Crítica de Luka (2023): reseña y opinión de la película

“Los enemigos del norte somos nosotros”

Puntuación ⭐⭐⭐⭐✪ (4/5)

Crítica de Jon Sánchez Molina (@JonSanRW0)

Sentado en el cine casino prado, una mujer delgada y su acompañante salen a presentar una película a la llamada de Ángel Sala, en la sección de Nuevas Visiones, lo que significa que veremos una ópera prima, o como mucho una segunda película. Nerviosa, Jessica Hope Woodworth no para de hablar emocionada de su cinta, que, sin embargo, no es “su primera película” sino “su primera película en solitario” pues tiene una pequeña trayectoria de largometrajes compartidos con Peter Brosens.

Arranca tan rápido que la traductora tiene que preguntarle ciertas cosas sobre su enérgica exposición. Por experiencia, esto me suele generar sentimientos encontrados, ¿Serán nervios porque no está convencida de la peli?, ¿O sera todo lo contrario? dejo que el cine hable por sí mismo en estas ocasiones.

Luka, se presenta como una distopía futurista. El mundo parece haber quedado en un desierto, la civilización escasea y nuestro protagonista, un joven soldado, busca refugio en un fuerte armado de nombre Fuerte Kairos, donde los mejores guerreros son formados para defender los restos de la civilización. Lo que se encuentra choca contra él, ve como de inicio es relegado a funciones de mantenimiento, donde debe trabajar de forma casi esclava con un estricto código inquebrantable, obediencia – resistencia – sacrificio.

Bajo toda la capa de misterio, la directora se dedica a construir tanto visual como sonoramente su mundo, el contraste político actual, o las varias similitudes que hay con otras cintas situadas en lugares remotos y llenas de hombres son claras, la misma adaptación -muy literaria- de Valerio Zurlini de “El desierto de los Tártaros” sirve como referencia, pero una vaga referencia pues solo el núcleo de su concepto respira de la quietud de Zurlini, de su ascetismo y su aura.

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Cartel de la cinta

Poniéndonos comparativos, hay un alma homoerótica en la obra, la relación de Luka y Konstantin, o los tira y afloja de poder entre el sargento y él son buena prueba de la tensión sexual que se vive, de lo extrañado de su mundo, así podríamos decir que su fuerza y razón de ser vienen más indirectamente de Beau Travail (1999) de Claire Denis, donde el juego de poder se eleva por encima de todo, haciendo del choque de cuerpos y el espacio en el que conviven los hombres su razón de ser.

Uno de los detalles -no tan detalle, pues está en cuerpo y alma ahí- es la figura de Geraldine Chaplin, una actriz de una fuerza y fisicidad especiales, alguien a la que para este papel se le pidió específicamente que actuase como un hombre y que “fuese un hombre” a lo que ella respondió que canalizaría su fuerza y actuación desde un lado masculino. El resultado es ambiguo, tanto, que su figura, tan andrógina y llevando un papel tan hermético y paranoico dentro de la película, da una dimensión diferente a esa larga espera al enemigo, como si el orden se estableciera desde un alto mando exclusivamente femenino.

Cinematográficamente es un portento, su imagen en grano ensimismada en los entornos, rodada en 16mm encareciendo mucho las distancias entre personas y edificios, son una gran razón de su peculiaridad. La creación de su mundo y estética son, diría, su gran valor más allá de la dificultad de adaptar un libro sobre una espera interminable.

Tráiler de Luka (2023)

Es abstracta, no abstracta de críptica, sino que la imagen va más allá de un mero reflejo de la acción, opta por buscar un lugar donde situarse, como si la construcción espacial de la película fuese una ensoñación, un fuerte que sirve como purgatorio para quien llega ahí. La violencia física es poca, la intimidación a través de la escala y los objetos funciona mucho más, consiguiendo encuadres bellos, pero donde logran transmitir los sentimientos de quien llena la pantalla. Su narración no es tanto hablada, sino que los claroscuros son la razón de ser de todo, donde la directora transmite y nos habla directamente, desde su abstracción y oscuridad. Peca, desgraciadamente, de apoyarse mucho en la grandilocuencia visual cuando el silencio o la introspección son muy extendidos, sobran varios planos a la cima de las montañas con la niebla, podrían aguantar mucho más sus actores dejando entrever la enajenación absoluta.

Viendo todo, su estética, sus luces, la espera… La idea mental es asombrosa, aún lo es más cuando la película está acompañada de una banda sonora acorde con su fuerza. Theo Teardo, quien también compuso la espectacular y sutil música de La historia de mi mujer (2021) de Ildikó Enyedi, hace que donde la envergadura de la imagen puede ser superada por la ambición dirigiendo, el la eleve por encima de sus capacidades. Es asombroso lo bien que encaja todo, lo genialmente dosificada que está la música para que no ahogue la experiencia de la película en los momentos de verdadera quietud, de desolación, de ese sentimiento  indivisible de la obra que cuestiona en todo momento si la lucha simplemente es exactamente igual a la paranoia que sufrió Hirō Onoda durante 30 años.

En conclusión, es una experiencia especial, explora la propia narración cinematográfica con una gran inteligencia a la hora de plasmar la espera interminable del libro de Dino Buzzati, en una distopía futurista más cercana a nosotros de lo que quisiéramos que lo fuese. Además tiene un certero y sencillo discurso político actual, donde las guerras se pelean contra fantasmas.

Ficha técnica:

Luka (2023)

  • Bélgica
  • Duración 94 min.
  • Dirección: Jessica Woodworth
  • Guion: Jessica Woodworth. Novela: Dino Buzzati
  • Música: Teho Teardo
  • Dirección de fotografía: Virginie Surdej
  • Productora: Coproducción Bélgica-Italia-Países Bajos (Holanda)-Bulgaria-Armenia; Bo Films, Krater Films
  • Género: Intriga y Drama

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