Crítica de Vermin: La plaga (2023): reseña y opinión de la película
Siendo más entretenida que terrorífica, resulta en un buen homenaje al subgénero de plagas
Puntuación ✪✪ (3/5)
La araña ya no da miedo. Si a principios de siglo quedó relegada a una figura prácticamente mitológica, como en El Señor de los Anillos: el retorno del Rey (2003), en la contemporaneidad ha terminado sentenciada en la imagen de uno de los mejores superhéroes nacidos del cómic: Spider-Man. Repito, ya no da miedo porque ahora es cool; en el cine es marca de la casa Marvel Studios —esperemos que los de Sony no lean esto—, donde su tibia trilogía y sus apariciones con los Vengadores conforman el nuevo motivo del público más joven para pisar una sala de cine —sería conveniente recordar que el amigo y vecino Spider-Man también ha ganado la batalla cultural en el mundo de los videojuegos—.
No solo las arañas han perdido. Los bichos y los animales violentos son insignificantes para un público ya curtido en imágenes espantosas. Es normal. Ya nadie se alarma al ver hormigas mutantes como en La humanidad en peligro (1954), Pirañas desquiciadas como en la trilogía de Piraña (1978-2010), o insectos espaciales deformes como en Starship Troopers (1997) —queda la maravillosa excepción de Los pájaros (1963) de Hitchcock, cuyo final sigue poniendo los pelos de punta—.
¿Creen que es posible retrotraer esa sensación de terror provocado por el cine de animalitos diabólicos? Digamos que Vermin: La plaga (2023), película dirigida por Sébastien Vanicek y que se estrena el dos de febrero, lo intenta; lo hace bien, pero la sensación reminiscente es la misma que con el wéstern contemporáneo: un mero homenaje que se ve incapaz de desprenderse de la sombra del pasado, dejando un regusto insustancial en el paladar.
Póster de la cinta
¿Cómo se origina la plaga en esta cinta? Kaleb (Théo Christine) es un joven apasionado de los animales exóticos que vive en un gran bloque de un barrio obrero. Un día llega a casa con una araña muy venenosa que acaba escapándose. Mientras que Kaleb la busca por todos lados, la araña comienza a reproducirse a gran velocidad, poniendo en peligro la vida de los habitantes del bloque.
El terror
Esta es la ópera prima de Vanicek y sorprende sobremanera la perfección con la que a filmado esta cinta. Si no nos dijeran que este es su primer largometraje, creeríamos que Vanicek es un director añejo, pero de esos que no se quedan atrás. La única respuesta coherente es que el francés ha hecho los deberes.
La película inicia con una secuencia por el desierto, con la que inevitablemente vienen recuerdos al icónico comienzo de El exorcista (1973). Y desde este principio, Vanicek establece lo que será su película: un gigantesco pastiche. Parte de un corte clásico que rememora a Friedkin para luego introducir los créditos de apertura con mucho rock and roll y potencia. Incluso, en su primer acto encontramos trazas humorísticas muy efectivas cuyo contexto narrativo, tontorrón, recuerda a las incomprendidas cintas de terror de principios de los 2000, como Ghost Ship (2002).
Tráiler de Vermin: La plaga (2023)
Y cuando se tiene que meter de lleno en el horror, no duda en tirar de la herencia del Maestro del Suspense, pues Vanicek se aleja del terror de “parque de atracciones” y juega, como si fuese un niño, con los detalles, con un corte antes del desastre; con lo que está ahí, pero no vemos; con los pasillos imposibles. Y, por su puesto, su efecto es mayor porque el gatillazo que precede a la calma no existe; es pura tensión y sin descanso.
La cuestión social
No siempre son protagonistas las arañas. Esta historia escrita por Florent Bernard y Vanicek establece una rama subsidiaria en la narrativa, centrada en estos personajes de clase trabajadora que viven en un barrio multicultural del extrarradio. Esta premisa, que ya se está volviendo un cliché en las producciones francesas —incluso, sus desenlaces concluyen de la misma forma— construye los cimientos para que el drama sea más convincente.
No sobra el rap, los chándales de Nike y un aura ‘gangsta’ a la europea que ya se ha visto recientemente en Athena (2022). Sin embargo, aunque en ocasiones parece que la cinta se pierde intentado virar en la dirección de las tensiones sociales en Francia, olvidándose de las pobres arañas, no acaba resultando disonante que se establezcan estas cuestiones, pues son las que hacen a sus personajes más humanos.
De hecho, el círculo cercano del protagonista dota de gran sabor a esta cinta: un luchador de MMA fracasado; un examigo con el que quedan muchas charlas pendientes; la novia del examigo, que es policía municipal y profundamente cobarde; la hermana de Kaleb, quien discute con su hermano por la herencia de su madre y la reforma del piso, y el propio Kaleb, que se dedica a vender zapatillas streetwear, ganando una miseria. Estos son los héroes de la trama, las personas que le dan sentido a la intención de sobrevivir, incluso sabiendo que sus condiciones materiales son más desesperantes que las de luchar contra una plaga de arañas mutantes asesinas.
Ligo también a la cuestión social lo descolorida que está la cinta. En ocasiones parece que sus imágenes no han pasado por postproducción. Diría, sin poner la mano en el fuego, que la razón se encuentra en este contexto urbano del extrarradio. Y retomo lo de que sus guionistas no han sabido bien por qué camino decantarse, si por el del terror o por el de lo social, ya que sus imágenes grisáceas aluden más a la deprimente situación de sus personajes que al terror que produce la situación de las arañas. Ese color gris, casi sepia, representante de una tierra baldía, sin esperanza y sin futuro —escribiendo esto no me puedo quitar de la cabeza el uso que hace Tarkovski del color sepia al comienzo de su obra maestra, Stalker (1979), como también ocurría en El Mago de Oz (1939)—, acaba por desentonar con el lenguaje del género de terror que maneja Vanicek en gran parte del filme.
Ficha técnica:
Vermin (2023)
- Francia
- Duración 103 min.
- Dirección: Sébastien Vanicek
- Guion: Florent Bernard, Sébastien Vanicek
- Música: Douglas Cavanna
- Dirección de fotografía: Alexandre Jamin
- Productora: My Box Productions, Tandem. Distribuidora: Adso Films
- Género: Terror