Por lo que lo mejor es dividir esta crítica de Venus en los dos géneros y tramas principales: La criminal y la de horror. Sobre la primera, una solvente y simple, la clásica de robo y huida, en la que todo termina en una batalla climática entre la protagonista y los villanos. Lo más destacable es que los antagonistas son una parodia del hampa, preocupados por el sabor de los churros, o por ejemplo el personaje de Moro, un matón que se nota que tiene más músculo que cerebro, pudiendo ser perfectamente un digno secundario de Torrente. Aunque esto no quita que sean personajes violentos y puedan llegar a imponerse y generar miedo. 

La otra gran trama, es algo inesperada que poco a poco se descubre y acaba siendo la mejor parte de Venus, secuencias de terror simple de jumpscare que se torna en algo sobrenatural, con pesadillas terroríficas y referencias a Lovecraft con el que la película mejora considerablemente llegando a un clímax bueno, aunque uno puede esperar algo más épico y alocado. El final es un fastidio, pues la unión de las dos tramas queda coja y necesaria de un par de vueltas de guion para no terminar con un chascarrillo y un plano final que parece haber sido rodado en un último momento y fastidia todo lo que ha venido construyendo.

El escenario de toda esta historia, un edificio en decadencia típico del genero que recuerda al de la gran película del director, REC. Una torre residencial decadente de la España desarrollista ahora en sus últimos momentos, siendo casualmente sus últimas vecinas las tres señoras mayores de abajo, que recuerdan a las vecinas de Aquí no hay quien viva llevadas al mundo de Suspiria.