Crítica de La sustancia (2024): reseña y opinión de la película

Puntuación ⭐⭐⭐⭐✪ (4/5)

A través de la cámara rápida​​ (en inglés time-lapse) se muestra el paso del tiempo de una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood. La directora y guionista francesa, Coralie Fargeat, evita usar palabras para expresar lo que su cámara puede transmitir en los primeros minutos de su película. Así, llegamos a conocer todo sobre la carrera de Elisabeth Sparkle (interpretada por Demi Moore), una actriz que tuvo sus momentos de gloria, pero que en su edad madura es despedida repentinamente de su programa televisivo de ejercicios en un intento por reemplazarla con una imagen más joven y moderna. Entonces surge la oportunidad que le ofrece un medicamento que promete hacerla rejuvenecer.

La Sustancia manifiesta el legado del New Flesh de David Cronenberg, director de Videodrome (1983), Scanners (1981), Cromosoma 3 (1979) y Crash (1996), cuyas obras han atormentado a generaciones. Las imágenes de Fargeat evocan lo «cronenbergiano«, término utilizado para describir el enfoque crudo y grotesco de las obras del director canadiense. En la obsesión por la violencia y el cuerpo humano, la cinta de Fargeat explora el terror y la incomodidad a través de un body horror que denuncia los estereotipos de belleza impuestos por los hombres hacia las mujeres.

Durante décadas, el cine patriarcal ha establecido reglas y estándares para las actrices, dictando cómo deben lucir, comportarse y envejecer frente a la cámara. Este sistema ha impuesto expectativas rígidas sobre su apariencia, premiando la juventud y la belleza convencional, mientras relega a las mujeres maduras a roles secundarios o, peor aún, a la invisibilidad – como le sucede a Elizabeth. Las actrices —y las mujeres en general— se ven obligadas a adaptarse a estas demandas o enfrentarse al riesgo de obsolescencia en una industria que sigue valorando más la imagen física que el talento o la experiencia.

Critica de la sustancia opiniones y reseña

Cartel de la cinta

En el discurso de Fargeat encontramos quizá la mejor actuación de Demi Moore en años, un verdadero tour de force, como dicen los franceses. Pocos artistas del calibre de Moore se atreverían a asumir un papel como el de Elisabeth Sparkle, que rompe con los estándares que han regido su carrera. La actriz, conocida por sus comedias románticas y dramáticas, toma un camino distinto con un personaje que requiere odio, repudio y desagrado hacia la vejez y el paso del tiempo en su propio cuerpo humano. En una secuencia que me parece de las mejores de la película, Elisabeth intenta salir de su casa tras vestirse, maquillarse y arreglarse cientos de veces para ir a una cita, combatiendo la inseguridad que le ha generado el cuerpo joven y hermoso de Sue, interpretada por Margaret Qualley. Sin diálogos, entendemos la preocupación y el horror que transmite el body horror, con arañazos, raspaduras de la piel y excesos de maquillaje.

La Sustancia también se destaca por sus numerosas citas y referencias cinematográficas, algunas de ellas sutiles y otras más directas. Los inmensos pasillos rojos de El Resplandor (1980), la clásica banda sonora de 2001: Odisea en el Espacio (1968) le añaden misterio e incomodidad. Una escena similar a la fiesta de graduación de Carrie (1976) subraya la angustia femenina, y las autopistas de Mulholland Drive (2001) traen a la mente la fragmentación de la identidad en un entorno opresivo. Incluso el maquillaje grotesco de El Hombre Elefante (1980) parece homenajear la deformidad física como símbolos de alienación. Imposible no pensar en Lynch, Kubrick o Hitchcock mientras se desarrolla la angustia y desesperación de Elisabeth.

Tráiler de La sustancia (2024)

Sin embargo, es aquí donde empiezan a surgir mis dudas sobre las intenciones de Fargeat. Aunque estas referencias enriquezcan el trasfondo visual y temático de la película, en su última media hora el filme parece perder el equilibrio entre el discurso sobre la belleza y el espectáculo sanguinario. La sutileza que la cineasta había logrado construir con secuencias sin diálogos y momentos cargados de simbolismo se disuelve al optar por una violencia visceral que, si bien sigue las convenciones del body horror, lo hace de una forma que deconstruye las reglas establecidas previamente en la narrativa.

Al centrarse más en la brutalidad explícita que en el comentario social o la evolución de los personajes, Fargeat explora las entrañas de sus protagonistas de manera excesiva y repetitiva. El uso del gore y las imágenes hiperviolentas, que al principio parecían estar al servicio de una reflexión sobre el cuerpo y sus transformaciones, se vuelven un fin en sí mismo, perdiendo el impacto que habían generado principalmente. Así, lo que había empezado como un thriller psicológico de body horror se transforma en una serie de escenas grotescas que rozan el efectismo más directo.

En su afán por impactar visualmente, Fargeat parece caer en los mismos excesos que critica, dejando al espectador con la sensación de que ha presenciado un espectáculo que, aunque visualmente impactante, no ofrece ninguna reflexión tan profunda como pareciera. Al final, la película, como la propia sustancia, parece advertirnos sobre los peligros de cualquier exceso: demasiado de algo —sea belleza, violencia o incluso referencias— puede acabar diluyendo su propósito.

Ficha técnica:

The Substance (2024)

  • Reino Unido
  • Duración 140 min.
  • Dirección: Coralie Fargeat
  • Guion: Coralie Fargeat
  • Música: Raffertie
  • Dirección de fotografía: Benjamin
  • Productora: Universal Pictures, Mubi
  • Género: Terror, Suspense