Mikhail Kalatozov: biografía, características y estilo de su cine
Mikhail Kalatozov fue uno de los cineastas soviéticos-georgianos más reputados y distintivos del siglo XX, y logró tal estatus a través de un cine de estética experimental, sublime e historias comprometidas políticamente, aunque no por ello menos entretenidas.
Representante de la corriente artística del realismo socialista a través de su trilogía de obras maestras iniciada con Letyat zhuravli (Cuando pasan las cigüeñas, 1957), continuada por Neotpravlennoe pismo (La carta que no se envió, 1960) y la controvertida Soy Cuba (1964), el estilo de Kalatozov fascinó a cinéfilos de todo el mundo e incomodó al poder en varias ocasiones, tanto en el exterior como en su propia tierra.
A menudo este director es mencionado en la actualidad sólo por su mencionado largometraje antibelicista Cuando pasan las cigüeñas y la pseudopropagandística Soy Cuba -alabada y redescubierta por Francis Ford Coppola y Martin Scorsese– pero en su filmografía, transcurrida entre 1928 y 1969, contiene otros metrajes, entre la ficción y el documental, que vale la pena conocer para comprender su trayectoria de más de cuarenta años.
Biografía
Mikhail Konstantinovich Kalatozishvili, Kalatozov nació un 28 de diciembre de 1903 en la capital de Georgia, Tiflis (hoy bautizada como Tbilisi) entonces ocupada por el Imperio Ruso. De familia privilegiada, con frecuencia su casa recibía visitas de líderes revolucionarios, científicos georgianos e intelectuales, ya que su padre, agrónomo de profesión, era un ferviente idealista de izquierdas. Como curiosidad, un tío del joven Mikhail era general del ejército zarista y otro fue miembro fundador de la Universidad de Tbilisi.
Estudió economía en una escuela técnica a partir de sus 14 años, pero su prematuro acceso a la academia se obstaculiza tras el estallido de la revolución rusa en 1917, por lo que se vio obligado a trabajar.
Como por azar del destino, consigue trabajo como proyeccionista en una productora georgiana en 1923, empresa donde se le permite explorar distintas ramas del medio: editor, asistente de cámara, director secundario, guionista, etc. El joven cineasta amateur debutó como actor en 1925 en la cinta de terror Tariel mklavadzis mkvlelobis saqme, del entonces reputado cineasta soviético-georgiano Ivan Perestiani, quien sería una influencia clave para el futuro director.
Desde que Sergei Eisenstein estrenó su obra magna El acorazado Potemkin (1925), los cineastas rusos como Lev Push y Nikoloz Shengelaia extendieron la filosofía del montaje soviético con películas mudas como Giuli (1927), donde Kalatozov firmó como co-guionista y cinematógrafo. Giuli mostraba un romance prohibido entre un musulman y una cristiana, y fue mal recibida por su tono condescendiente y torpe de las realidades sociales.
Sin embargo, la cinematografía a cargo de Kalatozov mostraba otro nivel de excelencia técnica, con secuencias que rayaban en lo surrealista, experimental y tétrico. En el mismo año debuta como director con los metrajes (ahora perdidos) de Tskhenebis pabrika (Stud Farm) y Zahesis I turbinis gakhsna (Opening of Zahesi, Electric Power Station) y para 1928 dirigió su primer metraje importante (y que sobrevive) en compañía de la cineasta Nutsa Gogoberidze, Mati samepo (Their Empire, 1928) un corto documental de propaganda.
Aquellos años entre 1927 y 1930 completó varios metrajes de propaganda hasta que obtuvo la oportunidad de dirigir el mediometraje Jim Shvante (Sal para Svanetia, 1930) que documentaba la vida del pueblo étnico svan. La película es hoy considerada un hito del cine soviético, una de las primeras películas etnográficas y una obra clave para el documental con alto valor antropológico. La cinematografía expresionista de Shalva Gegelashvili y Kalatozov influyó en cineastas venideros como el maestro Andrei Tarkovsky, quien catalogó la obra como “un film increíble”.
Sin embargo, también fue mal recibida por el régimen estalinista debido a su énfasis en el atraso sociocultural de los svans en lugar de celebrar el aparente progreso dado por el socialismo.
En tal documental se muestran ya algunas de las constantes del cine de Mikhail Kalatozov: el montaje frenético, planos holandeses y mensajes políticos incómodos o cuando menos, perspectivas algo censurables para los estándares de la época.
Le siguió Lursmani cheqmashi (El clavo en la bota, 1931) donde se relata la historia de un soldado inepto que es juzgado por un tribunal corrupto. Fue censurada y archivada en represalia a su cinta anterior y porque, según las autoridades soviéticas, el filme era “malicioso” por sí mismo.
Ya toda la década de los años treinta sería para Mikhail de poca actividad cinematográfica, pero de maduración en el medio: se gradúa de director de cine en los estudios Lenfilm en 1937 y sólo completa una película más de propaganda pro-socialista: Muzhestvo (1939).
Mikhail Kalatozov codirigió con Sergei Gerasimov, Los Invencibles (1943), la primera película de la Gran Guerra Patria, es decir, las recién iniciadas batallas entre la Alemania Nazi y la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial.
La cinta ha pasado a la historia como un relato predeciblemente escueto de la guerra (apenas estaba iniciándose, y pretendía ser un semidocumental) pero prodigiosa debido a la calidad de la fotografía y el énfasis en las consecuencias morales y psicológicas de la guerra. Los años cuarenta de Kalatozov se caracterizarían por más largometrajes de propaganda, bien ejecutados, pero poco recordados.
En 1954 dirigió su única comedia Vernye druz’ya (Tres hombres sobre una balsa, 1954), una de sus primeras películas altamente taquilleras y celebradas, pese a que se censuró parte del metraje debido a su humor crítico con el régimen soviético.
Características, temáticas y estilo del cine de Kalatozov
Fotografía poética e inusual
En el cine de Kalatozov no importa tanto lo que se cuenta sino cómo se cuenta. Su máxima era cuidar la estética del cine, y eso lo transmitía con una cinematografía tan atrevida como intimista. Con regularidad, usaba primeros planos, planos holandeses y en menor medida, el plano secuencia, el plano subjetivo y la doble exposición. La iluminación, según lo que pretendía comunicar, podía ser neutral y gris (como es el caso de La carta que nunca fue enviada (1960), o poseer un altísimo contraste (Soy Cuba (1964)).
Historias sencillas y sociopolíticas
Las tramas son simples y directas. La narración de Kalatozov es lineal y corriente. Los guiones se mantienen con una estructura sólida en todo momento, o, al menos, privilegian la narración dirigible para cualquier público.
Cámara en mano
Claramente, la Steadicam no existía en aquel entonces, pero Kalatozov se las ingeniaba para sostener la cámara como si viéramos desde la perspectiva de una persona más. Es una de las características más llamativas de su cine, algo que se realza cuando la cámara se mueve con la gente, como cuando corren o trabajan manualmente.
Edición de sonido
Algo que pocas veces se comenta sobre Kalatozov pero que también resulta en un elemento excepcional. El uso distintivo de la voz en off, del silencio y los ecos, de tal manera que se comunica el estado mental de una persona y el estado de su entorno, como la escena de la piscina al principio de Soy Cuba o aquella donde un campesino se lamenta de su vida.
Películas más importantes de Mikhail Kalatozov
Sergei Urusevsky y Mikhail Kalatozov fueron el dúo perfecto
Sergei Urusevsky es el nombre del cinematógrafo y director de fotografía que llevaría la estética de Kalatozov a otro nivel. Él es un aliado clave en redefinir los límites de la cámara, moviéndola de maneras prodigiosas e imposibles, e influyendo así en los cineastas venideros de todo el mundo.
Iniciaron su colaboración con Pervyy eshelon (El primer convoy, 1957), un drama a color que pasó sin pena ni gloria, aunque la fotografía destaca por el uso de primerísimos planos y planos completos exagerados, tal cual como haría Sergio Leone en su emblemática Once Upon a Time in the West (1968).
El trabajo de Urusevsky, irónicamente limitado ya que sólo se conoce por las cuatro películas en las que participó con Mikhail Kalatozov (y menos se le recuerda su propia faceta como director) se destaca en la trilogía más célebre del mencionado cineasta. A saber:
Cuando pasan las cigüeñas (1957)
Ya todos los elementos del característico cine de Mikhail Kalatozov llegaron a su punto álgido en 1957 con la película Letyat zhuravli (Cuando pasan las cigüeñas), un antes y un después para el cine soviético, ya que presentaba una historia diferente a las que solía proponerse en tal industria, habituada a la propaganda y a la idealización de la guerra.
Las magníficas interpretaciones de Tatiana Samoilova y Alexey Batalov cautivaron al público global, tanto como para que la película ganara la Palma de Oro en el 11º Festival de Cine de Cannes. Además, el núcleo del largometraje gira en torno a su protagonista, Verónica, una mujer corriente y simpática que evoluciona a lo largo de la historia.
La película presentaba una historia de romance trágico, en el que a través del personaje de Samoilova se mostraban las consecuencias de la guerra, ya que pese a ser un relato tan localizado en un conflicto concreto, la narración se encarga de mostrarnos elementos comunes y universales de la guerra: hambre, destrucción, corrupción e injusticia.
Cuando pasan las cigüeñas (1957)
La carta que nunca fue enviada (1960)
De nuevo con Tatiana Samoilova y el maestro innovador Urusevsky detrás de cámaras. Menos alabada que la propuesta anterior, pero presenta otra capa del talento del dúo Urusevsky-Kalatozov. Esta vez se narra la historia de cuatro geólogos en busca de diamantes, y más que un drama es una cinta de supervivencia y suspenso.
La cinematografía destaca por transmitir la inmensa soledad de los protagonistas y el ambiente fantasmal de Siberia. Las cumplidoras interpretaciones se acompañan de un guion que disimula sus carencias con un montaje y edición de sonido excepcionales, en compañía de un ritmo pausado y que acumula tensión poco a poco.
Fotograma de la película
Soy Cuba (1964)
En términos de cinematografía, este largometraje (planteado como propaganda) fue el punto máximo para Kalatozov y su compañero. Es la más arriesgada, amplia y experimental en lo que respecta al lenguaje visual (lo que fue una pesadilla para el inexperto equipo técnico de apoyo cubano) y pretendía ser una glorificación de la revolución castrista.
Son cuatro historias en el contexto de la Cuba desigual y reprimida por la dictadura de Fulgencio Batista, y sólo la última hace referencia a la lucha armada liderada por Fidel Castro. Por desgracia, no gustó en la sociedad cubana porque sentían la película como “demasiada poética” y como un relato infantilizado de su cultura, y desde el lado soviético, el régimen rechazó la película porque sentían que Kalatozov humanizó mucho a los capitalistas. El contexto sociopolítico era peliagudo: Empezó a filmarse en medio de la crisis de los misiles y fue estrenada en un momento en el que las relaciones soviéticas-cubanas se enfriaron, ya que se retiraron los misiles sin consultar a Castro. Por ser una cinta de origen comunista, nunca se estrenó en casi todo Occidente.
Sólo en 1992 se proyectó la película nuevamente durante el homenaje a Kalatozov en el Festival de Cine de Telluride en Colorado. Entre la audiencia estaban Francis Ford Coppola y Martin Scorsese, quienes rescataron el largometraje del olvido. Desde entonces, la película ha sido alabada por su mensaje antitotalitario (las historias pueden leerse como típicas de cualquier nación latinoamericana) y por su excepcional cinematografía, en la que la cámara incluso se sumerge en el agua o se mueve como si fuese un pájaro.
Soy Cuba (1964)
La tienda roja (1969)
Después de Soy Cuba y la titánica experticia técnica que implicó, Kalatozov, ya en sus setenta, sólo completó una película más, la más occidental de todas y una rara avis de su filmografía: Krasnaya palatka de 1969 (La tienda roja) una co-producción épica (a color y en formato ancho) entre la Unión Soviética e Italia, con un elenco internacional encabezado por las estrellas Sean Connery, Peter Finch y Claudia Cardinale.
Esta vez Urusevsky no pudo estar, aunque la cinematografía sobresale con el toque único de Kalatozov. La trama, similar a La carta que nunca fue enviada, narra como un flashback una fallida travesía en dirigible al Ártico en 1928. Sí, esta vez la trama es contada de una forma poco convencional. Y quizá no fue la mejor despedida, pero es una película bien conseguida.
Sea como fuere, el maestro Mikhail Kalatozov, influenciado por Nikoloz Shengelaia, Nutsa Gogoberidze y Sergei Eisenstein, nos dio un cine digno de renombrarse como poesía visual, nutrido de forma y contenido. Algo que pocas veces se puede lograr con semejante soltura, y menos en aquellos días.
Claudia Cardinale en La tienda roja (1969)
Filmografía completa:
- Jim Shvante (Sal para Svanetia) (1930)
- Lursmani cheqmashi (El clavo en la bota) (1931)
- Muzhestvo (Courage) (1939)
- Vladimir Belokurov and Vladimir Kononov in Wings of Victory (1941)
- Las alas de la victoria (1941)
- Nepobedimye (1943)
- Moscow Music Hall (1946)
- La conspiración de los malditos (1950)
- Torbellinos hostiles (1953)
- Tres hombres sobre una balsa (1954)
- El primer convoy (1956)
- Cuando pasan las cigüeñas (1957)
- Neotpravlennoe pismo’ (La carta que nunca fue enviada) (1960)
- Soy Cuba (1964)
- Krasnaya palatka (La tienda roja) (1969)
Referencias:
- https://russiapedia.rt.com/prominent-russians/cinema-and-theater/mikhail-kalatozov/index.html
- https://chapaev.media/faces/1688
- https://www.imdb.com/name/nm0435563/?ref_=tt_ov_dr