Crítica de Touch (2024): reseña y opinión de la película

Puntuación ⭐⭐⭐⭐✪ (4/5)

Touch es una producción dirigida por Baltasar Kormákur, cineasta islandés conocido por su trabajo en cintas como 101 Reykjavík (2000), El Mar (2002), Verdades Ocultas (2005), Inhale (2010), Contrabando (2012), Dos Armas Letales (2013), Everest (2015), A la deriva (2018) y Bestia (2022).

El cine de Kormákur se distingue por ofrecer grandes espectáculos palomiteros mientras que en otros casos cuenta historias de carácter épico a través de una óptica humanista. Una variedad de propuestas que lo convierten en un director interesante con perspectivas llamativas sobre las relaciones humanas y la naturaleza, como bien lo demostró en Everest, A la deriva, Bestia y en su paso por la televisión con la intrigante serie Katla (2021).

En esta oportunidad, el nuevo trabajo de Kormákur es Touch, un drama romántico de corte intimista basado en el libro del mismo nombre escrito por Ólafur Jóhann Ólafsson. Coproducción entre Islandia, Estados Unidos y Reino Unido, esta cinta promete una historia emotiva que remite a los primeros trabajos del cineasta en su país natal. ¿Es una propuesta de altura?

Durante varias décadas y en diferentes continentes, un hombre se embarca en un viaje emocional para encontrar a su primer amor desaparecido hace 50 años, antes de que se le acabe el tiempo.

Touch critica pelicula opiniones

Cartel de la cinta

Elegante y evocadora, Touch nos invita a embarcarnos en una odisea romántica al más puro estilo del cine europeo clásico, y que cuenta con una sensibilidad especial como punto de partida que le da un toque atemporal a la producción, siendo este aspecto una de las primeras razones para recomendar su visionado.

Los amores truncados y el paso del tiempo no son temas novedosos en el séptimo arte, pero a día de hoy un gran número de películas continúan introduciéndolos dentro de sus narrativas. Y es que se trata de una fórmula efectiva para adentrar al espectador en las relaciones trascendentales de los personajes cuando éstas se desarrollan con solidez, como es el caso de Touch. El guion a cargo de Kormákur y Ólafsson traza la relación del joven islandés Kristófer y la japonesa Miko desde su primer encuentro en el Londres multicultural de los años 60 con un halo sofisticado que impregna cada diálogo e intercambio entre los personajes dentro un desarrollo narrativo que se cuece a fuego lento y ofrece momentos para el recuerdo, como la conversación sobre las aspiraciones de Kristófer en el mundo culinario y su tierno coqueteo con Miko mientras un cocinero canta ópera de fondo, o el primer encuentro íntimo de la pareja, todo abordado con sutileza, a la manera de un poema épico.

El grueso central de la historia que tiene lugar en el presente con la travesía internacional de Kristófer para encontrar a Miko presenta una contraparte melancólica y otoñal a la visión idílica del pasado. Esta sección se convierte en una exploración sustanciosa de temas como la culpa, la soledad y los traumas generacionales pero también abre una ventana a la esperanza y las segundas oportunidades en un mundo fracturado donde el distanciamiento social se acrecenta a pasos agigantados a pesar del número infinito de medios existentes para relacionarnos a nuestra disposición, todo arropado por la epidemia de COVID-19 como telón de fondo.

Es cierto que en este arco narrativo también se encuentran las porciones que menos convencen en la propuesta, como los flashbacks de la vida matrimonial de Kristófer que ralentizan el ritmo de la trama y llegan a sentirse redundantes, y una secuencia que tiene lugar en una tienda de tatuajes que no aporta mucho a la ecuación y se siente metida con calzador para proporcionar una pista en el conflicto central que se pudo haber manejado de una forma más ingeniosa. Pero estos son pequeños deslices que no afectan de manera considerable el resto de la historia. Para su tramo final, Touch le da un cierre satisfactorio a la misión de Kristófer e introduce un giro conmovedor que emociona y resulta coherente con lo presentado anteriormente en la cinta. Con ecos a otras historias de amores complicados como El Paciente Inglés (1996) y Expiación (2007), Touch se gana la empatía de los espectadores con elegancia y no busca la lágrima fácil, como ocurre con cintas de corte similar.

Tráiler de Touch (2024)

Además, la representación de las culturas islandesas y japonesas se aborda con éxito y forma parte integral de la narrativa como leitmotiv de los diferentes personajes. Ya sea  en los platos típicos que prepara el padre de Miko en su restaurante, los distintos tipos de caligrafía japonesa que juegan un papel fundamental en la conexión de nuestros protagonistas o las canciones folclóricas islandesas entonadas por Kristófer que guardan un significado precioso para el trasfondo de la historia. También existen componentes políticos y de crítica social en la narrativa, los cuales funcionan a la hora de exponer los efectos de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki en las vidas de Miko y su padre y lo que suponen sus condiciones de inmigrantes en una sociedad poco tolerante hacia ellos. Mientras que en el caso de Kristófer, su ideología política se presenta como un agregado «snob» y superficial que se contradice con otros elementos de su personalidad.

En cuanto a la calidad de su reparto, Touch cuenta con buenos intérpretes que defienden con soltura a sus respectivos personajes. Los intérpretes Palmi Kormakur y Kōki son encantadores como las encarnaciones de Kristófer y Miko en el pasado, con una química seductora que funciona de sobremanera. Por su parte, el veterano actor y cantante Egill Ólafsson entrega una actuación devastadora como Kristófer en el presente, con una mirada que transmite anhelo y tristeza desde que aparece en pantalla y conmueve con facilidad. También destacan Masahiro Motoki como Takahashi, el padre de Miko y la carismática Me Kubota como Hitomi, la vivaz empleada de Takahashi en el restaurante.

En el plano técnico, Touch posee una fotografía exquisita por parte de Bergsteinn Björgúlfsson, que tiñe las imágenes del pasado nostálgico con una luz ámbar, mientras que el presente está envuelto en tonos grises, los cuales se van aligerando a medida que cambia el estado de ánimo de Kristófer. El diseño de producción nos transporta a través de las dos líneas temporales con un gran nivel de atención al detalle, pero el escenario que permanece en la memoria del espectador es el acogedor restaurante de Takahashi con sus amplios pasillos y el patio exterior que se convierte en un personaje más junto a la pareja de enamorados. La música de Högni Egilsson ofrece composiciones suntuosas de gran belleza sonora que le dan un aire contemplativo a las imágenes y aportan un valor sentimental importante a los diferentes sucesos de la trama.

Alerta. Los siguientes párrafos tienen spoilers sobre el final de la cinta.

Explicación del final de Touch (2024)

El periplo de Kristófer para encontrar a Miko lo lleva desde Islandia hasta Londres, donde descubre que el antiguo restaurante de Takahashi se ha convertido en una tienda de tatuajes y gracias a Hitomi, su antigua compañera de trabajo, se entera de que Miko regresó a Japón junto a su padre y éste último falleció. Hitomi le facilita a Kristófer la dirección de residencia de Miko.

Kristófer viaja a Hiroshima y recorre la ciudad, empapándose de la historia del lugar. Luego se dirige a ver a Miko en su apartamento. Allí se reencuentran y Miko revela los motivos de su desaparición. En los años 60, la joven quedó embarazada y Takahashi la obligó a regresar a Japón y una vez que el bebé nació, hizo que lo diera en adopción. Para entender mejor este punto, hay que hablar sobre los orígenes de Miko, ya que ella nació en Hiroshima poco tiempo después del bombardeo atómico de Hiroshima, evento que afectó gravemente a su madre y provocó su muerte a causa de la radiación. Esto convirtió a Miko y Takahashi en «Hibakusha», término que significa «persona bombardeada» y se refiere a los supervivientes de los bombardeos nucleares en Hiroshima y Nagasaki. El peso de los acontecimientos llevó a Takahashi a desarrollar un miedo extremo a que Miko tuviera relaciones y saliera embarazada con un bebé que presentara defectos congénitos producto de las secuelas de la radiación. De esta manera, podemos ver que sus acciones surgen de un trauma arraigado en el subconsciente colectivo y las medidas drásticas que empleó para intentar evadirlo perjudicaron a Miko, conduciéndola a una vida de soledad.

Luego de la revelación, Miko le da a Kristófer información sobre su hijo, que es un chef exitoso llamado Akira y dueño de un restaurante en Hiroshima. La cinta termina con la visita de Kristófer y Miko a su hijo en el restaurante, momento que conmueve a nuestro protagonista, aunque nunca revela su verdadera identidad. Este final es un epílogo ideal para la historia de dos almas separadas por circunstancias inesperadas que encuentran su camino de vuelta y recuperan la felicidad perdida durante un largo tiempo. También es notable como Akira desarrolla una carrera en el mundo culinario, al igual que sus padres biológicos. Detalles interesantes que le añaden más fortalezas a la historia.

En conclusión, Touch es una historia de amor épica que sorprende gracias a su delicado tratamiento narrativo y excelentes actuaciones por parte de sus protagonistas. Imperdible.

Ficha técnica:

Touch (2024)

  • Islandia, Estados Unidos, Reino Unido
  • Duración: 121 min.
  • Dirección: Baltasar Kormákur
  • Guion: Baltasar Kormákur y Ólafur Jóhann Ólafsson
  • Música: Högni Egilsson
  • Dirección de fotografía: Bergsteinn Björgúlfsson
  • Productora: RVK Studios, Good Chaos Distribuidora: Universal Pictures
  • Género: Drama Romántico