Crítica de Los Pecadores (Sinners) (2025): reseña y opinión de la película

Puntuación ⭐⭐⭐⭐✪ (4/5)

Los pecadores es una producción dirigida por Ryan Coogler, cineasta afroamericano conocido por su trabajo en el cine independiente con Fruitvale Station (2013) y su paso a los Blockbuster con Creed (2015) y la saga superheroica de Pantera Negra (2018) y su secuela Wakanda Forever (2022).

El cine de Coogler está anclado en un ámbito comercial pero con una sensibilidad artística que impregna todas sus obras y les aporta un significado más grande que el simple entretenimiento. Desde su exploración del racismo sistémico en Fruitvale Station hasta su enaltecimiento de la cultura africana en Pantera Negra, Coogler añade capas de relevancia social y las entremezcla con el espectáculo visual en un tándem muy interesante y valioso.

En esta oportunidad, hay que hablar de Los pecadores, el nuevo trabajo de Coogler que se atreve a mezclar una variedad de géneros como el terror, el musical y la fantasía con la intención de entregar una experiencia original y entretenida. ¿Logra su cometido?

Tratando de dejar atrás sus problemáticas vidas, dos hermanos gemelos Smoke y Stack (Jordan) regresan a su pueblo natal para empezar de nuevo, solo para descubrir que un mal aún mayor les espera para darles la bienvenida.

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Cartel de la cinta

Un cóctel peculiar de géneros y tonos es lo que nos ofrece Coogler en Los pecadores, una historia que vuelve a rescatar algunas de sus temáticas habituales dentro de un recorrido que en ocasiones vira hacia lo irregular pero finalmente alcanza un valor positivo gracias a su arriesgada puesta en escena y buenas interpretaciones por parte de un reparto de enjundia.

El guión de Los pecadores está escrito por el propio Coogler, que nos traslada hacia el Sur de los Estados Unidos en 1932 durante la era de la segregación y las tensiones raciales a flor de piel. Una secuencia introductoria nos habla sobre el poder de la música para resonar en la memoria colectiva y conjurar espíritus del pasado y el futuro, aunque ello conlleva la entrada de presencias malignas. Esta narración nos pone en contexto sobre la mitología fantástica que aborda la cinta en su segundo tramo y la esencia gótica que impregna cada punto de la historia.

El primer acto de la cinta nos presenta a los gemelos Smoke y Stack en su regreso al pequeño pueblo de Misissipi donde nacieron, con el objetivo de convertir un antiguo aserradero en una cantina que brinde entretenimiento a la comunidad y represente una oportunidad fructífera de negocios para ellos. Esta sección es lo menos interesante de la trama, ya que se desarrolla a un ritmo lento y la presentación de personajes se extiende a niveles excesivos y el desarrollo de algunos trasfondos interesantes, como el pasado mafioso de los hermanos en Chicago o la relación de Stack con su exnovia Mary se sienten como agregados superficiales dentro de un drama de época aparentemente convencional. Se aprecia el esbozo de temas como el racismo, la importancia de la confraternidad entre habitantes de una comunidad y la ambición a la hora de cumplir una meta, pero se echa en falta una plasmación más concisa y un recorte de momentos que se sienten más como relleno que un aporte significativo a la historia.

Para su segundo tramo es donde Los pecadores encuentra su punto fuerte con la llegada de todos los personajes a la cantina y el comienzo de una celebración desenfrenada donde adquiere relevancia la narración inicial y toman protagonismo los elementos sobrenaturales de la trama, con la aparición de un grupo de vampiros que ponen todo patas arriba y se desencadena un festín de sangre y gamberradas, con una clara influencia de Abierto hasta el amanecer (1996) y otras producciones de Robert Rodríguez ancladas en el cine de serie b, a las que Coogler le añade un giro de blaxploitation y se rinde ante la acción más salvaje con secuencias de violencia y enfrentamientos brutales mientras los personajes desarrollan su lucha por la supervivencia.

Tráiler de Los pecadores (2025)

Es muy divertido como se plasman las reglas básicas del cine de vampiros en un abordaje tradicional pero divertido que mantiene la atención del espectador hasta el tramo final donde tiene lugar una batalla apoteósica y el destino de nuestros protagonistas alcanza un saldo trágico, mientras que Sammie ,el primo de los gemelos se revela como la figura clave de toda la función y alcanza una evolución enriquecedora. Para sus últimas escenas, Los pecadores logra cerrar la historia de manera poderosa con una reflexión emotiva sobre el legado de los personajes y un homenaje sentido a la evolución musical del blues a lo largo de los años. Un logro que Coogler consigue gracias a su buen manejo de los códigos narrativos del terror y el drama durante el ecuador de la historia y la empatía que generan nuestros héroes y su comunidad.

Sin un reparto a la altura no tendríamos el nivel de conexión con los personajes. Por fortuna, Los pecadores cuenta con un elenco estelar desempeña con solvencia cada uno de los roles. Pero los intérpretes que más destacan son Michael B. Jordan que vuelve a dar una muestra impresionante de su talento con la actuación dual de los gemelos Stack, un desafío que pasa con nota gracias a la personalidad diferenciadora que le da a estos personajes, con un carisma y una actitud canallesca, así como matices emocionales que destacan en las secciones dramáticas de la historia. Por otra parte, el actor veterano Delroy Lindo ofrece una actuación secundaria robaescenas como el músico Delta Slim con un sentido del humor que funciona como alivio cómico en las secuencias de mayor intensidad, mientras que el joven Miles Caton es una revelación actoral en el personaje de Sammy con una capacidad natural para llevar a buen puerto la subtrama musical de la historia y una dinámica divertida con B. Jordan. El excelente Jack O’Connell y la actriz Wunmi Mosaku también dejan una impresión positiva en sus respectivos personajes.

El apartado técnico de Los Pecadores está lleno de contribuciones que elevan la experiencia a otro nivel. El diseño de producción de Hannah Beachler nos transporta a los rincones del sur profundo con autenticidad, recreando un pueblo norteamericano en la América de Jim Crow con sus casas rústicas y una pintoresca estación de ferrocarril, mientras que la cantina de los gemelos se convierte en un escenario central durante el segundo tramo de la historia con un excelente uso del espacio que convierte su aparentemente reducido tamaño en algo expansivo y vibrante. La fotografía de Autumn Durald Arkapaw también ayuda a conseguir este efecto con planos largos y grandes secuencias que poseen una cualidad inmersiva, como el número musical donde cobran vida los antepasados y los futuros herederos de la tradición musical afroamericana, donde todo se funde en una coreografía hipnótica capturada con rapidez y elegancia bajo la óptica de Arkapaw. También se aprecia el juego con las diferentes texturas y los colores, dándole protagonismo a los tonos terrosos y los anaranjados crepusculares, además de una visión naturalista a la hora de retratar los diferentes sembradíos y paisajes áridos sureños en grandes planos generales.

Por otra parte, el vestuario diseñado por la oscarizada Ruth E. Carter presenta atuendos de época que se ajustan a la verosimilitud de los años 30 y brillan en pantalla durante la secuencia de la fiesta en la cantina. Variedad y fidelidad histórica son las claves de este trabajo. El departamento de maquillaje y peluquería, así como los efectos especiales son clave para acentuar el aspecto siniestro de los vampiros y dar vida a las secuencias más sangrientas, lo que cumplen de manera sobresaliente y harán las delicias de los fanáticos del terror más salvaje.

Pero el apartado musical es el verdadero protagonista de Los pecadores con una espectacular banda sonora compuesta por Ludwig Göransson que se nutre de la música blues para hacer vibrar la sala de cine con temas grandilocuentes que son un disfrute para los oídos e impregnan cada secuencia, ofreciendo un testamento de la capacidad de la música para traspasar barreras y convertirse en un personaje más, así como representar las luchas y triunfos de un grupo de individuos a lo largo de las épocas. Entre las canciones que conforman el soundtrack y las composiciones esotericas de Göransson, tenemos una de las primeras candidatas fuertes para los próximos Premios Oscar. El trabajazo sonoro lo amerita. Hay que alabar una vez más el trabajo autoral de Coogler en la dirección por su capacidad de entregar algo distinto e inesperado en un panorama cinematográfico sobresaturado de refritos y propuestas recicladas. Aunque el resultado de Los pecadores no es redondo debido a su tediosa sección introductoria, la energía y el desparpajo que produce el cambio de ritmo y la experimentación con los géneros supone un riesgo deslumbrante y una nueva faceta en la perspectiva cinematográfica de este interesante director.

En conclusión, Los pecadores es un ejercicio de estilo arrollador que encuentra sus mejores bazas en la vena musical de su historia y la extravagante puesta en escena clave para remontar una propuesta narrativa desigual. Va de menos a más, con un epílogo memorable.

Ficha técnica:

Sinners (2025)

  • Estados Unidos
  • Duración: 137 min.
  • Dirección: Ryan Coogler
  • Guion: Ryan Coogler
  • Música: Ludwig Göransson
  • Dirección de fotografía: Autumn Durald Arkapaw
  • Productora: Warner Bros. Pictures
  • Género: Terror. Acción. Musical

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