Entrevistas

Dani Jiménez – 27/03/2023

Alejandro G. Calvo: “Mi mujer se fijó en mí por Pasolini”

Desde Historia del Cine.es, hemos tenido el inmenso placer de charlar con Alejandro G. Calvo, crítico de cine, director de SensaCine y ahora también escritor, después de haber publicado su primer libro de la mano de Temas de Hoy, bajo el título de Una película para cada año de tu vida. Un libro en el que Alejandro vuelca su amor por el cine, a través de las diferentes etapas de una vida.

Aunando un total de ciento y una películas, Alejandro G. Calvo no solo se limita a hablarnos de cine, sino que también están presentes muchas reflexiones sobre la vida y sus maravillosas complejidades, haciendo de Una película para cada año de tu vida una oda al cine y a la vida misma. A lo largo de esta entrevista, Alejandro nos cuenta desde cómo fue el proceso de escritura, hasta las personas y películas que le han marcado y siguen marcando su vida a día de hoy. Agradecer desde aquí a Álex, su inmensa generosidad a la hora de llevar a cabo esta entrevista.

Alejandro G. Calvo

Alejandro G. Calvo

Los jóvenes aman el cine

Daniel Jiménez/Historia del Cine.es: Creo que eres la única persona capaz de hacer una sesión doble con un video-ensayo y Pickpocket (1959), y llenar un cine.  ¿Lo has pensado?

Alejandro G. Calvo: Bueno, soy yo quien hace junto a Verónica ese tipo de contenido, como son los A quemarropa, pero la generosidad es de quien viene a verlo. La gente que más nos arropan, son aquellos que continuamente, buena parte de la prensa la está negando; es decir, un público joven, cinéfilo y que por supuesto quiere ver películas en salas de cine. En ese sentido, siempre el discurso es súper pesimista y triste, y no, es todo lo contrario.

Yo no hago más que encontrarme a gente apasionada. Cuando te dicen que el periodismo ha muerto por culpa de internet, yo les digo: “Bueno, yo he hecho el A quemarropa de la ciencia ficción y ha llegado al millón de reproducciones”. Lo que quiero decir es que se pueden hacer muchas cosas y que va a haber gente ahí.

No hay una nueva generación a la que la cultura le de igual, en absoluto. Lo que sí es verdad es que vivimos en una época con muchísimo ruido, muchísima creación de contenido y hay que tratar de ayudar un poco a la gente a diferenciar. En mi caso he sido autodidacta, yo estudié ingeniería química. Aprendí a base de leer muchos libros sobre cine, revistas de cine, yendo mucho al cine y yendo también a bibliotecas a consultar de todo.

Más o menos no era tan difícil, porque ibas al videoclub, estudiabas directores, pero ahora con toda la oferta que hay, lo veo más complicado; ya que dentro de esa oferta, no hay cine clásico en muchas de ellas o cine de autor como tal. Por lo tanto, hay que tratar de siendo respetuosos con todo el mundo, tratar de vehicular a la gente hacia aquello que tú crees que les puede interesar. No a todo el mundo le va a interesar el “slow cinema”, de hecho es uno de los A quemarropa que peor han funcionado en visualizaciones, pero oye, al que le interese le va a llegar genial.

El efecto termita

Daniel Jiménez/Historia del Cine.es: Me comentaba un amigo el otro día, como se sorprendió al ver que un amigo suyo que no había visto cine de autor en la vida, se puso a ver Drive My Car, después de haber visto una de tus video-críticas.

Alejandro G. Calvo: Claro, lo que viene siendo “arte termita”. Es un término de uno de los escritos de Manny Farber, Arte Termita contra Arte Elefante Blanco (2004) y habla de eso; es decir, como desde el “mainstream”, intentas colarla. Es casi te diría como un acto de terrorismo cultural, lo cual me resulta muy fácil, porque me siento cómodo dentro del “mainstream”. En general, el cine comercial norteamericano tiene mucho rechazo, y en mi caso nunca es un punto de partida. Soy de los críticos de los que más valora en Cannes el cine norteamericano que está en competición. En Cannes, el cine norteamericano siempre está muy mal visto, y no es que estemos hablando de cine comercial, pero como es Cannes, estamos a otras cosas.

Trato de ser sincero, a la hora de aproximarme a las pelis. Gran parte del público, me llega por Marvel, Star Wars, etc. La crítica de Vengadores: Infinity War (2018) llegó a las setecientas mil visualizaciones, una autentica burrada. Recuerdo ver crecer los números de esa crítica en tiempo real y flipar; algo que también ocurrió con las de Star Wars: Los últimos Jedi (2018) o con la de Aquaman (2018).

Hay muchas críticas de estas de superhéroes que lo petan y traen a mucha gente nueva al canal, y ya ahí, pues uno intenta hacer algo diferente, hacer un Drive My Car (2021). Recuerdo hacer la crítica de First Man (2018), y no sé por qué, me rallé con Bresson. Le encontré algo “bressoniano” a la película de Chazelle, que me gustó muchísimo, pese a que Whiplash (2014) y La La Land (2016) no me entusiasmen; cosas puntuales, elementos concretos de ellas me gustan, pero en general no son películas que me gusten.

Sin embargo, First Man (2018) me gustaba mucho, por esto que te digo de Bresson, y entonces me pongo a grabar la crítica en el plató y Verónica me dice: “Pero Álex, tendrás que explicar quién es Bresson”. Yo le digo que bien, que lo explico un poco y hablo de paso de Pickpocket (1959). No sabes la de gente que me escribió, que habían descubierto a Bresson y a Pickpocket (1959) tras ver la crítica que hice de First man (2018). No te puedes hacer una idea.

Ahí lo tienes, “arte termita”. Es un poco terrorista, porque luego hay gente que viene a quejarse también porque no les ha gustado o lo que sea, pero no se trata de que a todo el mundo le guste. No nos tiene que gustar a todos, tanto el cine de Antonioni como el de Marvel, pero no está mal que conozcamos a ambos. No está mal que sepas que eso existe.

Alejandro G. Calvo entrevista

El reto de escribir el libro

Daniel Jiménez/Historia del Cine.es: En un año tan ajetreado, en el que estás trabajando en infinidad de cosas, aceptas el escribir este libro. ¿Qué es lo que hizo que te lanzaras a ello?

Alejandro G. Calvo: Estrenamos el A quemarropa del primer volumen del “slow cinema”, y después me fui de vacaciones con mi familia. Cuando me encuentro de vacaciones, me llama Planeta y me ofrece hacer un libro con esta temática. Yo pregunto que para cuando sería, me dicen que para navidades, y me quedo un poco traspuesto, porque con todo lo que tenía que cubrir a la vuelta, el seguir con el A quemarropa y aparte hacer los Tarde de Perros, me resultaba casi imposible comprometerme con algo más.

Yo me conozco, le dedico muchísimas horas a hacer las cosas que hago y de hecho les dije que no la primera vez. Les dije qué no, porque con tanto nivel de trabajo, me era casi imposible ponerme a escribir un libro. A lo que me llama al poco tiempo un buen amigo mío y uno de los mejores críticos de este país, y le comento que Planeta me había ofrecido hacer un libro, pero que les había dicho que no, porque no me daba la vida. Recuerdo que me dijo algo así como: “Claro, como Planeta llama a todo el mundo, pues te puedes permitir decir que no”. Ostras, eso me dejó un poco rallado y dándole vueltas a posteriori, llego a la conclusión de que tenía razón, que era una oportunidad a la que tenía que decir que sí, que no era algo para desechar así a la ligera.

Sobre el proceso de escritura

Daniel Jiménez/Historia del Cine.es: Una vez que les dices que sí, ¿cómo fue todo el proceso de escritura?

Alejandro G. Calvo: Cuando ya me decido a escribir el libro, hago un pacto con mi mujer y mis hijos, diciéndoles que iba a hacer esto y lo que iba a suponer; de hecho mi mujer, ha sido la que me ha corregido todos los textos del libro. En ese instante, empecé a escribir un montón, como si de una fábrica de textos se tratara. Cogía, miraba qué película tocaba, leía sobre ella y la volvía a ver.

Cada aproximación de cada película era diferente, también quería que fuera así; ya que me gusta no mecanizar las cosas, para no aburrirme. Y bueno, pacté con Planeta que no iba a ser un libro de crítica de cine; es decir, analizando la puesta en escena, haciendo un análisis estético, etc.

No, esto debía de ser una cosa más pasional. Esto lo pacto sin saber lo que voy a escribir, porque pienso que sería más sencillo sentarme y decir: “Bueno, voy a hablar de Taxi Driver (1976)”. En vez de coger y hacer un análisis plano por plano de Taxi Driver (1976), leerme toda la documentación que existiese sobre la película y demás. Siempre voy a aprovechar todo lo que sé, voy a documentarme siempre un poquito, pero no tanto para aprender cosas nuevas, como para encontrar el tono; siempre es una cuestión de tono para mí. Encontrar el tono, para adentrarme en la escritura del texto seguro de mí mismo, sabiendo cómo lo quiero contar. No era algo mecanizado como te digo, en verdad si ahora me pusiera a escribir otra vez el libro, contaría con las mimas películas, pero sería un libro totalmente distinto.

Sería distinto, pero el tono seguiría siendo el mismo. No es matemático, no cojo y digo, me voy a poner a hablar de esto, esto y esto. Yo me ponía a escribir todo lo que me salía en ese momento, de una forma muy visceral; algo que no sé si era muy aconsejable, pero el caso es que fue un proceso de escritura muy visceral, no había plan. El único plan era la extensión que debía de tener el libro. Una vez que acabo la escritura del libro, se lo pasé a mi mujer y ella me hizo la revisión del texto estilístico y ortográfico. Después se lo pasé a la editora, la cual me hizo una segunda corrección.

Y eso, un texto detrás de otro, durante 101 días. Fueron tres-cuatro meses de locura, teniendo en cuenta que no dejé de hacer nada de lo que tenía que hacer. Creo que esa urgencia se nota en el libro. Cuando tuve que escribir una carta para los lectores y puse “creo que este libro se va a leer muy rápido, porque lo he escrito muy rápido”, era verdad. Es algo que siento cuando me he puesto a leerlo, porque si llego a haberlo hecho de forma distinta, a otro ritmo, tendría otra forma y emoción.

En ese sentido, tiene una urgencia emocional enorme, me volqué del tal forma en algunos momentos, que yo lo puedo apreciar muchísimo en algunos de los textos que salen. Los leo y digo, joder, cómo te has tirado aquí a lo bestia. No es muy de crítico de cine, dado a que es una aproximación muy emocional, pero estoy contento que sea así. Desde luego que es mi trabajo más personal, hasta la fecha.

Hacerlo personal

Daniel Jiménez/Historia del Cine.es: Hay textos muy sentidos en este libro, en los que se nota que te ha costado escribirlos. Por ejemplo, el dedicado a Los puentes de Madison (1995) me parece tremendamente conmovedor, donde llegas a decir que si tenemos suerte viviremos una larga vida, pero si tenemos muchísima suerte, tendremos cuatro días que serán los mejores de nuestra vida.

Alejandro G. Calvo: Cuatro días buenos, cuatro días de amor puro. Siendo una historia muy triste, porque son solo cuatro días, pero ya son cuatro días. Si yo te analizo un plano, hay poca discusión; ya que te lo analizo y te lo explico bien. Explicar algo así, algo tan íntimo, es algo muy particular, algo que cada uno siente de distintas maneras.

Me daba muchísimo pudor, me resultaba raro al escribirlo, pero me lancé a escribirlo así. En muchas entrevistas que me han hecho, he dicho que es como una autobiografía camuflada, y es que lo es, lo que pasa es que soy lo suficiente pudoroso como para no personalizarlo. Cuando yo hablo de Los puentes de Madison (1995) no solo estoy metido a nivel cinematográfico, también estoy muy metido a nivel emocional.

Cuando alguien coja este libro, cuando mis hijos sean mayores y lo lean, me van a conocer mejor. Creo que no dejo de hablar de películas y que no deja de ser una guía de pelis, pero al mismo tiempo sí que siento que estoy súper expuesto y creía que era importante hacerlo así. Ya no solo porque me facilitaba la escritura, que también, sino porque quería dejar constancia de esos sentimientos y esas emociones. Que esa verdad de mi vida, estuviera presente. Pienso en mis hijos, pero en el fondo cualquier persona que lo lea, creo que me puede llegar a conocer mejor.

Alejandro G. Calvo Wikipedia

Fotografía de Alejandro G. Calvo

Verse reflejado en el otro

Daniel Jiménez/Historia del Cine.es: No obstante, el que seas personal en tu aproximación, hace que el lector se vea más fácilmente reflejado con sus propias vivencias personales. ¿No crees?

Alejandro G. Calvo: Cuando hablo de lo que duele el amor, es algo que se comparte rápido y fácilmente; ya que todo el mundo se ha enamorado, a todo el mundo le han roto el corazón y en definitiva todo el mundo sufre. Hay un momento en el libro que lo digo, que realmente el drama es aquello que guía nuestra vida. A veces tenemos un poco de comedia, pero en general uno no vive la vida como una comedia, la vive como un drama.

Por ejemplo, cuando cumples los cuarenta años no te lo esperas, la hostia es a mano abierta, y eso es Maridos (1970). De repente, entiendes perfectamente a Cassavettes y la película, lo cual te destruye por completo. Con Grupo Salvaje (1969) también es algo que pasa, que de hecho cuando la proyectamos en el MK2 Cine Paz, Rubén Lardín, gran periodista, amigo y quien había visto muchísimas veces la película antes de esa vez, se me acerca y me dice: “Ahora que he cumplido cincuenta años, me he dado cuenta de lo que realmente iba la película”.

Me ha pasado con Maridos (1970) de Cassavettes, que sin duda es uno de mis textos favoritos del libro. Ese querer tapar los problemas, poniendo más problemas encima, esa fuga, ese huir de las responsabilidades es real y eso pasa en la vida, y Cassavettes lo retrata a las mil maravillas. Hay películas así que van en el libro súper bien clavadas. De la misma forma, por encima de mi edad, es todo una prevaricación o extrapolación tremenda. La gente me lo pregunta, pero “¿por qué has puesto “El padrino” con cincuenta y siete años?” Llegados a los cincuenta, opté por meter todas aquellas películas buenas que quería meter, porque había que verlas en algún momento. Ya he sido muy osado colocando películas para explicar emociones vitales en los años en los que he vivido, como para encima imaginar qué es tener cincuenta años.

Es cierto que esa segunda parte del libro es menos emocional, excepto con Los puentes de Madison (1995), porque es más de hablar de películas. No es como hablar de Antes del atardecer (2004), Two Lovers (2008) o Adventureland (2009). Si te fijas, es un libro súper romántico, ahora que lo pienso. Me dices, oye Álex, hazme un libro de cine, y te meto Zombi (1978), La noche de Halloween (1978), La matanza de Texas (1974), etc. Vamos, te hago un libro con casi todas películas de terror que te caes. Al principio pensé que iba a meter también un montón de westerns y al final casi todas son historias de amor; encima, historias de amor tristes.

Luego si es verdad que hay películas que te acompañan y hay de todo. Han entrado películas como Arrebato (1979), ¿Quién puede matar un niño? (1976), Grupo salvaje (1969)… Muchas salen de los Tarde de Perros, porque ya que me había preparado esas películas para el programa, ya de paso las metí en el libro también. Del A quemarropa del “slow cinema”, también han entrado varias como Elephant (2003), En el cuarto de Vanda (2000)” o  ¿Dónde está la casa de mi amigo? (1987). Todas esas son películas que las había trabajado y que escribir sobre ellas me resultaba más fácil.

Lo difícil de hablar de tus películas

Daniel Jiménez/Historia del Cine.es: Entiendo que tuvo que ser especialmente difícil el aproximarte a según qué películas, que son particularmente especiales para ti.

Alejandro G. Calvo: Escribir sobre cine es difícil, pero escribir sobre las películas que te gustan es súper difícil. ¿Cuántos textos habré hecho de Taxi Driver (1976)? ¿Cómo unos treinta? ¿Alguno es bueno? Ninguno. Siempre entro de distintas maneras, pero no soy capaz de conseguir explicar qué es lo que me hace sentir esa película.

Aquí en el libro entré a través de la soledad del protagonista, porque es algo con lo que conectas bastante, teniendo en cuenta que lo sitúo en los treinta años, lo cual a mí me enganchaba muy bien con Two lovers (2008) y con The Master (2012). Esa alineación que te provoca el no encontrar tu lugar en el mundo. Luego Travis Bickle es un tipo que está como una regadera, pero yo sí que conectaba mogollón con su tristeza y con su soledad cuando era joven. Y luego la violencia siempre es muy divertida en el cine, en mi caso conecto muy bien con la violencia ficticia. Es con la violencia real con la que conecto muy mal, no me gustan las películas que son realistas con respecto a la violencia o respecto al drama. No puedo con los porno-melodramas.

A mí dame Todo a la vez en todas partes (2022), que quizás sea una horterada, quizás sea muy camp y en donde la gente se mete movidas por el culo, pero lo disfruto. Prefiero eso a Amor (2012) de Haneke.

No a los porno-melodramas

Daniel Jiménez/Historia del Cine.es: Está muy interesante cuando comparas Vortex de Gaspar Noé, con Amor de Haneke.

Alejandro G. Calvo: Hay gente que me lo discute y me dice que también la de Gaspar Noé es súper dura, que lo es, pero el artificio está ahí. Tú estás viendo la de Gaspar Noé y el mero hecho de que haya una pantalla partida, ya te está metiendo el artificio del cine como tal. Haneke no, Haneke quiere que sufras, quiere lo pases mal y te está diciendo: “Está muy bien que quieras a tu mujer, ¡pero mira lo que le va a pasar!”. No hay opción buena y encima te vende que eso es el amor. Ojo, que lo mejor que te puede pasar es que al final tu mujer babee y que sea maltratada por una limpiadora. No, no puedo con Amor (2012). Tanto es así que tuve un pollo enorme en Cannes, porque todo el mundo salió levitando después de verla y yo en plan, “¿pero esto que es? ¡Qué horror!”. Aun así, Haneke es un director que rueda genial.

Alejandro G. Calvo entrevista de Dani Jiménez

Alejandro G. Calvo

Toda una vida viendo cine

Daniel Jiménez/Historia del Cine.es: Comentas en el libro, que cuando eras un niño tus amigos eran Paul Newman , Steve McQueen y compañía, mientras te pasabas horas en tu habitación viendo películas. ¿Ha cambiado algo con respecto a tu relación con el cine, después de todos estos años?

Alejandro G. Calvo: Mira, a mi hijo Nicolás, le cogí el otro día y le dije: “Nico, tú cuando naciste, fue como si tuviera un nuevo corazón, porque el amor que había sentido ese día no lo había sentido nunca. Fue como un amor nuevo que me inundó y el cual no podía creerme que existiera. Eso cuando naciste. Hoy, te quiero aún más”. Pues lo mismo me pasa con el cine, si me preguntas. A mí siempre me ha gustado mucho el cine, pero nunca como hoy, como ahora. Sigo flipando con el cine, sigo enamorándome de las películas, eso no cambia. Yo veía películas del videoclub y nombro a Paul Newman y a Steve McQueen en el libro por el Coloso en llamas (1974), que la tenía en VHS y me la vi tropecientas veces siendo un crío. Aparte de que eran muy guapos, eran carismáticos, eran héroes, en definitiva eran la caña McQueen y Newman.

Su tío, el cinéfilo

Daniel Jiménez/Historia del Cine.es: ¿Quién es la persona que te infunde la pasión por el cine?

Alejandro G. Calvo: Mi tío Enrique es el que me mete en el cine clásico, el que me coge en su casa y me pone La ventana indiscreta (1954), El bueno, el feo y el malo (1966), etc. Claro, todo ello tuvo un impacto muy fuerte en mí. Luego empezó a llevarme con él al cine, que íbamos él y yo solos normalmente. Mi tío Enrique tiene una hija, mi prima Cris, e igual por una cuestión de género, intentaba compartir esas cosas. También jugaba conmigo al futbol, aunque ya te digo que yo de futbol regular, de cine mucho mejor. Le debo mucho, la verdad.

Él era un apasionado de Woody Allen, y yo enseguida me enamoro del cine de Woody Allen a lo loco, gracias a él. Vamos, yo recuerdo ver Desmontando a Harry (1997) y Misterioso Asesinato en Manhattan (1993) en cines, en el estreno, él y yo. Recuerdo que la primera vez que entrevisté a Woody Allen, enseguida le llamé para contarle que acababa de estar con Woody Allen. Le llamé y le dije: “¿No te vas a creer con quien acabo de estar? ¡Con Woody Allen! Te llamo, porque sé que te va hacer ilusión”.

Es por todo ello que le debo mucho a mi tío Enrique. Con mi padre no, con mi padre he ido solo dos veces al cine. Una para ver Batman vuelve (1992), que se durmió y se puso a roncar; una vergüenza horrible. Y ya más mayor, vimos Corrupción en Miami (2006) y también se durmió. Con mi madre directamente no he ido nunca.

Recuerdos maravillosos

Daniel Jiménez/Historia del Cine.es: Comentas la vez que fuiste a ver ¿Quién engañó a Roger Rabbit? (1988) con tu tío y acabasteis colándoos en un cine de Barcelona…

Alejandro G. Calvo: No sabes lo mal que lo pasé viendo en el cine ¿Quién engañó a Roger Rabbit? (1988). No te puedes imaginar lo que fue para ese pequeño Álex colarse en el cine, estuve toda la proyección nerviosísimo. Porque hubo una época real en la que tú ibas al videoclub y no podías alquilar la película, porque estaba siempre alquilada. Igual habías esperado un año a que la peli hubiera llegado al videoclub, desde que se pasase por cines, y siempre estaba ocupada. Y cuando por fin conseguías la película, se veía mal, pero te daba igual, porque era la única forma de ver estrenos, cuando no los habías podido ver en el cine.

Alien 3 (1992) no la vi en el cine y estaba todos los días yendo al videoclub a preguntar, una y otra vez, si había llegado ya la película al videoclub. Con Pulp Fiction (1994) me pasó algo parecido, aunque esa sí que la había llegado a ver en el cine. La vi dos veces en el cine y ya una vez que desapareció de los cines, tuve que esperar unos ocho meses a que llegara al videoclub. Y de repente llegaba Pulp Fiction (1994) al videoclub, pero ya estaba pillada. Y luego el ir al cine a intentar pillar entrada para ver una película al cine, y tener que volverte a casa porque estaban agotadas. No te hablo de los cines de ahora, te hablo de cines con ochocientas butacas, que eran prácticamente palacios. En Barcelona, el Cine Urgel, el Cine Novedades o el Coliseum era a los que yo iba a verme todo lo que podía.

Negar la nostalgia

Daniel Jiménez/Historia del Cine.es: Al final, son aquellas películas las que  perduran en la memoria, ¿no? Esas películas que relacionas con momentos específicos de tu vida.

Alejandro G. Calvo: A mí se me han quedado todas, eh. Vamos, recuerdo ver La roca (1996) de Michael Bay, y estar flipando viéndola. También recuerdo ir a ver cualquier chorrada, si es que yo me veía todo, iba al cine un montón. Recuerdo cuando fui a ver Matrix (1999), después de haber visto el tráiler y haberlo flipado un montón, de estar petrificado en la butaca del cine de lo que acababa de ver. Ver películas como Matrix (1999) en el cine en aquellos tiempos era como ahora cuando voy a Cannes, ahora solo experimento esa sensación en Cannes. Que vas a Cannes, y de repente vas a ver la nueva de Scorsese. Eso lo hemos perdido, ya no hay esas aglomeraciones de la gente yendo al cine corriendo a ver un estreno, aunque Avatar 2 (2022) se haya convertido en la tercera película más taquillera de la historia.

Y claro, yo me he criado con eso, entonces dispongo de una nostalgia cinéfila muy potente, pero siempre la elimino como crítico. Como crítico trato de negar la nostalgia para valorizar películas, porque eso creo que no le aporta ningún valor, ¿sabes? Porque acabaría como un crítico rancio diciendo: “Eso sí que era cine o ya no se hace cine como el de antes”. Y no, la verdad que en los Oscars, por ejemplo, habrá sido lo que habrá sido, habrán premiado lo que han premiado, pero había propuestas muy buenas, si te pones a pensar. Cada año descubro películas muy buenas y que me acaban encantando, y en ese aspecto hay muchos críticos como yo. A Jaime Pena, cuando votamos para Sight & Sound, le dije que estaba intentando meter películas de este siglo, porque no quería que todo fueran clásicos, y me dice: “Claro, si a mí lo que me gusta es poner películas del otro, todas las mías son del siglo XXI”.

Lo que vengo a decir es que el cine sigue existiendo, sigue pasando. Hay que negar esa nostalgia como crítico, aunque como persona cada uno que haga lo que le dé la gana. No puedes ir en plan: “¿Sabes qué película es buenísima? Teen Wolf (1985), porque la vi en el cine siendo joven”. No tío, Teen Wolf (1985) es un poco mala. A ver, es una película que yo se la he puesto a mis hijos y funciona, porque tiene ese punto de cine de terror con comedia, el baloncesto y es un tanto ridícula. Bueno, pero no porque te gustara en la infancia una película, hace buena de por sí a la película. Eso, repito, como crítico, como persona puedes opinar lo que quieras.

Sus inicios como crítico de cine

Daniel Jiménez/Historia del Cine.es: Con doce o trece años empiezas a escribir tus primeras críticas, las cuales ibas ordenando en una archivadora, junto a los VHS de las películas que ibas viendo.

Alejandro G. Calvo: Sí, con doce años me dieron un premio por una novela horrible que escribí de unas cien páginas; por lo que ya escribía antes. Te estoy hablando de escribir cuando no existía internet y no existía el “office”; ahora que lo pienso, no sé con qué escribía en el ordenador por aquel entonces. Cogía y escribía textos, porque desde siempre he leído mucho. Mis padres siempre me compraban las revistas de cine: Fotogramas, Cinemania, Dirigidos, Imágenes, Los Nickel Odeon de Garci, etc. También fotocopiaba en bibliotecas los Dirigidos antiguos.

Recortaba las críticas y me hacía mis archivadores; es decir, las de Scorsese por una lado, las de Ford por otro y demás. Si tenía la película en VHS, cogía y metía las críticas en los VHS. Tuve más de mil cuatrocientos VHS en total. Mi madre me tiró casi todos, cuando me fui de casa y se cabreó. Tampoco podía irme con los mil cuatrocientos a la primera casa a la que me fui a vivir por mi cuenta, ya que a duras penas entraba yo en esa casa.

Y bueno, empecé a escribir de todo, me acuerdo de yo que sé, películas como Terciopelo azul (1986) de Lynch, que igual no tenían texto, y yo me ponía a escribir un texto sobre ellas sin tener ni idea. Era como si estuviera inventando un lenguaje para explicar conceptos de puesta en escena que no conocía. En fin, eran horribles. Pero así empecé, escribiendo esos textos para mí, y cuando llegó internet a mi casa, me conecto y me encuentro con varias webs de cine. Entonces a una de ellas le empiezo a enviar algunos de los textos que había escrito para mí y de repente me los publican, y me ponen mi nombre completo.

Como en el mail ponía Alejandro González Calvo, pues así se quedó por ese mail de 1999. Todos los textos empiezan a aparecer firmados por Alejandro G. Calvo, porque no les entraba en la caja de edición todo. Y pusieron Alejandro, cuando nadie me llamaba Alejandro. Todos mis amigos y familiares me llamaban Álex, pero ahora con el paso del tiempo, hasta mi mujer Penélope me llama Alejandro. Y así es como empecé mi carrera como crítico de cine.

Fue profesor de algebra lineal

Daniel Jiménez/Historia del Cine.es: ¿Cómo te dio luego por estudiar ingeniería química?

Alejandro G. Calvo: Estudio ingeniería química porque algo había que estudiar, de algo había que vivir. Yo era de ciencias, a mí siempre me gustaron las matemáticas, la física y la química. Me metí en una carrera súper difícil, en la que en el primer año suspendí todo. Todas las asignaturas, repetí con todo suspendido y no es que fuera mal estudiante, dado a que venía de sacar muy buenas notas en el instituto.  Bueno, pues mientras iba sacándome la carrera, yo seguí creciendo como crítico y me empezaron a publicar críticas en La Vanguardia y en Rockdelux.

No tenía padrino, no tenía enchufes, no tenía a nadie que me dijera “ven por aquí”. Por ejemplo, con RockDeluxe, empecé a colaborar después de haberme encontrado a Quim Casas durante un pase de prensa. En aquel entonces, él llevaba la sección de cine en RockDeluxe y me pidió un texto. Fue algo maravilloso para mí, porque además yo adoraba a Quim Casas, era súper fan. Esa fue la primera vez que cobré por una crítica. Y en La Vanguardia fue Salva Yopark, que ya no está porque se jubiló, y me pidió un texto de Kieślowski, algo genérico sobre su cine. Vino a decirme: “háblame de Kieślowski, que ya nadie se acuerda de su cine. Y bueno, para hablar de Kieślowski o de cualquier otro director, me veía todo su cine, me leía todos los libros que encontraba en la biblioteca, etc.

Y acabo la carrera y digo no, voy a intentarlo. Era profesor de algebra lineal de los chavales de primero de carrera, por aquel entonces. Tenía pasta en ese momento y me podía permitir el decir “este año voy a intentar ser crítico de cine”. Ganaba mucha pasta como profesor. Jo, qué tiempos. Y entonces me contrataron. La suerte, es que en parte es una cuestión de suerte y de intentarlo. Voy a ver a mis padres y en el edificio en el que tenían el piso, tenían a un vecino que era director de una escuela de cine en Barcelona. Llevaba yo un libro de Howard Hawks en la mano, el libro de Joseph Mcbride, y me dice subiendo los dos en el ascensor: “¿Te gusta Howard Hawks? ¿Sabes qué es un fascista? A mí el que me gusta es Tarkovski. Espera, espera, ven a mi casa”.

Voy acojonado y me da un ejemplar de Esculpir en el tiempo (1984) de Tarkovski, que lo tenía todo subrayado. Este señor era Héctor Fáver, que era un tipo muy loco que dirigía una escuela de cine en Barcelona como te he dicho y que fue el que me dio mi primer trabajo en el cine. Y estaba como una regadera, fue productor de Tren de sombras (1997) de José Luis Guerin, una de las mejores películas de nuestra historia. También había estado en Cannes y en Venecia con dos películas, La memoria del agua (2015) e Invocación (2000); dos películas muy radicales y no precisamente muy buenas. Bueno, pues ese hombre fue quien me dio mi primer curro, trabajando en su escuela de cine.

Desde entonces, no he parado de hacer cosas para el cine. He vivido con mucha precariedad, también te digo. Cuando me vengo a Madrid para estar con mi mujer, me ayudaba ella a salir adelante. Colaborando con prácticamente todos los medios de cine de este país, ganaba alrededor de 400 euros al mes. Sobre todo escribía para El Cultural, que era semanalmente y eran de los que más me pagaban. Pero sí, pese a colaborar con muchos medios no me alcanzaba para mucho, por lo que durante una época de mi vida viví más del sueldo de mi mujer, hasta que me contrata SensaCine. Un buen día, me viene un señor francés que quiere lanzar SensaCine en España y me cogen a mí de redactor jefe. Y bueno, hasta ahora.

Entrevista a Alejandro G. Calvo

Su relación con sus hijos

Daniel Jiménez/Historia del Cine.es: Me fascina el texto que le dedicas a Buenos días (1959), donde te abres con respecto a la paternidad y la relación con tus hijos.

Alejandro G. Calvo: Ser padre no es fácil y a mí me hubiera encantado que mis padres me hubieran acompañado en algo, ya que no me acompañaron en nada. Entonces, yo no puedo dar consejos a nadie sobre paternidad, pero sí que puedo hablar desde mi experiencia personal. Trato de que mis hijos confíen en mí, que sepan que les quiero y que puedan confiar en mí. Y luego, de forma natural, quiero hacer cosas súper divertidas con ellos. Quiero ver con ellos desde Buenos días (1959) de Ozu, hasta RRR (2022). Pero, imagínate que no les molase, tampoco los forzaría; es decir, la primera vez que les puse una de Buster Keaton, pensaba que igual se aburrirían, pero no.

Por lo contrario, en otra ocasión, les puse Rio bravo (1959), que fue el primer western que les puse y que a mí me flipa, y se acabaron aburriendo muchísimo; también eran muy pequeños, en torno a los cuatro y seis años. Bueno, pero no por eso dices “ya no sois hijos míos”, ¿sabes? No, si lo que resulta es que les gusta otra cosa, voy a estar ahí con esa otra cosa con ellos. A mí, por ejemplo, no me gusta nada el fútbol, pero si mis hijos quieren jugar en el Real Madrid, voy a estar ahí con ellos. Mis hijos me van a tener a su lado si me necesitan siempre, hagan lo que hagan. Y desde luego, que desde el principio sepan, que yo tengo unas limitaciones tremendas, porque soy muy emocional, tengo mucha ansiedad por mi trabajo, etc.

Me explico mucho a mis hijos y estoy con ellos, trato de estar con ellos lo máximo posible. Pronto mi hijo mayor llegará a la adolescencia y si puedo ayudar a mi hijo a que no sufra en ese proceso horrible que es la adolescencia, entonces seré feliz. Porque sabes que si se enamora y le rompen el corazón, ahí no voy a poder hacer nada. Si no me quiere contar las cosas, no voy a poder hacer nada. Entonces, yo espero que todo lo que he hecho hasta ahora, sirva para que si le ocurre cualquier cosa, tenga la confianza para decírmelo. Tengo la suerte de que los dos son cinéfilos, que el día que estábamos viendo RRR (2022) juntos, acabaron saltando los dos en el sofá. Hace poco sin ir más lejos, me llevé a Nico a la Filmoteca a ver Pasión de los fuertes (1946) y le encantó. Tengo la suerte de que eso vaya bien, pero la puedo cagar cualquier día. Por eso te digo que no puedo dar consejos de ser padre, yo lo que trato es ser un buen padre y hacer un poco lo que no hacían conmigo mis padres.

Mira, te voy a contar una anécdota. Sony Pictures montó una movida hace años que se llamaba “Summer of Sony” que te invitaban al hotel Ritz-Carlton de Cancún dos semanas, todo pagado y viajando en primera. Cada día tenía dos junkets, a veces tres, con películas no estrenadas. Y ahí entrevisté a Adam Sandler, Peter Dinklage, Chris Columbus, Seth Rogen… No sé, fue una locura. Además convivías en el mismo hotel con las estrellas; es decir, yo iba con mi hijo Samuel que no tenía ni un año en el carrito, meterme en el ascensor y encontrarme a Ben Kingsley, y yo empujando a Ben Kingsley con el carrito para poder entrar. En general, todos los periodistas iban a pasárselo bomba, a disfrutar de las súper vacaciones pagadas. Yo me fui con mi mujer y mis hijos, y todo el mundo se reía de mí por ello.

La gente me preguntaba continuamente de por qué había ido allí con mi mujer y mis hijos, y yo les respondía de porque no quería dejarles solos. Y eran demasiado pequeños para acordarse de ello, ahora se lo digo y no se acuerdan. Uno de los días que pasamos allá, me encontraba entrevistando a Liev Schreiber, que por aquel entonces estaba casado con Naomi Watts. Bueno, pues en la piscina del hotel, estaban sus dos hijos jugando con mis dos hijos, mientras Naomi Watss estaba hablando con mi mujer. De decirle a mi mujer que qué tal en la piscina y decirme: “Bien, hablando con Naomi”.

Eso pasó. También, cada noche, había una especie de fiesta temática. Llegaba a ser obsceno, la verdad. Me acuerdo que estaba la fiesta de James Bond de Spectre (2015) y todo estaba customizado como si fuera una película de James Bond. Yo, desde la habitación del hotel viendo la fiesta, porque estaba durmiendo a los niños. Y tuve que pedir pizzas al “room service”, porque lo que tenía pagado era la cena que servían en esa fiesta a la que no fui. Lo que vengo a decir con todo esto, es que me complico mucho la vida para estar con mis hijos.

Viendo cine en familia

Daniel Jiménez/Historia del Cine.es: Muchas películas las has acabado incluyendo por ellos, ¿no es así?

Alejandro G. Calvo: El libro lo hemos escrito juntos. Muchas películas las hemos visto juntos o han sido ellos los que me han dicho de incluirlas; la de El gigante de hierro (1999), por ejemplo. Me encontraba acabando de escribir el libro en Navidad, escribiendo tanto en nochebuena, navidad y fin de año, para llegar a la fecha de entrega. Cuando estaba ya en los 88 años, mi hijo Nico me dice que si voy a poner El gigante de hierro (1999), a lo que le digo que no, porque ya había escrito toda la animación que iba a aparecer. Pero va y me suelta: “Pero es que es mi película favorita”. Yo, jope, no me digas eso. Por lo que a los 89 años, pum, El gigante de hierro (1999). Pero hay más películas que han entrado, después de haberlas visto en familia.

Blade Runner (1982) no iba a entrar al principio, y me flipa, pero no tenía pensado meterla. Pero un día me dicen de ver Blade Runner (1982) y yo, “¿enserio? Tenemos que ver pelis que vayan a entrar en el libro”. Dio igual, ellos querían verla por lo que la vimos juntos y acabó estando dentro del libro. Luego te alegras, porque hay películas en el libro que en la vida pensaba que iba a meter en un libro mío, como pueden ser Mi noche con Maud (1969) o Zombies Party (2004). Luego no han entrado pelis que para mí son súper importantes, como las películas de Pasolini o Fellini; dos directores con lo que crecí. De hecho, mi mujer se fijó en mí porque yo estaba a gritos en un cine defendiendo a Pasolini, y no he metido ninguna película suya. Y mira que me gusta todo de él, desde las películas más “hardcore”, hasta las comedias.

La importancia de Pasolini

Daniel Jiménez/Historia del Cine.es: He leído en muchas entrevistas que Saló o los 120 días de Sodoma (1975) de Pasolini, es una de las películas de tu vida. ¿En qué momento de tu vida la viste? y ¿Qué hizo que no la incluyeras al final en el libro?

Alejandro G. Calvo: Saló o los 120 días de Sodoma (1975), recuerdo verla en un cine de reposición que había en Barcelona, que se llamaba el Méliès. Era un cine que cuando llegaba el verano, proyectaba copias en 35mm de toda la historia del cine. Yo ahí me veo de todo, copias hechas polvo, destrozadas de estar súper rayadas, pero me daba igual. O sea, la copia que yo vi de Roma, Ciudad Abierta (1945) de Rossellini, no se veía nada, estaba totalmente destrozada. Y bueno, un día proyectan Saló o los 120 días de Sodoma (1975) de Pasolini.

No éramos más de quince en la sala, nunca había mucha gente, no sabía lo que estaba a punto de ver y tendría unos veinte años. Te puedes imaginar cómo acabé, encendieron las luces en la sala, y yo seguía perplejo de lo que acababa de ver. En un principio iba a estar dentro del libro, pero luego reculé y me dije que cómo iba a meter a los ochenta años, una película tan bestia como Saló o los 120 días de Sodoma (1975).

Nadie se ha quejado todavía, ha entrado muy bien el libro en todos estos medios generalistas, porque está Tiburón (1975), Blade Runner (1982), Annie Hall (1977), 2001: Una odisea del espacio (1968), etc. Al ser clásicos intocables del cine, entran muy bien en los medios generalistas. Pero el que se lo compre se va a comer un texto de En el cuarto de Vanda (2000) de Pedro Costa o dos textos de documentales de Ross McElwee y Rithy Panh, sin entender de qué estoy hablando.

Al igual que meto a Chantalle Akerman con un orgullo tremendo o a Agnès Varda. De hecho, iba a meter a otra directora, Kelly Reichardt. Estuve dudando todo el rato entre meter Tierra brava (2010) o First Cow (2019). Me decanté al final por Tierra brava (2010), pero no entró al final. Y me dio mucha rabia, porque Kelly Reichardt es una directora que me fascina, desde que la descubriera en la Quincena de Realizadores en Cannes con Old Joy (2006).

Reírse como final de la escapada

Daniel Jiménez/Historia del Cine.es: ¿Tenías claro que los últimos diez años del libro iban a ser todo comedias?

Alejandro G. Calvo: Sí, teniendo en cuenta de que no tenía nada claro, eso lo tenía clarísimo. Sabía que la última película iba a ser 2001: Una odisea del espacio (1968), sabía que la primera iba a ser El árbol de la vida (2011) y que las últimas diez iban a ser comedias, pero no sabía nada más. El resto era una lista de deseos de lo que me gustaría que estuviese en el libro. Había una voluntad también de no hacer solo cine norteamericano y el de no hacerlo desde una perspectiva masculina íntegramente.

Precisamente en la adolescencia meto Fuera de Onda (1995) y Criaturas celestiales (1994). Ahí podía haber metido Súpersalidos (2007) o El club de los cinco (1985), pero no, quise que fueran chicas. Quería que hubiera una perspectiva femenina en ese crecimiento por edades y sobre todo en un momento tan clave como es la adolescencia.

Disfrutar del cine

Daniel Jiménez/Historia del Cine.es: Por último, ¿Cómo ves la crítica cinematográfica en la actualidad? 

Alejandro G. Calvo: Durante muchos años, ha habido dos vertientes de la crítica siempre enfrentadas: La seria y la lúdica. Yo siempre he sido alguien que me ha gustado llevarme bien con todo el mundo, ser feliz y ser más unionista que rupturista. Estoy en contra de los elitismos y los clasismos. Cuando creces como crítico, es muy difícil, y sobre todo cuando eres joven, porque muchos vienen a decirte que no tienes ni idea de cine y te van dando lecciones de lo que para ellos es el cine de verdad. Yo he luchado contra eso, yo soy capaz de defender a Michelangelo Antonioni a quien lo odia y defender a Marvel a quien lo odia, porque lo creo así. No significa que yo tenga razón en cuanto a las opiniones, pero sí que creo que tengo razón en dejar que la gente crezca libremente en su relación con las películas; es decir, que se atrevan a ver a Antonioni, pese a que quizás la primera vez no entiendan nada. 

Recuerdo que la primera vez que vi El eclipse (1962) no entendí nada, porque tardas años a veces en entender según qué películas. De Éric Rohmer me vi todo su cine antes de los veinticuatro años y tardé años en entender a Rohmer, pese a que me vi todo su cine muy joven. No sé, la vida es ya de por sí muy complicada y difícil, vamos a intentar ser felices un poco. Luego me puedo equivocar en críticas o en ciertas opiniones, pero no es importante, porque mi opinión es lo menos importante de lo que yo tengo que aportar. 

 

 

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