.

Tomando en cuenta estos puntos, las expectativas con respecto a esta nueva aventura de Venom que también se anuncia como el cierre de la franquicia no anunciaban nada esperanzador. Pero, ¿en realidad esta secuela es tan decepcionante como sus predecesoras o por el contrario se configura como un final sorprendente para la trilogía?

Eddie Brock (Tom Hardy) y Venom se encuentran en una huida constante, perseguidos tanto por los enemigos de su propio mundo como por aquellos del mundo del simbionte. Con la red estrechándose a su alrededor y cada vez menos opciones disponibles, ambos se enfrentan a una decisión crucial que no solo determinará su destino, sino que también marcará el final de la colaboración entre el hombre y el simbionte en esta saga épica.

Venom: El último baile opiniones criticas

Cartel de la cinta

Un pasatiempo ligero y entretenido es la mejor manera para describir a Venom: el último baile, una conclusión satisfactoria que se posiciona como la mejor cinta de la trilogía con elementos que la hacen muy disfrutable pero también con varios defectos que la alejan de ser una cinta memorable y que se desgranan en las siguientes líneas.

Lo primero que debo señalar es que las pocas fortalezas encontradas en las cintas anteriores se mantienen en esta oportunidad. Dicho de otra manera, Tom Hardy vuelve a entregar un trabajo estupendo en el rol de Eddie con su personalidad entre cascarrabias y sarcástica, además de su trabajo vocal como el simbiote titular, un nuevo derroche de carisma y humor deslenguado. La dinámica entre Eddie y Venom sigue funcionando muy bien y aquí adquiere una nueva dimensión con el punto emotivo resultante del conflicto central de la historia y la posible separación de estos dos personajes.

Los efectos especiales también mantienen un buen nivel con la incorporación de nuevas transformaciones de Venom en distintas criaturas como la secuencia del caballo que luce espectacular en pantalla o el aspecto de otros simbiotes que hacen su aparición en el clímax de la cinta con un acabado colorido y estilizado que da mucha garra. Hay otros efectos que no funcionan tan bien, como el CGI utilizado para dar vida a las criaturas antagónicas más próximo al diseño de personajes de un videojuego cutre que de una producción contemporánea.

La plasmación visual del entorno donde reside el villano tampoco funciona, con un acabado artificial y efectos «cantosos», configurándose como el punto débil de un diseño de producción que por otra parte está muy bien conseguido, con locaciones en Murcia y el complejo alicantino Ciudad de la Luz a las que se les ha sacado el máximo provecho.

Tráiler de Venom: El último bailes (2024)

Las secuencias de acción en su mayoría son deslumbrantes con un énfasis especial en la persecución que tiene lugar a través del desierto y el ataque en la cubierta del avión. Buena planificación y montaje de estas escenas clave para una cinta enmarcada en el género de superhéroes y que se erigen como las mejores de la trilogía.

La música compuesta por Dan Deacon sigue la línea de los temas presentados en las cintas previas y consigue una vis entre propulsiva y nostálgica que encaja con el tono de la historia. Mención especial para el excelente soundtrack, que contiene temazos como «Dancing Queen» de ABBA, «Space Oddity» de David Bowie y «Wild World» de Cat Stevens.

El elemento que lleva a la cinta a un terreno irregular es su guion escrito por Marcel, ya que no aporta muchos giros interesantes a la trilogía y se queda en un nivel superficial con respecto a su línea narrativa. En su primera secuencia, conocemos la historia de Knull y sus motivos para amenazar la paz de nuestro protagonista. Se trata de una introducción muy rápida y anodina que sienta las bases para lo que se va a desarrollar a lo largo de la trama, pero no logra emocionar ni generar mayor interés en el espectador. No es hasta que aparecen en pantalla Eddie y Venom que la historia adquiere ritmo y las puntaladas de humor resultantes de sus interacciones generan la comicidad suficiente para interesarnos en su misión. La integración de una familia hippie añade un contrapunto interesante a la relación simbiótica de nuestros protagonistas y permite que la cinta toque temas como los lazos afectivos y la comunidad entre distintos individuos, pero sin explorarlos con un mínimo ápice de profundidad.

La historia que se desarrolla en paralelo relacionada a la científica Teddy Paine y el soldado Strickland no funciona nada bien, con diálogos acartonados y un desarrollo de personajes deficiente que los convierte en figuras sin sustancia y pocas oportunidades para generar empatía con ellos. El tratamiento narrativo de los antagonistas de la historia es nimio, con una amenaza que nunca se llega a sentir urgente y criaturas que dan la impresión de ser jefes finales de un videojuego que nuestros protagonistas deben derrotar para pasar de nivel y llegar a la meta. Ni que decir de la inexistente presencia de Knull en toda la aventura… Añadido a eso, el devenir de la narrativa es predecible con un recorrido simplón que no ofrece grandes sorpresas y culmina en un enfrentamiento alargado hasta el cansancio que se siente repetitivo y poco épico. El epílogo de la historia vuelve a colocarla en un saldo positivo con una despedida para los personajes que derrocha melancolía y mucho corazón. Su punto más alto.

Otro punto casposo es la integración de los nuevos actores en la cinta, ya que nos encontramos con un trabajo sólido por parte de Alanna Ubach, Rhys Ifans y Dash McCloud como los miembros de la familia hippie, específicamente el carisma gamberro de Ifans, pero en la otra cara de la moneda tenemos a unos desangelados Juno Temple y Chiwetel Ejiofor como Teddy y Strickland, afectados por las limitaciones que el guión le da a sus personajes y con una lamentable falta de esfuerzo en sus interpretaciones. Mención aparte para lo desaprovechado que está el gran Andy Serkis en el rol de Knull, con apariciones fugaces y mínima repercusión en la narrativa a pesar de ser en teoría un personaje clave. Hay dos escenas post créditos, pero ninguna vale la pena y se sienten como una tomadura de pelo en toda regla.

En conclusión, Venom: el último baile es una secuela divertida que mejora el resultado de las anteriores entregas de la franquicia y cuenta con un soundtrack de lujo, pero dista de ser perfecta por un guión carente de sustancia. Un cierre bonito pero convencional.

Ficha técnica:

Venom: The Last Dance (2024)

  • Estados Unidos
  • Duración: 109 minutos.
  • Dirección: Kelly Marcel
  • Guion: Kelly Marcel
  • Música: Dan Deacon
  • Dirección de fotografía: Fabian Wagner
  • Productora: Columbia Pictures, Marvel Pictures, Sony Pictures Releasing
  • Género: Ciencia-ficción. Comedia. Cine de superhéroes

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