Crítica de La bestia en la jungla (2023): reseña y opiniones sobre la película
Abandonad toda esperanza, quienes aquí entráis
Puntuación ½ (4,5/5)
Crítica de Andrea M. Astola (@mariliendre_)
Es la noche de inauguración de un club nocturno que ni siquiera tiene nombre, y dos jóvenes se encuentran en el baño, que está en la planta de abajo. La música de la discoteca retumba en las paredes hasta que ella le habla a él, y ya no se escucha esa música. El empleado del baño mete una cinta en el cassette y se escucha a Wagner; nada de lo que hay allá afuera les es propio, y nada de lo que hay allí dentro se siente real.
Ese será el inicio de algo que nunca ocurrirá. La bestia en la jungla (2023) contiene en un espacio liminal, en un no-lugar, todo aquello que no es y que no llega a ser. John tiene un secreto: sabe que algo va a pasar. No sabe el qué, ni cuándo, ni dónde, pero sabe que cuando ocurra, todo cambiará para siempre. Una bestia se abalanzará sobre él, y él la espera pacientemente, vagando a través del tiempo, estancado en ese club nocturno.
Patric Chiha, como director versado en retratar discotecas, fiesta y baile en sus películas, habla de la fugacidad de la juventud y el amor desde una mirada propia, que filma la nocturnidad con una luz irreal que deja grano al tener el diafragma tan abierto; la fiesta en La bestia en la jungla no es el desmadre, la diversión, lo frenético, sino por el contrario la espera, la inercia y la melancolía.
Cartel de la cinta
La música ya no es tan buena y ya han encendido las luces cuando empieza a notarse lo pegajoso del suelo, en esa cápsula del tiempo congelado que sucede al salir del club a las ocho de la mañana, cuando ya es el día siguiente pero seguimos viviendo en el día anterior. Este sentimiento ha sabido ponerse en pie no solo por la iluminación, sino también a través del vestuario de la protagonista, que comienza siendo atemporal y de fiesta y termina volviéndose hortera y anticuado.
Este viaje atrofiado tiene una guía. La fisonomista, una mujer misteriosa de cuyas intenciones yo no me fiaría, una narradora tramposa que moldea el orden de las cosas a su antojo, y luego se lamenta por los estragos del destino. Este arquetipo de personaje corresponde al «psicopompo», una figura literaria que sirve como guía para los protagonistas, vinculada al mundo onírico y que funciona como puente entre lo real y lo irreal. David Lynch hace uso constante de este tropo en su filmografía (el hombre de la cámara en Carretera perdida (1997), el hombre del sueño de la cafetería en Mulholland Drive (2001), e incluso hay quienes que argumentan que el propio Dale Cooper en Twin Peaks (1990)), pero la figura del psicopompo data de mucho antes, concebida inicialmente como el acompañante hacia la muerte, el infierno o la ultratumba; asimismo visto en las diferentes mitologías como Anubis, Hermes o las valquirias.
Tráiler de La bestia en la jungla (2023)
Uno de los psicopompos originales, un personaje icónico de la literatura que forma parte de la base literaria sobre la que se cimentan los relatos occidentales a día de hoy, es Virgilio, de La Divina Comedia (1314) de Dante Alighieri, obra que comparte estructura con La bestia en la jungla. Al igual que la obra de Dante se divide en tres cantos, el club sin nombre se divide en tres niveles, según altura: el baño, donde sucede el «meet cute», en la planta de abajo, en el mismo nivel que el Infierno de Dante, allí donde se dejan ver los pecados: lujuria, avaricia, ira, soberbia. La pista de baile es el Purgatorio, donde se redimen esos pecados. El Paraíso es el palco, el lugar elevado donde solo quedan May y John; su refugio, su lugar apartado, como el refugio que encuentra Lucy en la casa de Cheng en Lirios rotos (1919) de D. W. Griffith.
Hay una temática que une esta película de hace más de un siglo, recién estrenado el modelo de representación institucional, con una película completamente posmoderna como es La bestia en la jungla, una temática que se ha mantenido estéril en el tiempo, tal y como lo hacen May y John dentro de ese club, y es la temática del amor fou; el amor loco, el amor más allá de la muerte (o incluso el amor entendido como la propia muerte), el amor abstraído de todo lo real. Y aunque John estaba convencido de que esa bestia que le acecha «no puede ser el amor, tiene que ser algo más grande», André Bretón ya hablaba de esta bestia en El amor loco (1937):
Durante toda mi vida, mi corazón ha añorado algo que ni siquiera puede nombrar.
De cierta forma, La bestia en la jungla es una película sobre fantasmas. No en el sentido más canónico, sino de los fantasmas de un pasado, de un amor perdido, tal y como el propio Dante ponía en palabras en La Divina Comedia: «Ningún dolor más grande que el de acordarse del tiempo dichoso en la desgracia». Y como película de fantasmas, La bestia en la jungla aprovecha su constreñido espacio como reflejo de unos personajes estáticos y perdidos.
Al fin y al cabo, no hay nada más fantasmagórico que presenciar sucesos desde la distancia, incapaces de ser partícipes, como vivir eventos históricos y solo verlos a través de la televisión, o tener el amor justo delante y nunca llegar a tocarlo.
Ficha técnica:
La bête dans la jungle (2023)
- Francia
- Duración 103 min.
- Dirección: Patric Chiha
- Guion: Patric Chiha, Jihane Chouaib, Axelle Ropert. Novela: Henry James
- Música: Émilie Hanak, Dino Spiluttini
- Dirección de fotografía: Céline Bozon
- Productora: Coproducción Francia-Bélgica-Austria; Aurora Films, Frakas Productions, Wildart FilmUniversal Pictures
- Género: Drama