Crítica de Guardiana de dragones (Dragonkeeper) (2024): reseña y opinión de la película

Dragonkeeper: Guardiana de dragones, la nueva obra de Salvador Simó, el director de Buñuel en el laberinto de las tortugas (2018), que codirige junto a Jianping Li. Un largometraje ideal para toda la familia, en especial los niños, con el que pasar el rato pero que no tiene mucho más.

Transcurrida en la antigua China, donde hubo un tiempo que los dragones y los humanos unieron fuerzas para luchar contra los nigromantes y vivieron en paz y armonía, pero la codicia humana, en especial la del Emperador, llevó casi al exterminio a los dragones. Un día, Ping, una niña huérfana que vive como sirvienta en un castillo remoto, donde descubre los últimos dragones, entablando amistad con Danzi, con quien iniciará un viaje para recuperar el último huevo de dragón de las manos del Emperador y en el camino, descubrirá su poder como guardiana de los dragones.

El problema con Dragonkeeper: Guardiana de dragones, no es la película en sí, es una película comercial sin ninguna pretensión más allá de la de entretener, para que nos hagamos una idea, no estamos ante Robot Dreams (2023), estamos más bien ante la Gallina Turuleca (2020), Goya a mejor película de animación de 2021, lo que choca, más cuando uno va con unas expectativas altas de ver algo con cierta calidad y se encuentra la versión cinematográfica de un Happy Meal, que un domingo por la mañana cualquiera entra con gusto, pero al tratarse de una película que se estrenó como inauguración del Festival de Málaga, que intenta venderse como prestigioso, es casi de risa.