Crítica de Grand Tour (2024): reseña y opinión de la película

Puntuación ⭐⭐⭐⭐⭐ (5/5)

Las historias son eternas

Hay varios cineastas y películas que marcaron mi adolescencia con su obra. Aún recuerdo la huella que dejó en mí la trilogía de los colores de Kieślowski, la obra de Andréi Tarkovsky (a quien acabé dedicando mi TFG) o, en este caso, la película Tabú (2012) de Miguel Gomes. Grand Tour (2024), la nueva obra del director portugués, era, sin duda, la película que más esperaba este 2024. La película obtuvo el premio a mejor dirección en su paso por Cannes y el premio a mejor montaje en SEMINCI.

Grand Tour (2024) divide su historia en dos partes que, a su vez, poseen varias capas y mutaciones. La primera parte se centra en la huida de Edward, funcionario del gobierno británico en Birmania, el día que su prometida Molly viene para casarse con él. La segunda parte se centra en la persecución de Molly a su prometido por todo el continente asiático.

El filme de Miguel Gomes es mutable, pues se transforma continuamente como lo hacen las historias.

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Cartel de la cinta

La narrativa de Edward, la persona que huye, pasa del miedo y el egoísmo a la melancolía mientras que, Molly, la persona que persigue, pasa de tomarse la situación como un juego a la rabia y obsesión. Grand Tour (2024) funciona también como una especie de Vertigo (1958) en doble sentido, pues muestra al desaparecido y a la persona que busca con obsesión a la persona desaparecida (curiosamente, a diferencia de la mayoría de películas que beben de Vertigo (1958), aquí los roles están invertidos). Pero la película no solo se transforma en lo meramente narrativo, sino que muta constantemente en lo cinematográfico: entre la ficción y lo documental, entre el realismo y la fantasía, entre lo sincrónico y lo anacrónico, entre el blanco y negro y el color…

Grand Tour (2024) bebe directamente del material del que nacen las historias, los cuentos y el cine porque, si algo define al filme, es su puro amor por la narrativa y​ por como esta es eterna. Al final de la película Gomes obra un milagro cinematográfico y crea un cuento infinito. Uno de los elementos que mejor sustenta este ambiente de cuento es el uso de los anacronismos: desde elementos propios del rodaje de un documental hasta smartphones en pleno 1917. Todos estos elementos se emplean de una forma tan integrada y natural que nunca se sienten forzados o sacan de la experiencia, sino que nutren el aspecto de que el amor por las historias lo puede todo.

Tráiler de Grand Tour (2024)

En el aspecto meramente formal, Grand Tour (2024), más allá de ser una película que solo podría ser de Miguel Gomes, tiene elementos que recuerdan a otros cineastas u obras. Por ejemplo, en su mezcla del documental con la narración puede recordar a la magnífica Hiroshima, Mon Amour (1959) de Alain Resnais e, incluso, al espíritu y carácter de Sans Soleil (1983) de Chris Marker. En cuanto a su retrato de Asia, este respira una influencia parcial de cineastas asiáticos como Lav Diaz o Apichatpong Weerasethakul. También posee un cierto exotismo, pero este no se siente arcaico como el de En la alcoba del sultán (2024), sino que se siente honestamente curioso por su entorno.

En el apartado técnico, como es obvio en el cine de Gomes, todo es excepcional. La fotografía es preciosa y, dentro del cine de Gomes, recuerda especialmente a Tabú (2012), pero la incorporación de Sayombhu Mukdeeprom en la fotografía, director de foto de Weerasethakul, otorga ese ambiente que tanto recuerda al cine del tailandés. Otro aspecto a destacar es el montaje, el cual consigue integrar a la perfección la mezcla entre lo documental, la ficción, lo anacrónico y lo sincrónico, cosa que, como otras películas han demostrado, no es sencillo. Pero si algo es primordial en la obra de Gomes es la dirección y concepción de la obra, que impregna absolutamente cada aspecto de la película y que la hace funcionar a la perfección.

Miguel Gomes no busca con Grand Tour (2024) la accesibilidad y simpatía del público, sino que cree absolutamente en su obra y en como debe ser contada. Esto hace que para muchos, con los ojos empañados, les pase completamente por encima, pero quien abra los ojos y el corazón logrará un viaje maravilloso en una obra que es puro cine, que solo puede ser cine y que solo existe porque el cine existe, porque los cuentos existen, porque el arte existe. Estamos demasiado acostumbrados a obras cinematográficas que pueden ser literatura, teatro o videojuegos, pero Grand Tour (2024) solo puede existir en el medio cinematográfico, y eso la hace excepcional y una de las obras más importantes de la década al igual que Miguel Gomes es uno de los​ cineastas más maravillosos y únicos de la actualidad. Hay que creer más en el cine como medio, en las historias eternas y en los milagros del arte.

Conclusión

Grand Tour (2024) es una obra maestra que no busca ser accesible ni complacer, pero que quienes se abran a ella y se dejen llevar tendrán un viaje maravilloso e infinito que se mantiene vigente tras terminar el metraje, pues el cine es infinito, los cuentos son infinitos y Grand Tour (2024) es infinita. Molly sigue buscando a Edward mientras la melancolía le impregna. Como obra que considero imprescindible, podréis verla en cines españoles el 7 de marzo de 2025.

Ficha técnica:

Grand Tour (2024)

  • Portugal
  • Duración: 129 minutos
  • Dirección: Miguel Gomes
  • Guion: Telmo Churro, Maureen Fazendeiro, Miguel Gomes, Mariana Ricardo
  • Fotografía: Gui Liang, Sayombhu Mukdeeprom, Rui Poças
  • Coproducción Portugal-Italia-Francia; Uma Pedra no Sapato, Vivo Film, Shellac Films, Cinémadefacto, The Match Factory
  • Género: Drama, Aventura, Comedia

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