Crítica de El eco (2023): reseña y opinión del documental
Puntuación ✪ (4/5)
Tatiana Huezo se ha convertido en los últimos años, con tan solo cuatro películas, en una de las referencias del cine mexicano actual. Nacida en El Salvador, pero residente en México desde muy pequeña, comenzó su carrera como directora con dos documentales: El lugar más pequeño (2011), en el que abordaba la guerra civil de su país de origen, y Tempestad (2016), que relataba el testimonio de dos mujeres víctimas de la violencia y el crimen organizado en México, mostrando también cómo esto afectaba a sus familias, en concreto a sus hijos.
Esta última tuvo un muy buen recibimiento e incluso consiguió la nominación al Goya a mejor película iberoamericana, al igual que Noche de fuego (2021), con la que pasó del documental a la ficción, arrasando en festivales y obteniendo el premio a mejor película en los Premios Ariel, otorgados por la Academia Mexicana. Ahora vuelve al documental con El eco (2023), pero con una mirada más calmada y menos desgarradora, algo que contrasta con sus trabajos anteriores.
La cinta muestra cómo es la vida en una pequeña aldea mexicana, de apenas cien habitantes, llamada El Eco. Las complicadas y precarias condiciones en las que tienen que vivir incluyen extremos de frío y calor según la estación del año, una grave sequía, una educación deficiente y una sanidad inexistente. Se presentan varias familias, pero con el foco en una, en la que conviven tres generaciones diferentes, centrándose especialmente en Luz María, la más pequeña.
Cartel de la cinta
El documental no tiene una estructura narrativa convencional, en el sentido de que no aborda un asunto o acontecimiento específico. Funciona más bien como una experiencia de inmersión en la vida, cultura y circunstancias de un poblado mexicano, mostrando todo tipo de actividades y labores costumbristas que no tienen nada de extraordinario para ellos, pero que para nosotros pueden resultar sorprendentes al ver que hay personas que viven en esas condiciones en la actualidad.
Las costumbres y tradiciones tienen mucha importancia en su día a día, así como el legado familiar y las relaciones intergeneracionales. Los conocimientos se transmiten de generación en generación, manteniendo un vínculo más fuerte que el que se encuentra en zonas más desarrolladas. Esta idea la captura muy bien Tatiana Huezo con decenas de pequeños gestos, como, por ejemplo, en una secuencia en la que se ve cómo madre e hija lavan con cuidado a la abuela de la familia.
Tráiler de El eco (2023)
Precisamente por todo esto que comento, al no haber una narración específica y apenas elementos dramáticos, se puede sentir todo un poco plano y repetitivo. Acierta en no extenderse mucho en su duración, porque se llega al final con la sensación de que se está dando vueltas sobre lo mismo.
El relato lo podríamos considerar triste en términos generales, al ver las condiciones en las que están viviendo personas actualmente, pero es cierto que se aleja de la dureza y del dolor que sí transmitían sus anteriores obras. Aquí simplemente se muestra una realidad, que no tiene un antagonista o un peligro que aceche, como podían ser las bandas criminales que secuestraban niñas en Noche de fuego. En El eco hay además una mirada de esperanza, un sentimiento de prosperidad. Hay abundantes secuencias que siguen de cerca el rostro de la niña, que observa la vida de su abuela y madre, deseando algo diferente para sí misma, pero siendo consciente de que el contexto y el legado familiar condicionan indudablemente sus oportunidades. Se le da mucha importancia a la educación en la cinta, señalándola como principal y casi única herramienta de progreso y prosperidad.
Como en todo el cine de la directora, hay una clara reivindicación feminista, mostrando absurdas tradiciones que denigran a la mujer, como, por ejemplo, el hecho de que solo las mujeres recogen la mesa después de comer. Las mujeres cocinan, los hombres cazan, y tanto niños como niñas tienen que realizar duros trabajos precarios, en muchos casos peligrosos para su edad. Todos trabajan, al fin y al cabo, es una representación de personas sobreviviendo en su entorno.
El apartado técnico es uno de sus puntos fuertes, el sonido está muy cuidado, capturando de lleno los sonidos de la naturaleza, tanto de animales como de plantas, que tienen mucha importancia, ya que los habitantes de El Eco tienen un vínculo especial con la naturaleza, y de esta forma lo expresa muy bien Huezo. La fotografía es bastante espectacular, tanto al mostrar extensos paisajes naturales como en los planos cerrados de rostros, todo está lleno de expresión y sentimiento. Este aprecio por la estética y el detalle se aleja un poco de la literalidad que muchas veces caracteriza al género documental, y puede llegar a distanciar al espectador de la realidad que se está contando. Pero en este caso le sienta bien, porque va acorde con la idea espiritual y natural que se aloja en la película.
Ficha técnica:
El eco (2023)
- México
- Duración 105 min.
- Dirección: Tatiana Huezo
- Guion: Tatiana Huezo
- Música: Leonardo Heiblum, Jacobo Lieberman
- Dirección de fotografía: Ernesto Pardo
- Productora: Coproducción México-Alemania; Chulada Films, Radiola Films
- Género: Documental