La cinta está estructurada narrativamente como si de una tirada periodística se tratara, yendo de una sección a otra (o de una historia a otra, según como se mire). De primeras, lo que le queda totalmente claro es que Wes Anderson es de los directores más genuinos y con más recursos cinematográficos en su haber. Es innegable que maneja un sello estilístico único, que embriaga al espectador con unas gotas de buen cine; algo que llegamos a vislumbrar de nuevo en este film.

Desde la infinidad de planos angulares, barridos de cámara, travellings o zooms con los que cuenta este film, La crónica francesa consigue que nos entusiasmemos con la propuesta y que sea toda una experiencia cinematográfica la que estemos presenciando. Es casi inabarcable para contar en una sola crítica, la cantidad de recursos de cámara que llega a usar Wes Anderson en la que probablemente haya sido la cinta en la que haya llevado más a limite su estilo como director.  

Aunque suene contradictorio con lo que acabo de decir, bien es cierto de que deja una sensación de que hace un uso desmedido de los diferentes recursos de cámara; es decir, ¿llega a ser “too much” en su conjunto? Puede que sí, pero a nivel personal como amante de la cinematografía me llega a generar más entusiasmo que rechazo. El problema real que veo en La crónica francesa, son los diálogos extremadamente frenéticos con los que cuenta gran parte de la cinta. Hay momentos de calma y de sosiego, pero la gran mayoría son muy vertiginosos, denotando una voluntad por abarcar muchísimo en muy poco tiempo. Es increíble el sinfín de estrellas que forman parte del reparto, cuando muchas cuentan apenas con dos líneas de dialogo a lo sumo.