Crítica de Gladiator II (2024): reseña y opinión de la película
Puntuación ✪ (4/5)
Gladiator II es una producción dirigida por Ridley Scott, que funciona como secuela de Gladiator (2000), la icónica cinta que se convirtió en un clásico del cine «épico» y fue la máxima triunfadora en la 73.ª edición de los Premios Óscar, acumulando cinco estatuillas en las categorías de Mejor Película, Mejor Actor para Russell Crowe, Mejor Diseño de Vestuario, Mejor Sonido y Mejores efectos visuales.
Hablar sobre el cine de Ridley Scott supone abarcar una trayectoria notable que incluye algunas de las producciones más trascendentales de la historia del cine como la ya mencionada Gladiator, Alien, el octavo pasajero (1979), Blade Runner (1982) y Thelma y Louise (1991), por nombrar un puñado de ellas.
La extensa filmografía de Scott denota la obsesión del cineasta británico por entregar espectáculos visuales de primer nivel combinados con historias apasionantes que oscilan entre distintos géneros y épocas, formando así un conjunto de lo más interesante y consagrándolo como uno de los referentes más importantes del séptimo arte.
En esta oportunidad, Scott suma un nuevo desafío a su carrera con Gladiator II, una de las secuelas más esperadas del año que nos lleva de vuelta a la fastuosidad y decadencia del Imperio Romano y carga con la tarea de honrar el gran legado de su predecesora. Tomando en cuenta estos detalles, ¿Es una secuela memorable o un experimento fallido?
Cartel de la cinta
Años después de presenciar la muerte del admirado héroe Máximo a manos de su tío, Lucio (Paul Mescal) se ve forzado a entrar en el Coliseo tras ser testigo de la conquista de su hogar por parte de los tiránicos emperadores que dirigen Roma con puño de hierro. Con un corazón desbordante de furia y el futuro del imperio en juego, Lucio debe rememorar su pasado en busca de la fuerza y el honor que devuelvan al pueblo la gloria perdida de Roma.
Intensa y espectacular, Gladiator II confirma que la maestría de Ridley Scott sigue intacta a pesar de no igualar el resultado de su anterior entrega, una tarea casi imposible si le preguntan a este servidor. En su lugar, tenemos una propuesta estimulante que brilla con luz propia gracias a su impresionante puesta en escena y el sentido de la epicidad que impregna toda la producción, entre otros aciertos que procederé a reseñar, en conjunto con algunos fallos.
Desde su tramo inicial, Gladiator II presenta sus mejores cartas con una secuencia de acción apabullante donde el hogar de nuestro protagonista es invadido por las tropas romanas. La visceralidad del momento está plasmada con solidez por parte de Scott y su equipo técnico. Las flechas, el sonido de los barcos, las peleas cuerpo a cuerpo y el brillo de las espadas se convierten en los elementos protagónicos por varios minutos y contribuyen a generar una sensación de adrenalina en el espectador para adentrarlo en la experiencia inmersiva que supone esta nueva historia.
También simboliza el pistoletazo de salida para la odisea de venganza de Lucio en la ciudad de Roma como gladiador al servicio de los emperadores Geta (Joseph Quinn) y Caracalla (Fred Hechinger). Los paralelismos con la primera película están a la orden del día en un cóctel de homenajes y revelaciones cruciales integrados con acierto en el guión escrito por David Scarpa y Peter Craig. El gran propósito de nuestro héroe sigue la trayectoria emprendida por Máximo Décimo en su predecesora y se alinea con el «sueño de una Roma unida» inmortalizado por Marco Aurelio y que aquí vuelve a cobrar relevancia significativa.
El Coliseo Romano se convierte de nuevo en un personaje más de la trama al ser el escenario de las numerosas luchas de gladiadores donde la infame expresión de «pan y circo» se hace realidad y la sangre fluye a borbotones. Los temas clásicos de la corrupción como base para saciar la sed de poder, la violencia usada como vehículo para el espectáculo y las trampas falsas de la evasión por medio del entretenimiento vuelven a constituir el grueso de la trama central, con un halo de relevancia en el contexto político de la actualidad. Junto a este entramado, se dan cita ideas sobre el honor, la justicia y el legado en un microcosmos que encapsula todas las creencias y el estilo de vida de la Antigua Roma. La sucesión de traiciones, enfrentamientos mortales y alianzas inesperadas que llevan a Lucio a comprender su destino y velar por un cambio en Roma culminan en una escena climática nostálgica que cierra lazos entre nuestro protagonista y la figura testimonial de Máximo. Una manera sutil de formar un puente simbólico para ambas historias.
Tráiler de Gladiator 2 (2024)
Como nuestro guía en esta aventura, Paul Mescal entrega una interpretación enérgica, con el temple aguerrido que posee Lucio y un trabajo físico impecable a la hora de afrontar las secuencias más complejas a nivel coreográfico. Pero los elogios más destacados se los lleva el excelente Denzel Washington como el carismático y descacharrante Macrino, un personaje fascinante que mueve los hilos del poder en Roma a su antojo y se convierte en un antagonista memorable, rememorando el gran trabajo de Joaquin Phoenix en Gladiator. Una labor que eleva a Washington a lo más alto de cara a la temporada de premios.
También somos testigos del regreso de caras conocidas como la de Connie Nielsen en el rol de Lucila y Derek Jacobi como el Senador Graco, aunque ambos con un tiempo en pantalla más reducido de lo esperado. Sin embargo, los eslabones más débiles de la cadena son un deslucido Pedro Pascal que se muestra en un registro limitado y poco expresivo como el General Marco Acacio y por otro lado, los actores Joseph Quinn y Fred Hechinger con actuaciones caricaturizadas como los Emperadores Geta y Caracalla.
El paseo por el Imperio Romano es posible gracias a la fastuosidad y la magia conjurada por el equipo de artesanos y técnicos reunidos por Scott. Tras 24 años de distancia con la cinta original, El Coliseo Romano se erige de nuevo con un acabado monumental en el diseño de producción de Arthur Max. Las calles de Roma evocan un aire atemporal y cruento que se traduce muy bien en los enormes decorados creados para la ocasión en la isla de Malta. La cámara captura toda la acción en un trabajo suntuoso de fotografía a cargo de John Mathieson quien convierte las secuencias de combate en espectáculos de una brutalidad vertiginosa con sus amplios planos y los cortes rápidos de la edición de Claire Simpson.
La paleta de colores capta los tonos arenosos de la tierra en el Coliseo, el rojo de la sangre derramada por los esclavos y las capas que visten los romanos, así como el gris de las armaduras en un acabado exuberante que se complementa con la habilidad de Mathieson para transformar las imágenes en preciosos cuadros para enmarcar, como el momento donde Lucio observa el panorama de Ostia desde el barco de esclavos. Otras contribuciones como el vestuario de Janty Yates dan información sobre los personajes a través de las prendas que visten de acuerdo a sus estatus sociales y ofrecen diseños anárquicos y refrescantes, como lo son las túnicas de Macrino y los trajes de los emperadores, mientras que el departamento de maquillaje y peluquería recrea las diferentes heridas y peinados con un gran nivel de atención al detalle, además de ensuciar a los personajes o hacerlos ver más refinados cuando lo requieren. La música de Harry Gregson-Williams presenta composiciones de impronta grandilocuente y exótica, a la vez que reutiliza las icónicas melodías creadas por Hans Zimmer y Lisa Gerrard para su predecesora.
Por otro lado, los efectos visuales de la cinta brillan a la hora de complementar los imponentes escenarios y juegan un papel crucial en las batallas como en la increíble secuencia del Coliseo lleno de agua y tiburones, pero fallan cuando se abusa del CGI, como es el caso de los monos generados por ordenador con un aspecto bastante cutre y poco currado. Hay que alabar la disposición de Scott para retomar esta saga épica y hacer un producto satisfactorio, con todos los medios necesarios para ello y la ejecución alucinante que todavía es capaz de lograr, aún con sus dislates y ambición excesiva en ciertos apartados. Su visión cinematográfica es única y aunque continúa demostrando un desprecio notable por el rigor histórico como la secuencia donde un personaje lee un periódico en un café romano, lo que hará enojar una vez más a los puristas e historiadores, es innegable que necesitamos preservar el legado de cineastas como Ridley, ya que gracias a ellos, tenemos memorias imborrables de lo mejor que puede ofrecer el séptimo arte.
En conclusión, Gladiator 2 es una secuela colosal que entretiene, hace un homenaje sentido a la cinta de origen y ofrece un espectáculo visual que la convierte en una experiencia inmersiva para disfrutar como se debe en la gran pantalla.
Ficha técnica:
Gladiator 2 (2024)
- Estados Unidos
- Duración 148 min.
- Dirección: Ridley Scott
- Guion: David Scarpa
- Música: Harry Gregson-Williams
- Dirección de fotografía: John Mathieson
- Productora: Paramount Entertainment, Jason T. Reed Productions
- Género: Acción
Decir que esta secuela es colosal y que hace justicia a su precuela, es como decir que tirarse pedos cuando comes judías es hacer música.
Scott vive de las rentas de la primera película con este corta pega de la misma, con una trama forzada y una canibalización de los recursos gráficos de la primera. El actor principal no transmite absolutamente nada y los únicos que destacan son Washington (que parece que se toma la película a coña, lo cual es loable porque le queda de cojón), Pascal y su esposa – el resto, un desperdicio de todo sinceramente.
Lo bueno de internet es que cualquiera puede opinar hasta de una mierda como esta película.
Hola Ignacio. Gracias por tu opinión sobre Gladiator 2.
No lo podría haber expresado mejor. Acabo de salir de verla y, más indignado, no he podido estar. Sufrí más de dos horas para terminar de verla. Lo único que he podido disfrutar un poco es la banda sonora, pero, cuando dejaba de sonar, el guion tan malo y una trama tan forzada volvían a hacerme perder la paciencia. Y pensar que llevaba tiempo esperándola… Qué decepción.
Totalmente decepcionado de la película. Discursos poco memorables y nada inteligentes. Escenas exageradas, qué tal meter tiburones y barcos al coliseo, ni un niño lo cree.