Crítica de ‘Toscana’ (2022), de Pau Durà

La influencia italiana en este largometraje no solo se queda en la ubicación de la historia, Pau Durá comentó que le influencia la cultura italiana y sobre directores, mencionó las figuras de Ettore Scola, Mario Monicelli y su película La gran guerra (1959) y quizás la más obvia y relevante, la de Nano Moretti y su filme más conocido, Caro Diario (1993). Una influencia que se nota desde prácticamente los créditos, con esas escenas del protagonista en una Vespa por Valencia que recuerdan a las secuencias del filme italiano por las calles de Roma. 

Una comedia muy italiana y más relevante aún su aspecto teatral, con pocos actores en una localización y cuyo hilo conductor es el diálogo. Con el diálogo, la película avanza contándonos las miserias de los personajes, destacando sobre todo el personaje de Edu Soto, que se convierte en el auténtico protagonista de la historia con su propio arco narrativo mientras que el del director no es más que un espectador desafortunado de la tragedia. 

El punto fuerte del filme son sus actuaciones, en especial las de Malena Alterio y Edu Soto, pero su gran defecto por otro lado es su trama cíclica; los personajes están el restaurante, parece que van a salir pero al final les apuntan con una escopeta y vuelta al punto de partida. Esto se produce varias veces y en un punto se genera ya un síndrome de Estocolmo que no hace mas que acrecentar el ciclo. Casualmente la ciudad holmiense iba a ser el título del largometraje, pero al darse cuenta de que ya existía una película con ese nombre, en ese caso la ópera prima de Rodrigo Sorogoyen, Stockholm (2013), se optó por el de la región Etruria. 

Otro fallo es un momento dado de la película en el que el carácter de Francesc Orella, el propietario del restaurante y que en definitiva representa el tópico del empresario trápala, recibe una paliza por parte de unos matones, que se siente falso y más como parte de los ensayos que del corte final.