Crítica de Beetlejuice Beetlejuice (2024): reseña y opinión de la película
Puntuación ✪ (4/5)
Tras 36 años de su estreno y (casi) la misma cantidad de tiempo en el infierno del desarrollo, la secuela del sórdido clásico de comedia negra Beetlejuice está aquí. Beetlejuice Beetlejuice (Bitelchús Bitelchús) de Tim Burton es todo lo que promete su tráiler: divertida, absurda y fiel al espíritu del original.
Tampoco está a la altura de su predecesora y por momentos parece una caricatura sobrecargada del de por sí exagerado mundo “burtoniano”. Lo innegable es que sí es graciosa y ante un fanservice tan bien hecho para los bajos estándares de una industria saturada de refritos y secuelas innecesarias, Beetlejuice Beetlejuice es, pese a todo, un ligero alivio.
¿Qué tanto importan ciertas fallas ante lo que es un producto bastante satisfactorio? Tim Burton regresó, tropezando un poco, pero aquí está. A continuación se detalla lo destacable y lo mejorable del largometraje, sin spoilers.
Reparto, trama y personajes
Solo tres intérpretes de Beetlejuice regresan para la secuela: Michael Keaton como Bitelchús o “Betelgeuse”, Winona Ryder como Lydia Deetz y Catherine O’Hara, la madrastra de Lydia.
Cartel de la cinta
Geena Davis y Alec Baldwin, quienes hacían de los Maitland —la pareja de muertos en la que se sustentó la historia original— no vuelven porque son innecesarios para la nueva trama. La explicación de sus ausencias se da en unos segundos de diálogo sumamente autoconsciente. La música original de Harry Belafonte (aparte de Day-O y Jump in the Line, en Beetlejuice suenan Matilda y My Sweetheart from Venezuela) tampoco regresa, ya que Adam Maitland era el fan del cantante, nadie más.
Entre tanto, la ausencia del actor Jeffrey Jones (el padrastro de Lydia) sirve para justificar el nuevo argumento: su súbita y ridícula muerte obliga a los Deetz a visitar la antigua casa en Winter River donde sucedieron los eventos de la película pasada. Es un secreto a voces que Jones no fue incluido por ser un pedófilo. Tal vez eso explica la forma en la que se le trata a su personaje —o lo que quedó de él— a lo largo del filme.
Lydia, ya convertida en una famosa psíquica con una especie de crisis de mediana edad, tiene de pareja a Rory (Justin Theroux) su narcisista manager. Él es una figura clave del éxito del programa de televisión de Lydia: Ghost House with Lydia Deetz.
Por cierto: quienes hayan visto el musical de Broadway de Beetlejuice encontrarán algunos paralelismos entre Rory y Otho.
Esta relación de opuestos sirve estratégicamente para avanzar en la surreal trama y a modo de elemento cómico en sí mismo. ¿Cómo alguien como Lydia terminó con un ser tan nefasto? Es lo que medio mundo se preguntará durante toda la función.
El drama no termina ahí: Lydia es madre, perdió a su amado y tiene que enfrentar a su rebelde y resentida hija adolescente Astrid Deetz (Jenna Ortega).
En más o menos media hora se introducen el resto de personajes. Monica Bellucci es Delores, la ex-esposa de Beetlejuice y misteriosa asesina de muertos que busca al bioexorcista, y Willem Dafoe es Wolf Jackson, un detective del inframundo que en vida fue un mal actor de cine clase B que siempre hacía un papel cutre de detective.
Tráiler de Bitelchús Bitelchús (2024)
Reseña de Beetlejuice Beetlejuice
Lo que más destaca de Beetlejuice Beetlejuice es su cuidada estética —buena fotografía, excelente diseño de producción y vestuario— lo autoconsciente que es de su absurdo y la notable química entre Winona Ryder, Jenna Ortega y Michael Keaton.
Willem Dafoe y Jenna Ortega son lo mejor en cuanto a trabajo interpretativo en el elenco nuevo. Justin Theroux, entre tanto, realiza una interpretación bien lograda pero mal enfocada: lo odioso del personaje a veces es demasiado. Mientras O’Hara es perfecta, y Ryder pese a tener que cargar con el personaje que más cambió y su evolución en ocasiones resulta triste, al final logra convencer. Eso es un mérito gigantesco.
El gag visual y los efectos prácticos son estupendos, y el CGI solo es usado en momentos estratégicos de manera intencionalmente cómica y falsa. Beetlejuice Beetlejuice tiene tres segmentos destacables: una escena de animación en stop-motion, otra en blanco y negro que homenajea el cine clásico italiano, y una más musicalizada con la misma lógica de Day-O.
El segmento musical incluido usa la canción MacArthur Park de Richard Harris. Así, el calipso es reemplazado por una balada de tinte épico que se desarrolla en una iglesia en vez de la sala de una casa.
Las referencias al original incluyen la secuencia de créditos, la música de Danny Elfman, detalles clave del vestuario o el gusano de arena, entre otras que es mejor verlas que describirlas. Asimismo, hay referencias a otras películas, como las del propio Burton, James Dean o Mario Bava, así como similitudes con otros elementos de la franquicia, como la serie animada y el musical.
Beetlejuice Beetlejuice tenía todo para estar a la altura, pero lo desaprovechó
Superado el hype, se revela todo lo que falla en esta secuela, cuya acción se divide entre el mundo de los vivos y los muertos, habiendo, irónicamente, más vida en el inframundo que en el plano terrenal. Entre lo mejorable está, más que nada, el guión.
En comparación, Beetlejuice (1988) no sólo tuvo una perfecta combinación entre la comedia, el homenaje al terror y ciencia ficción de los cincuenta e interpretaciones inmejorables, sino que todo reposó sobre un guión que contaba una historia bastante sencilla, pero coherente.
Los detalles la hicieron única: el calipso de Harry Belafonte, los monstruos caricaturescos o los muertos por accidentes absurdos: el señor aplastado, la Miss Argentina suicida o el equipo de fútbol americano de escasa inteligencia, por ejemplo.
O la mala artista prepotente de clase alta, el avaricioso agente de buenas raíces o la asistente de ayuda social amargada y con poca paciencia. Delia, Charles y Juno son una suma de personajes muy reconocibles, a veces extrañamente cercanos. Son una hipérbole de sí mismos, estereotipos, y Beetlejuice usó tal tendencia a su favor con el resto del elenco.
Ahora, Beetlejuice Beetlejuice desmejora debido a una escritura floja, y donde se nota que se quiso realizar una colección arbitraria de gags y subtramas que se quedan a medias, como la de la exesposa de Beetlejuice, el engañoso asesino o lo sucedido con el papá de Astrid y su relación con Lydia. Se apela a la nostalgia al tiempo que se pretende ampliar la historia de una forma confusa y apresurada.
El primer acto es un rompecabezas que va tomando forma con el extendido y algo tedioso intermedio, que choca con el súbito cambio de ritmo que es el final repentino y precoz.
Sin embargo, todo esto no significa que Beetlejuice Beetlejuice sea una total decepción, y tampoco implica que esté a la altura de lo que logró Top Gun: Maverick.
Beetlejuice Beetlejuice funciona decentemente e intenta tener vida propia
Y lo obtiene en ocasiones.
Pero pudo haber sido mejor.
En este sentido, el personaje más desequilibrado y fallido es Delores, que es forzado, plano y repetitivo, y solo se siente como una versión silenciosa de Emily en Corpse Bride (2005). Al final, su presencia solo sirve para justificar aquel segmento en blanco y negro—muy bien logrado, eso sí— que resume la relación entre ella y el bioexorcista.
Encima, Delores mata a un personaje menor, pero carismático, que merecía más tiempo en pantalla. Danny DeVito también fue otra penosa víctima. Al final, Delores solo es una bonita cara gótica que vende una historia de tragedia romántica completamente irrelevante.
Beetlejuice Beetlejuice dura diez minutos más que Beetlejuice, pero es más lenta al principio y está sobrecargada de todo: muchos personajes, referencias y gags uno tras otro, lanzados como para que alguno nos llame la atención o nos haga reír. Beetlejuice Beetlejuice es como un Beetlejuice con esteroides, y en tal proceso ha perdido algo de la sustancia que caracterizó al original.
Michael Keaton lo hace de maravilla otra vez
Beetlejuice usó un recurso excepcional: pese a ser el personaje sobre el que reposa la historia (y no por nada, su nombre es el título de la película) apenas estuvo presente. De 92 minutos, solo salió en quince minutos. Esto ayudó a darle más fuerza a su presencia y a disimular lo intencionalmente plano que es el personaje.
En Beetlejuice Beetlejuice su presencia es mayor y por lo tanto esa limitación de carácter se acentúa. Solo el cariño que tiene Keaton al personaje logra ocultarlo: es un demente y divertido villano a secas, por lo mismo resulta tan atractivo (a su manera) como siempre.
Tim Burton regresó, sí, pero no es el mismo
No es el mismo Burton de antes y nunca lo será.
En todo caso, el resultado podría haber sido mucho peor. Beetlejuice Beetlejuice nunca estuvo hecha para exigirle demasiado. Burton no apuesta por revelaciones inquietantes, giros de trama a último momento o ampliar la complejidad de sus personajes.
El elemento sorpresa ya no existe por obvias razones: Burton ya no es aquel genio outsider de finales de los ochenta, su mundo ya fue asimilado por la cultura popular. Es consciente de ello, y por eso va por lo seguro y dirige sin tomarse muy en serio a sí mismo en ningún momento.
Una narración sólida habría llevado la película a otro nivel que no era difícil de alcanzar, pero el encanto y humor de Burton disimula lo suficiente esa oportunidad perdida.
Tampoco debe obviarse por qué las secuelas de este tipo existen y la presión a la que suelen enfrentarse, entre ejecutivos avariciosos y un amplio público de al menos tres generaciones que incluyen a quienes se quejan por todo y a aquellos que estarán felices por tragar cualquier mínimo mal fanservice que apele miserablemente a la nostalgia.
¿Beetlejuice Beetlejuice vale la pena? Claro que sí
La franquicia Beetlejuice es extrañamente diversa: una caricatura tierna e infantil, una serie de videojuegos olvidados incluso por Dios y un musical kitsch de Broadway a menudo subestimado que amplía la historia de Beetlejuice como nunca antes se ha logrado.
Todo empezó cuando a finales de marzo y principios de abril de 1988 se estrenó a nivel mundial Beetlejuice, aquella obra maestra que nos introdujo en el imaginario de Tim Burton, y todo lo que eso implicó para la cultura pop.
Ahora, su continuación fue la apertura del Festival de Cine de Venecia este pasado 28 de agosto. Y lo que prometía lo ha dado sin titubeos: comedia y surrealismo gótico. Para bien o para mal, poco más ofrece Beetlejuice Beetlejuice. Una secuela que agrega poco a la franquicia, pero lo que ofrece lo da con cariño.
Entendiéndolo de esta manera, Beetlejuice Beetlejuice podrá ser sumamente disfrutable para los diferentes públicos siempre y cuando no exijan demasiado. Tiene los elementos necesarios, fríamente calculados, para satisfacer a cada audiencia. Burton regresó y esperemos que, de haber tercera parte, no sea cuando el cineasta cumpla 102 años.
Lo mejor:
- Excelente diseño de producción
- La escena musical con sincronización de labios
- Astrid, el personaje con más sentido común en la película
- Willem Dafoe actuando de mal actor
- Bob
Lo peor:
- La relación de Lydia Deetz y Rory
- La subtrama entre Delores y Beetlejuice
- El pasado y la muerte del padre de Astrid
- El ritmo irregular y el guión mediocre