Crítica de Pobres criaturas (2023): reseña y opinión de la película
“Tesis – antítesis – Frankenstein”
Puntuación (5/5)
Crítica de Andrea M. Astola (@mariliendre_)
En la versión original de Frankenstein de Mary Shelley (1818), el monstruo le pide al doctor Frankenstein que cree para él una compañera. Aunque al principio el doctor accede, se arrepiente aterrado por la posibilidad de un (otro) monstruo con pensamiento propio, acciones propias, agencia propia. Aterrado, no por la idea de crear un monstruo, sino por la idea de crear a un ser humano. Las mujeres empezamos a ser temidas, marginadas, maniatadas, cuando se veía de nosotras esa humanidad más allá de sumisión: la mujer es el monstruo.
Bella Baxter (Emma Stone) fue creada por el doctor Godwin (Willem Dafoe), una versión más amable del doctor Frankenstein, no solo porque él sí creó al monstruo y no se vio aterrado por su inherente monstruosidad, sino porque él es, en sí mismo, un monstruo. Su aspecto monstruoso y sus desagradables costumbres no impiden ver a Godwin como un padre para Bella, sino que por el contrario construyen un personaje complejo mucho más allá de ser su creador, y asimismo, el personaje de Bella lleva más allá el concepto de monstruo.
De entre las costuras del cadáver exquisito que es Pobres criaturas, rezuma sentimiento: como el monstruo de Frankenstein, aunque de espíritu roto, nadie puede sentir tan profundamente como él siente. Pobres criaturas es un constante espectáculo cinematográfico en el que Yorgos Lanthimos se saca todos los trucos de la manga (ojos de pez, movimientos de cámara bruscos, fondos aturdidos…) para crear una obra manierista, saturada, en la que diversos elementos zurcidos dan vida a un monstruo de pastiche que cuenta lo que, quizá solo en apariencia, nos han contado mil veces. Sin embargo, en el cine, lo importante no es qué se cuenta, sino cómo.
Póster de la cinta
Pobres criaturas es el retelling del retelling. La película es muy consciente de ello: incluso los animales que revolotean por la mansión del doctor Godwin son cadáveres exquisitos. Es una adaptación de un libro homónimo (1992), que a su vez es una versión de Frankenstein de Mary Shelley. En la película, Yorgos Lanthimos nos narra la adquisición de conciencia de Bella Baxter, en la que reconceptualiza el concepto de monstruo victoriano en una estética steampunk que es, en sí misma, una reconceptualización de la estética victoriana.
Lanthimos plantea una relación dialéctica entre creador (hombre) y monstruo (mujer), que, al igual que en la dialéctica del amo y el esclavo de Hegel, la acción del monstruo nace de la negación de su condición de monstruo para con su creador. Este es el mismo viaje que emprende Bella Baxter en su proceso de emancipación de la conciencia, en una Europa de la revolución industrial en la que empezaban a hacerse presente los estragos del capitalismo y, por ende, el estudio de las ideas socialistas.
Tráiler de Pobres criaturas (2023)
Bella Baxter comienza afirmando su condición de monstruo/mujer como creación de Godwin, y como tal, su primer paso evolutivo será hacia el matrimonio con un hombre, el discípulo de Godwin: Max McCandless (Ramy Youssef). En esta primera fase dialéctica (tesis), la película es en blanco y negro. No es sino cuando Bella escapa de la mansión con el libertino abogado Duncan Wedderburn (Mark Ruffalo) que la película toma color (antítesis). Esta toma de conciencia, que podría interpretarse como un empoderamiento femenino a través del conocimiento del mundo, sitúa a Pobres criaturas en el mismo plano que Barbie (2023) si consideramos rosa todo lo que reluce. Sin embargo, para mí se presenta como una condena, que en juego con el humor ácido de Poor Things no deja indiferente.
En la segunda parte de la película, el sexo toma un papel protagonista. Esto supone la configuración de la conciencia del monstruo, quien como mujer ve cómo su placer se ve subyugado al placer de los hombres. Esta parte corresponde a la antítesis, en la que, a través de la negación de la condición de sumisión, Bella Baxter se reapropia de su sexualidad para anteponer su propio placer femenino al masculino. Al fin y al cabo es cierto: el sexo configura nuestra identidad como mujeres casi enteramente, y hay algo poderoso en hacerlo nuestro, al menos. Pero no puedo evitar sentir pena por una Bella Baxter que, en su negación, en realidad está aceptando, y con ello, subordinándose, una vez ya ha crecido y conocido.
Así lo expresa Mitski en Bag of bones:
«después de que todo esté hecho, y yo me haya deshecho / puedes seguir escuchándome caminar en mis tacones / suena el clickity clack en la noche / de la bolsa de huesos que cargo / (…) estoy cansada de esta búsqueda, / ¿me podrías dejar ser libre?»
La condición de monstruo nunca abandonará a Bella Baxter. Esa es nuestra condena, siempre la llevaremos con nosotras, pero este retelling lo dejó claro desde el principio: dentro del monstruo, también hay capacidad de crear (síntesis). A veces podemos aguantar un poco más, y la poeta sale a sacudidas de la bestia, como precisamente termina Bag of Bones:
«I can take a little bit more / let’s shake this poet out of the beast.»
Ficha técnica:
Poor Things (2023)
- Irlanda
- Duración 141 min.
- Dirección: Yorgos Lanthimos
- Guion: Tony McNamara. Novela: Alasdair Gray
- Música: Jerskin Fendrix
- Dirección de fotografía: Robbie Ryan
- Productora: Coproducción Irlanda-Reino Unido-Estados Unidos; Element Pictures, Fruit Tree Media, Fox Searchlight, Film4 Productions. Distribuidora: Fox Searchlight
- Género: Fantástico