Crítica de El Cuervo (2024): reseña y opinión de la película

Puntuación ⭐½✪✪✪ (1,5/5)

El Cuervo es una producción dirigida por Rupert Sanders, cineasta británico conocido por su labor en la dirección de las cintas Blancanieves y el cazador (2012) y Ghost in The Shell (2017).

El cine de Sanders se caracteriza por hacer un intento de reinvención a personajes icónicos de la cultura popular como Blancanieves y la Mayor Motoko Kusanagi, valiéndose de recursos visuales atractivos para actualizar sus historias y presentarlas a nuevas generaciones de espectadores. Sin embargo, Sanders no ha encontrado una identidad propia como director y sus producciones han cosechado críticas tibias por parte de la crítica especializada y los espectadores.

En esta oportunidad, Sanders se enfrenta a un reboot de El Cuervo (1994), la mítica cinta de culto basada en la serie de tiras cómicas creadas por James O’Barr y que fue protagonizada por Brandon Lee, quién murió durante la grabación de la misma, pero nos dejó una actuación llena de carisma que a día de hoy sigue surtiendo un efecto nostálgica en su legión de fanáticos. Con estas credenciales, la cinta de Sanders debe llenar unos zapatos muy grandes, además de lograr un balance entre las señas de identidad de su antecesora y los nuevos elementos incorporados para darle un toque contemporáneo a la historia. ¿Lo consigue?

Eric Draven (Bill Skarsgard) y Shelly Webster (FKA Twigs) son brutalmente asesinados cuando los demonios de su oscuro pasado les alcanzan. Ante la oportunidad de sacrificarse para salvar a su verdadero amor, Eric se propone vengarse despiadadamente de sus asesinos, atravesando el mundo de los vivos y los muertos para saldar sus deudas.

El cuervo 2024 critica y opiniones

Cartel de la cinta

Un despropósito de proporciones épicas es la manera perfecta para describir esta «reinvención» del clásico, que se configura como el peor trabajo de Sanders hasta la fecha y se siente como una producción de encargo generada por inteligencia artificial, desprovista de alma y sentido de lo cinematográfico. Esto por una serie de razones que se exponen a continuación.

El primer fallo colosal de El Cuervo reside en su guión escrito por Zach Baylin y William Schneider sigue los puntos centrales de la historia original pero modifica el devenir de los acontecimientos narrativos y los perfiles de personajes en un ejercicio de adaptación que traiciona la esencia de nuestra figura central y traza un recorrido farragoso a través de la odisea de venganza que junto a temáticas como la corrupción, las segundas oportunidades y la redención se percibe como una sombra vaga de lo contado en los cómics.

En esta ocasión, se le dedica un tiempo considerable en la narrativa al desarrollo de la historia de amor entre Eric y Shelly, pero con una presentación tan plana y carente de emoción que es imposible generar una conexión sustancial como espectador y deviene en una sucesión de escenas estereotipadas y diálogos risibles que convierten a la primera hora de la cinta en una experiencia tediosa y vacía.

Tráiler de El Cuervo (2024)

Tampoco existe una exploración profunda de los personajes, ya que Shelly es la única que cuenta con un trasfondo bien delineado y de la que más llegamos a conocer en toda la historia, mientras que Eric posee un contexto vago sin mucha información sobre su mundo interno y sólo un fragmento de las vivencias que lo llevaron a una vida de adicción a las drogas. Por otro lado, el antagonista Vincent Roeg es parte de una trama criminal difusa con elementos sobrenaturales que funciona como pretexto para desencadenar la cruzada vengativa de Eric, pero tampoco se le da el espacio suficiente para lograr un desarrollo satisfactorio.

El segundo tramo de El Cuervo abarca el grueso central de la historia con un estallido de violencia gráfica y revelaciones narrativas importantes que le añaden algo de energía a la cinta, pero no logran remontar los fallos previos y las situaciones presentadas en ocasiones llevan a la producción a un terreno de «refrito de John Wick» que no le sienta nada bien; además, la mitología detrás de la resurrección de Eric y el cuervo que lo acompaña no se explora con suficiente detalle y está presentada de manera expositiva por un personaje secundario, resultando en secuencias que vuelven a frenar el ritmo de la trama y adquieren un cariz repetitivo. Para su absurdo final que rompe con la línea argumental de los cómics y la cinta de 1994 en un esfuerzo por tomar riesgos creativos que se sienten melifluos, El Cuervo demuestra que necesitaba un guión sólido para contar su historia. Su punto más bajo.

El apartado técnico de El Cuervo tampoco ofrece muchas sorpresas, con un diseño de producción y una fotografía que se alejan de la ambientación gótica que caracteriza a la historia y la reemplazan por un estilo más genérico, presentando escenarios que se asemejan a cualquier producción de superhéroes de los 2000, sin sacarle provecho a las locaciones en Praga y Bavaria. Lo mismo sucede con los departamentos de vestuario y maquillaje, donde la caracterización de Skarsgard guarda más parecido con los «War Boys» de Mad Max que el personaje titular. La música de Volker Bertelmann carece de composiciones épicas que permanezcan en la memoria del espectador y la edición contribuye a que la cinta tenga un ritmo lento e irregular, con un resultado lamentable. Tal vez los efectos especiales son lo único que se puede rescatar de la propuesta, con un buen CGI para darle vida a los cuervos y un acabado «estilizado» durante una secuencia de venganza que tiene lugar en la ópera, donde la sangre y las vísceras toman protagonismo. Es la única escena que funciona por completo en la cinta y en la que los elementos técnicos se alinean para que no todo esté perdido, aunque el efecto no dure mucho.

El reparto de El Cuervo cuenta con un Bill Skarsgard que hace su mejor esfuerzo y logra sacarle el máximo provecho a este personaje icónico a pesar de tener que defender diálogos superfluos, mientras que Danny Huston es una presencia intimidante en el rol de Vincent Roeg, un villano que resulta convincente gracias al buen hacer del actor norteamericano. En el lado opuesto está la cantante FKA Twigs con su debut actoral en el rol de Shelly. Una interpretación estática es lo que entrega Twigs, con su falta de expresividad como principal lastre para llevar a buen puerto a su personaje. La química inexistente con Skarsgard es el elemento que da la estocada final para hundir su trabajo. Por otra parte, las actrices Josette Simon y Laura Birn están desaprovechadas con personajes de cartón y el actor Sami Bouajila es víctima de un personaje místico plagado de clichés típicos del cine fantástico.

En conclusión, El Cuervo es un reboot fallido que no logra estar al nivel de la cinta de 1994 y no cuenta con elementos interesantes que justifiquen su visionado. Una de las peores películas del año.

Ficha técnica:

The Crow (2024)

  • Estados Unidos
  • Duración 111 min.
  • Dirección: Rupert Sanders
  • Guion: Zach Baylin, William Schneider. Cómic: James O’Barr
  • Música: Volker Bertelmann
  • Dirección de fotografía: Steve Annis
  • Productora: Coproducción Estados Unidos-Reino Unido-Francia; The Electric Shadow Company, Edward R. Pressman Film, Davis Films, Hassell Free Productions
  • Género: Thriller. Acción. Fantástico

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