Crítica de Sangre en los labios (2024): reseña y opinión de la película
Omnia vincit amor
Puntuación ✪ (4/5)
Crítica de Andrea M. Astola (@mariliendre_)
¿Y cuándo has de dar fin a tu tormento? / Que de estas cosas, dice, Amor no cura; / que nunca amargo lloro y sentimiento / hartaron del Amor la hambre dura.
Égloga X, Bucólicas de Virgilio (S. I a. C.)
Se ha escrito tanto sobre amor… se ha representado en palabras, en imágenes fijas, y, tan pronto como llegaron los avances tecnológicos necesarios, en imágenes en movimiento. El primer beso de la historia del cine fue entre dos mujeres, en The Kiss de Eadweard Muybridge (1882), y esto solo es una prueba de lo que ya hablaba Virgilio en el siglo I a. C: El amor todo lo vence. El amor es una fuerza sobrenatural capaz de mover montañas (o imágenes).
En Sangre en los labios (2024) esa fuerza sobrenatural de la que está dotada el amor parece no estar al alcance de ningún mortal, ni siquiera de aquellos de físicos hercúleos. No es una fuerza que pueda adquirirse con la disciplina para levantar pesas e ingerir las suficientes claras de huevo, sino que hará falta algo más extremo. Lo malo de estas sustancias es que son adictivas, igual que el tabaco, igual que el propio amor, y ahí es donde yace el peligro. El amor se confunde con el dolor, y, como rezan aquellos carteles de motivación del gimnasio: El dolor es la debilidad saliendo del cuerpo. Sin dolor, no hay ganancias.
Este exceso del amor que pone al cuerpo en su límite es lo que hace de Sangre en los labios un thriller psicosexual trepidante, que no pide permiso al entrar y deja sus intenciones claras desde los primeros planos. Sangre en los labios es carnal y corporal hasta decir basta, con momentos que casi rozan el body horror y recuerdan a la dirección de Claire Denis.
Cartel de la cinta
Sin embargo, otra cosa convive con esta claustrofobia que hacen a la película fresca y algo cafre, lo que denota la, a veces tan necesaria, capacidad de no tomarse tan en serio a sí misma. Los elementos surrealistas, la estética ochentera, la banda sonora y una narrativa basada en excesos convierten a Sangre en los labios en una celebración de lo sáfico, de las lesbianas que te despiertan con el desayuno hecho y que se mudan juntas después de la primera cita.
Pero no solo se queda en lo romántico y delicado (algo en lo que el cine en el que se representan lesbianas parece haberse estancado), sino que la película es irreverentemente sexual. Al fin y al cabo, lo sexual es inherente al medio del cine en sí, un medio construido en el voyerismo, del que la directora se aprovecha para dar un protagonismo al cuerpo no solo sexual, sino también monstruoso.
Tráiler de La piscina (2024)
Sangre en los labios es muy consciente de su postura al respecto de lo que Barbara Creed llamaba “la monstruosidad femenina”, y no solo la acepta con brazos abiertos sino que inaugura un espacio reservado para ella. La mujer entendida como monstruo habla del lado sexual de la mujer, de la mujer que no cumple con las expectativas impuestas en ella, la mujer que en lugar de ser frágil y delgada es grande y musculosa.
La monstruosidad femenina asesina de forma truculenta y sangrienta. Tiene impulsos violentos, eróticos, viscerales, pero no son sino formas de amor. Amor a una novia, a una hermana, e incluso a un padre. El amor todo lo vence, pero ¿Quién vence al amor? Han encontrado al amor yaciendo sangrando, y no nos queda duda alguna de quién ha sido.
Y pues, vencido amor, todo lo tiene, / rendírnosle de fuerza nos conviene
Ficha técnica:
Love Lies Bleeding (2024)
- Reino Unido
- Duración 104 min.
- Dirección: Rose Glass
- Guion: Rose Glass, Weronika Tofilska
- Música: Clint Mansell
- Dirección de fotografía: Ben Fordesman
- Productora: Coproducción Reino Unido-Estados Unidos; Film4 Productions, A24, Escape Plan Productions, Lobo Films. Distribuidora: A24
- Género: Thriller