Alessandro Abate y Francesco Di Giacomo, fueron los encargados de llevar a cabo la dirección de fotografía del film, rodada íntegramente en 16mm. No exagero al decir, que es una de las fotografías que más me han entusiasmado de estos últimos años; imbuida de un aura poética y rematadamente nostálgica, que te sumerge de lleno en las entrañas de estos personajes. Hay planos que se quedan clavados en la retina, de lo tan imaginativos y hermosos que pueden resultar a verse en pantalla.

Además de su fotografía, Martin Eden cuenta con un montaje sensacional, realizado por Fabrizio Federico y Aline Hervé. Se usa material de archivo en 8mm junto al metraje rodado en 16mm, que  brinda al film de  una sugerente edición cinematográfica.

Entrando más en detalle sobre la trama de Martin Eden, podríamos decir que asistimos a la profanación física y espiritual de un hombre, que busca dar sentido a la locura que le rodea a través de la escritura. Un marinero que descubrió un nuevo mundo mediante la literatura y que se empeñó concienzudamente en hacerse con él. 

Al comienzo puede parecer otra película más, que trata sobre el camino de un héroe, que tiene que a travesar un periplo para conseguir algo; sin embargo, esta historia tiene mucha más profundidad narrativa y que Pietro Marcello ha sabido reflejar a la perfección. Martin Eden es un antihéroe atemporal, que está  en constante confrontación consigo mismo y el mundo que le rodea. La insatisfacción, la culpabilidad o sus raíces, hacen de él una persona terriblemente desdichada y atormentada. Hay algo que me recuerda a Hamlet en este personaje de Jack London, por la complejidad que presenta respecto a su mundo interior.