Crítica de El baño del diablo (2024): reseña y opinión de la película

Puntuación ⭐⭐⭐⭐½ (4,5/5)

Entre la neblina que envuelve las montañas de Austria del siglo XVIII, se encuentra una mujer que inicia su matrimonio llena de dudas, miedo e incertidumbre. En ese ambiente marcado por la religión y la opresión, ella intentará encontrar paz consigo misma. En los primeros planos generales de El baño del diablo, Veronika Franz y Severin Fiala capturan una inmensa neblina que se extiende entre el cielo y la tierra.

Esta neblina, densa y misteriosa, se convierte en un símbolo de la ambigüedad existencial de la protagonista. De manera simbólica, ella se encuentra atrapada en ese espacio liminal, donde sus creencias y su fe se ven constantemente desafiadas por la incertidumbre, dividiéndola entre el anhelo del cielo y la pesada realidad terrenal que la rodea.

Pocas películas en los últimos años han logrado retratar de forma tan cruda el suicidio y las presiones sociales/emocionales que subyacen al matrimonio como lo hacen Veronika Franz y Severin Fiala. Con tintes que recuerdan a Midsommar (2019), la película nos sumerge en un folk-horror perverso y devastador, en el que se despliega, a fuego lento, la fractura psicológica de su protagonista, interpretada por Anja Plaschg.

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Cartel de la cinta

Su actuación es reveladora y turbulenta, un tornado emocional que va desde los gritos de desesperación hasta una tristeza silenciosa que se refleja en su cuerpo físico, en sus gestos contenidos y en su escaso diálogo. A lo largo de los primeros minutos, sin necesidad de explicaciones narrativas, la película logra transmitir el dolor y el miedo que la mujer experimenta en su relación con su marido, su familia y el pueblo que la rodea. En su mirada, en sus silencios y en cada movimiento corporal, se hace evidente su lucha psicológica, mientras intenta encontrar su lugar de paz en un entorno opresivo.

Veronika Franz y Severin Fiala, quienes ya habían trabajado la maldad desde el punto de vista infantil en su debut Buenas noches, mamá (2014), ahora emplean la religión ortodoxa como un artefacto escalofriante para sembrar el terror y la ignorancia, creando un ambiente opresivo. A través de su mirada fílmica, la religión se presenta como un medio para controlar, alienar y aterrorizar a aquellos que se acercan a ella, especialmente a la protagonista, atrapada en un sistema de creencias que la somete tanto psicológica como físicamente. La manera en que se aborda la ignorancia en esta película me recuerda a Canoa: memoria de un hecho vergonzoso (1971), donde un grupo de jóvenes estudiantes es brutalmente masacrado por un pueblo bajo el dominio de un cura. No hay nada más aterrador que encontrarse en un lugar donde las reglas y las leyes se fundamentan en el desconocimiento y la desinformación.

Tráiler de El baño del diablo (2024)

En El baño del diablo, ambos cineastas optan por utilizar un mínimo de diálogo, dejando que las imágenes hablen por sí solas para mostrar el horror que vivieron algunas mujeres en la práctica del suicidio, un crimen frecuente en los siglos XVII y XVIII en Europa Central y Escandinavia. Esa niebla que se extiende a medida que se desarrolla el drama psicológico también simboliza la ignorancia y la opresión que sufre la protagonista. Poco a poco, se gesta una depresión insoportable, de la cual no puede escapar, y que, de alguna manera, también atormenta al espectador. Un sentimiento de lágrimas, angustia y dolor se despliega en las imágenes creadas por Veronika Franz y Severin Fiala, acompañadas de una banda sonora compuesta por la propia actriz protagonista. La depresión, que puede ser alimentada por presiones sociales y religiosas, se convierte en el verdadero horror de la película, algo que también exploraron los cineastas en Buenas noches, mamá, donde los antagonistas son arrastrados por el miedo a una verdad que su madre ha ocultado.

El baño del diablo es un retrato violento, crudo y sanguinario cuando debe serlo, especialmente al abordar temas como la depresión, el suicidio y la ignorancia. Esta cinta austriaca se distingue del terror contemporáneo porque no busca simplemente asustar, sino incomodar a la audiencia con preguntas, reflexiones y horrores humanos que nos persiguen desde antes del siglo XVIII. El miedo a no poder alcanzar la paz —ese cielo prometido por diversas religiones— debido a los actos que cometemos y que son severamente juzgados por la sociedad, nos seguirá atormentando hasta el final de nuestros días. Y, como esa niebla que se despliega lentamente en la película, esa culpa que nos consume, nos hará perder cualquier esperanza de redención.

Ficha técnica:

Des Teufels Bad (2024)

  • Austria
  • Duración 120 min.
  • Dirección: Severin Fiala, Veronika Franz
  • Guion: Severin Fiala, Veronika Franz
  • Música: Anja Plaschg
  • Dirección de fotografía: Martin Gschlacht
  • Productora: Coproducción Austria-Alemania; Ulrich Seidl Film Produktion GmbH, ARTE, Bayerischer Rundfunk (BR), Heimfilm Gmbh, Österreichischer Rundfunk (ORF)
  • Género: Terror, Folk Horror, Drama, Thriller

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