Crítica de Monstruo (2023): opiniones y su final explicado

“El amor es la única respuesta a la verdad”

Puntuación ⭐⭐⭐⭐✪ (4,5/5)

Crítica de Juan Pablo Bargueño

¿La familia es algo que se pueda elegir? ¿Cuál es nuestra verdadera naturaleza? ¿La pasión o la razón? El cine de Hirokazu Kore-eda está impregnado de temas universales de los que nadie se escapa y que apelan a la melancolía más desasosegante. Esto lo hemos podido ver en películas como Maborosi (1995), El tercer asesinato (2017) o Un asunto de familia (2018). A mí personalmente, el cine de Kore-eda me resulta atrayente, a pesar de lo dañino que es para el corazón.

Recuerdo comentar con alguien, en el año pasado, algo sobre su última película, Broker (2022). Al verla en el pase de prensa, despertó en mi mente aquello que dijo Paul Thomas Anderson sobre un nuevo proyecto suyo. Dijo algo como que tuvo que dejar de escribir un guion porque el mundo vivía una época demasiado depresiva. Curiosamente, en Broker hay una escena que referencia a Magnolia (1999) —película de Anderson— lo cual me hizo pensar sobre el sinigual optimismo con el que había abordado el director japonés su nueva cinta, tal vez porque el mundo vivía en una época demasiado depresiva y necesitaba algo de esperanza.

Esta nueva cara de Kore-eda es palpable en su nueva película, Monster (2023), estrenada el pasado miércoles en el Festival de Cannes. Anticipo que Monster es una de las mejores cintas del director. De hecho, es algo impagable que, a pesar de mantenerte el corazón en un puño, consiga sacarte una sonrisa de plena alegría.

Crítica de Monster y opiniones

Póster de la cinta

Saori (Sakura Ando) es una mujer viuda que vive con su hijo Minato (Soya Kurosawa). Repentinamente, Minato comienza a tener comportamientos extraños que hacen que su madre se preocupe. Tras confesar que el culpable de su comportamiento es un profesor de la escuela, Saori irá al colegio buscando una explicación a lo ocurrido, aunque la verdad es algo que no saldrá a la luz.

El ojo de la marioneta

Las expectativas, dicen —yo lo pienso a veces— son perjudiciales. A eso hay que añadirle —presten atención a una de las claves que se enseñan en las clases de guion cinematográfico— que el público siempre está, inconsciente o conscientemente, intentando predecir lo que va a pasar a continuación en la trama. Con esta película, Kore-eda sigue este efecto con perspicacia, realizando un magnífico juego de perspectivas —tres en concreto— que rompe con la percepción y la intuición del espectador.

Tráiler de Monster (2023)

Es fascinante, primero, la inteligencia de ciertas elecciones —o artificios—, como también la sutileza con la que las lleva a cabo, ya que cada movimiento acaba por convertirse en un paso en falso cognitivo. Me conmueve en exceso la forma en la que Kore-eda te hace cambiar de opinión tropecientas veces con respecto a lo que ocurre en pantalla, consiguiendo que te sientas mal —no me gusta decir esto, pero es innegable que, si caes en la trama, Kore-eda te está dando una lección sobre el prejuicio—. Magistral trabajo cinematográfico del japonés, que consiguió sacar a más de uno una sonrisa de complicidad.

Los niños y el terrible mundo que les rodea

Kore-eda establece un mundo tan cruel como real. Nada nuevo. La maldad, con una naturaleza parasitaria, contamina la bondad, desequilibrando la balanza de la vida. El mundo, que siempre esconde problemas o verdades desagradables, se cierne sobre los personajes de Monster —los cuales están excelentemente interpretados por el elenco—, dando paso a un ritual macabro de la condición humana.

Por el contrario, la luz que guía estos relatos es proyectada a través de un velo cristalino cuyo destello no molesta a la vista. La inocencia y el miedo son tratados con una sensibilidad tal que, por un momento, uno vuelve a ser niño y vuelve a tener esa visión del mundo tan desinteresada y humana.

¡Atención spoilers!

Final explicado de Monster (2023)

Si ya han visto Monstruo, se habrán dado cuenta de que Hirokazu Koreeda plantea el mismo juego a lo largo de la película. Utiliza, como han venido haciendo otros grandes maestros, el medio fílmico como herramienta de engaño. Y si se saca una conclusión al terminar el filme, sería que no se puede creer en todo lo que se ve. Tal vez el fenómeno detrás del final de Monstruo se dé por esta precondición manipuladora que plantea el director japonés.

¿Qué ocurre con Minato y Yori, los niños protagonistas de la cinta?

Primero, recordemos el final. Minato y Yori se refugian en un vagón abandonado en el bosque que resulta ser su pequeña guarida de juegos. El temporal empeora: el viento arranca las ramas de los árboles, la lluvia se vuelve espesa y el lodo se acumula por todos lados. El tiempo pasa y Saori, la madre de Minato, y Hori, el profesor de Minato y Yori, corren a buscar a los niños en el vagón. La imagen es devastadora y el espectador entiende lo que ha pasado. Saori y Hori abren la escotilla del vagón y observan el lodo que ha sepultado el interior.

La cosa no acaba ahí. Y aunque este sería un final clásico de la narrativa de Koreeda —un final que sienta igual de bien que una patada en la entrepierna—, acaba dejando un pequeño rayo de luz: los niños, corriendo por el prado, siendo libres y felices. Aquí surge la duda.

¿Han muerto los niños? ¿Han conseguido escapar?

Varios aspectos dramáticos, como la sorpresa de la madre y el profesor, o la estructura de contraste conformada por el mundo de los adultos —lluvia, tonos grises— y el de los niños —cielo despejado, vegetación, sobrexposición de la luz—, pueden estar subrayando esa distinción entre lo real y lo onírico, y, por ende, aclarar que el final es trágico. Aun así, queda un regusto optimista con la llegada de los créditos. Y si seguimos lo que nos dice Koreeda a lo largo de la película, entonces podemos no creernos lo que acabamos de ver.

Final explicado monstruo 2023

Fotograma del final de la película

Por otro lado, a partir de la cuestión de la explicación, tendencia común hoy en día —no sé si se debe a una industria acostumbrada a cebar a su público a base de pequeños adelantos postcréditos, teorías y finales donde se derrota al malo maloso—, surge una reflexión. Digamos que lo importante en este filme no se encuentra en el final, sino en todo lo que ocurre con antelación —aquello de las perspectivas—. Este final responde a la historia de estos personajes y nada más. Así han sido sus vidas y así han acabado. Claro está que sigue existiendo la posibilidad de que los niños consiguiesen sobrevivir y que las marcas de barro que les llegan hasta la cabeza sean fruto de una lucha por sobrevivir. Y nosotros queremos que así sea; que ese final responda a nuestro deseo de que todo salga bien.

Hace unos días leí una crítica sobre All of Us Strangers en la que la autora se quejaba de que la película era “innecesariamente cruel”. No sé hasta qué punto algo es innecesariamente cruel o no, pero así son las vidas de estos personajes y nadie puede intervenir en ellas. No podemos exigir ni determinar sobre la vida de estos personajes, y tampoco podemos esperar que su mundo esté controlado por nuestras expectativas, deseos o pasiones. Eso no es el arte.

Que el público demande con tanto interés una explicación de un final solo hace visible la hegemonía narrativa asentada por Hollywood. Y esta hegemonía refleja una condición política y social en la que, como afirma Freud, los individuos demandan ser sometidos para evitar el caos. El fenómeno detrás del final de Monstruo expone la incapacidad de los espectadores de ser libres, de elegir lo que creen e interpretan. El séptimo arte no requiere de explicaciones, sino de interpretaciones, al igual que no da respuestas, sino que plantea preguntas. Si usted cree que los niños han sobrevivido, hágalo. Si, por el contrario, opina que han quedado sepultados en el lodo, también hágalo. Desátense de la educación que les han impuesto culturalmente y atrévanse a pensar. Elijan y no busquen que elijan por ustedes. Si indagan bien, en el cine podrán encontrar la libertad que no encontramos en las calles.

Conclusión

Tal vez sea mi gustó por Hirokazu Kore-eda, o tal vez no; quizás mi percepción, para nada sesgada, sigue la conclusión de que su nueva película, Monstruo, es una grandísima cinta. El director lleva a cabo un juego ingenioso de perspectivas que vuelven del revés al espectador. Así mismo, a parte de lo dramático, Kore-eda consigue construir un relato ciertamente humanista exhibiendo con extrema preciosidad la inocencia y la perspectiva del niño en un mundo que tiende a quitar aquello que hace que la vida sea algo que merezca la pena. Resulta, finalmente, que la calve de todo está en el amor.

Ficha técnica:

Kaibutsu (2023)

  • Japón
  • Duración 126 min.
  • Dirección: Hirokazu Kore-eda
  • Guion: Yuji Sakamoto
  • Música: Ryūichi Sakamoto
  • Dirección de fotografía: Ryûto Kondô
  • Productora: Toho, Gaga Communications Inc, AOI Pro, Fuji TV, Bun-Buku. Distribuidora: Gaga Communications Inc, Toho.
  • Género: Drama

6 comentarios en «Crítica de Monster (2023)»

  1. Por favor necesito entender el final, para mí todo esta bien al final, el tifón paso y los niños salieron a la luz del día pero mi madre dice que ellos murieron y aunque todas las señales indican a qué es así quiero pensar que el final es lo que yo creo

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    • Nos alegra que le interese tanto la película. Kore-eda formula este final desde una ambigüedad frágil, pues, aunque no se desvela lo que ha ocurrido, la sorpresa de la madre y el profesor al mirar dentro del vagón, y el contraste entre los motivos visuales ligados a los adultos (la lluvia y el cielo gris) y a los niños (cielo despejado, vegetación, sobrexposición de la luz) dan a entender que el final es trágico. Esta desazón es típica del director japonés. Aun así, es innegable que el final está cargado de un sentimiento positivo u optimista. Es posible que esta sea la clave. Al final vemos a los niños corriendo por el prado, siendo libres y felices. Tal vez sea porque han conseguido sobrevivir, aunque lo más probable es que se trate de ese renacimiento tras la muerte del que tanto hablaba el personaje de Minato. El temor de los niños desaparece cuando se dan cuenta de que al perder la vida siguen siendo ellos mismos.

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  2. . MONSTRUO
    Da la impresión de ver dos películas en una sola proyección. Bullying, la soledad, el aislamiento, el corporativismo impuesto por la sociedad en sus distintos tipos, los malos tratos sociales de los profesores… que al espectador, sentado, le escuece que sea así: la desestructuración familiar tanto en su familia como en la del vecino… El mensaje, tanto superficial como en el fondo, no deja de ser el mismo: hay que eliminar las viejas estructuras por modernas y actuales que parezcan. Los niños inventan insultos, las malas lenguas quieren oscurecer por su presunta mala praxis profesional la mala fama social del profesor. Que sobre cada realidad cada quien tiene su opinión es constatable (la propia y la impuesta por el grupo social, por la institución a que se pertenece, entre otras). Con diferencias que se acentúan hasta oponerse. Que hay situaciones sociales que, amparadas por la ley, por lo bajini siguen escadalizando a las hipócritas mentes pías, verdad es. Que los comportamientos infantiles no se pueden calibrar con mentes de adultos porque se tomarían como sometimiento y anulación de la personalidad, verdad es.
    Pero con un tan trabajado guion, Koreeda no puede cerrar la película con los dos críos correteando entre flores, después de huir de la galerna soportada (¿el miedo de los adultos importa a los niños?).
    No me ha parecido, con perdón, a la altura de la realidad fílmica de “De tal padre, tal hijo”, de “Nuestra hermana pequeña”, de “Un asunto de familia”… La música parecía repetida y disonante con la imagen, los encuadres buscaban la máxima duración de planos y movimientos como a la espera de algo. Lenta y cargante, excesivamente prolongada para airear la nada.
    Las personas, las colectividades acatan voluntariamente unas convenciones de comportamiento en previsión de situaciones límite. El convencionalismo es generalizado, raras veces desciende a casos particulares. Por eso, los filmes de Koreeda resultan amargos, pesimistas. Pero en MONSTRUO parece apuntar la existencia de un cielo infantil. Como último apunte, la incomunicación como resultado de la superabundante comunicación es algo que alcanza el agobio personal. No pierdas la oportunidad de verla.

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  3. Me encantó tu reseña, es probablemente una de mis reseñas favoritas, me gustó mucho la parte final, cuando hablas sobre el desenlace de la película, relacionado al público y la libertad, concuerdo totalmente.

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  4. Esta película construye de manera magistral un escenarios de este sistema caníbal, una faceta de la necropolítica, el placer por arrazar con el mas vulnerable, lo perverso siempre tan astuto y sin rostro. Hay una poderosa y conmovedora coraza, el amor y la inocencia. Una obra maestra.

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