Crítica de The End (2024): reseña y opinión de la película

Puntuación ⭐⭐⭐⭐½ (4,5/5)

Aunque todos recordemos un puñado de buenos musicales en los últimos años, en la actualidad es un género en peligro de extinción. En los años treinta, suponían un 15% de las producciones totales del año. Desde entonces, fue decayendo cada década hasta que, a partir de los setenta, prácticamente se dejaron de hacer. Hoy en día, llegan apenas al 1% de las producciones anuales. Curiosamente, en la última edición del Festival de San Sebastián hubo dos musicales: Emilia Pérez (2024), en la sección Perlak y seleccionada por Francia para competir por el Óscar Internacional, y The End (2024), el tercer largometraje de Joshua Oppenheimer que participa en la sección oficial.

Joshua Oppenheimer dirige diez años después de su último proyecto su primera obra de ficción. Reconocido mundialmente por sus dos magistrales documentales sobre el régimen y la represión militar en Indonesia, The Act of Killing (2012) y La mirada del silencio (2014), ambos nominados al Óscar a mejor película documental. En The End, hace una propuesta muy diferente a lo que había mostrado antes con su cine, pasando del documental a la ficción, haciendo un musical y apostando por unas formas poco convencionales.

La cinta se sitúa en un futuro distópico postapocalíptico, desde la perspectiva de una familia burguesa que vive en un búnker de lujo en las profundidades, alejados de cualquier contacto. En él habitan un matrimonio (Tilda Swinton y Michael Shannon), su hijo (George MacKay), que está entrando en la edad adulta y nunca ha visto el mundo exterior, y algunas personas que trabajan para ellos como sirvientes. De pronto, un día, aparece una chica en la entrada del búnker.

The end critica opiniones

Cartel de la cinta

La llegada de un extraño a un entorno de tranquilidad y bienestar, alterando de alguna forma la vida de quienes ya estaban en ese lugar, no es una novedad. Rápidamente, vienen a la mente varias películas de directores míticos de la historia del cine que guardan relación con la que estamos tratando, como Teorema (1968), de Pier Paolo Pasolini, o El ángel exterminador (1962), de Luis Buñuel. También Los otros (2001), de Amenábar, tiene elementos en común, pero los dos primeros ejemplos se acercan más a lo que propone Oppenheimer, ya que huye casi por completo del terror y la tensión para centrarse más en temas filosóficos y existencialistas.

Lo que se narra en la obra y muchos de los mensajes que se lanzan están claramente regidos por la actualidad. El evidente impacto de la covid-19 y la situación de confinamiento son algo que está presente en la cinta, pero se muestra desde un punto de vista de bienestar y comodidad ajenos a la dura realidad que vivió mucha gente que no tenía unas condiciones óptimas para estar encerrada durante tanto tiempo. Esta abstracción de la realidad y del problema no se asemeja únicamente a la pandemia; al igual que hizo Jonathan Glazer con su Zona de interés (2023) el año pasado, también sirve para señalar a Occidente por su falta de empatía y su capacidad para mirar hacia otro lado sin actuar ante el problema.

Tráiler de The End (2024)

Obviamente, no es casualidad que el personaje que llega nuevo al búnker y que representa el cambio sea una mujer negra. Una familia blanca y acomodada, que vive por y para el arte, la literatura, la danza y los grandes banquetes, empieza a darse cuenta de la situación en la que está con la aparición de la chica. Poco a poco, se descubre que cada uno tiene inquietudes diferentes y todos los personajes son interesantes, pero el hijo, al no haber conocido el mundo real y habiendo vivido siempre en esa situación, resulta impactante al chocar su percepción de la vida con la de la chica, que viene de vivir la dura realidad.

Pero es una película de formas más que de fondo. De hecho, Oppenheimer no es nada sutil con los elementos que pone sobre la mesa, pero lo que le interesa es la manera de contarlo. Por eso, hay dos elementos fundamentales que están tratados con gran maestría y que son los que le dan atractivo a la obra: la música y el color.

The End es un musical con decenas de secuencias cantadas y coreografiadas, pero hay una clara diferencia entre las partes musicales y la banda sonora. La música de fondo es, en todo momento, triste, melancólica y desesperanzada, pero cuando vira al musical, se convierte en algo radicalmente opuesto: las canciones y las interpretaciones contienen tonos que recuerdan casi a Disney. La mayor expresión de sentimientos y emociones, que conforma la parte más potente de la obra y la eleva a algo superior, se hace a través del musical. Es como si se pasara de la realidad a la fantasía, muy parecido a lo que hace Damien Chazelle en La La Land (2016). Toda la música, que es maravillosa, está compuesta por Joshua Schmidt, pero las letras, al igual que el guion, son de Joshua Oppenheimer. Todo el reparto está fantástico, también en el apartado musical, especialmente George MacKay, que tiene bastante experiencia en el género.

Todo esto guarda una relación simbiótica con el uso del color. La paleta de colores utilizada y su transición en función de los acontecimientos son aspectos fundamentales. Los tonos fríos y apagados inundan el nuevo mundo en el que habita la familia. Las paredes, los muebles, el vestuario y las decenas de cuadros que abarrotan la casa están teñidos de esos tonos sombríos. La llegada de la chica, siempre vestida con colores cálidos, representa la agitación, el toque de atención y de realidad que necesitaban. La fotografía es espectacular, especialmente por cómo va evolucionando y cómo el color es casi un personaje más. Tanto es así que los personajes hacen referencia a él en más de una ocasión. Todo ello, acompañado de la destreza de Oppenheimer para mover la cámara, con un imaginario infinito de planos, transiciones, travellings e infinidad de recursos cinematográficos, hace que las dos horas y media de metraje sean puro placer visual.

Ficha técnica:

The End (2024)

  • Dinamarca
  • Duración 148 min.
  • Dirección: Joshua Oppenheimer
  • Guion: Rasmus Heisterberg, Joshua Oppenheimer
  • Música: Josh Schmidt
  • Dirección de fotografía: Mikhail Krichman
  • Productora: Coproducción Dinamarca-Irlanda-Alemania-Italia-Reino Unido-Suecia; Final Cut for Real, The Match Factory, Wild Atlantic Pictures, Dorje Film, Moonspun Films
  • Género: Musical

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