Crítica de Immaculate (2024): reseña y opinión de la película
Sydney Sweeney es la estrella de esta irregular cinta de terror de monjas, sangre y embarazos
Puntuación ✪✪ (3/5)
Crítica de Juan Pablo Bargueño
El término nunsploitation es el más estimulante para la activación neuronal. Ya son años de historia los que avalan este fenómeno tan científico y exacto en el comportamiento del mamífero más temible y tonto del planeta, el humano, el cual, a pesar de recibir señales constantes de peligro de las campañas de marketing, cae, como cayó Hefesto, nueve días y nueve noches —lo que dura una de Jacques Rivette—, en la misma trampa.
Cae con gusto, otras veces no tanto, pero la cuestión es que cae. Y seguirá cayendo, claro está, si el producto se pone interesante, como en el caso de Immaculate (2024). Tampoco han tenido que hacer mucho, porque, aunque las películas de terror donde las pobres monjitas se transforman en armas letales tienen este “efecto llamada” que salva a las famélicas taquillas, la cinta de Michael Mohan saca pecho de sus protagonistas, Sydney Sweeney y Álvaro Morte, superestrellas de la nueva industria.
Immaculate, que llega a los cines el uno de mayo, cuenta la historia de Cecilia (Sydney Sweeney), una joven que viaja a Italia por un puesto en un convento. Sin embargo, el nuevo idilio del convento italiano esconde secretos muy peligrosos. Efectivamente, las monjas no son tan buenas como parecen. Eso sí, aunque parezca un cliché, la historia detrás de este filme de terror guarda giros interesantes y originales.
De primeras, lo que cabe esperar de Immaculate es una ristra de sustos a bocajarro, sin piedad ni pausa, incluso con mala leche, cambiando los tiempos de esa rítmica formularia de los violines llegando a las notas más agudas, para después apagarse en un silencio que deja espacio al maldito sobresalto. Y por mucho que deteste estos trucos baratos, tiene mérito que a cada escena el espectador sopese el dejar de lado la vergüenza y levantar la mano para taparse los ojos ante el inevitable estruendo del jump scare.
Tráiler de Immaculate (2024)
En cierto modo, resulta atrayente la relación pasivo-agresiva entre director y espectador, en la que el primero intercala sustos nimios en los que el protagonista se sobresalta cuando alguien solo le toca el hombro para preguntarle si está bien, y en la que el segundo solo puede acordarse de la madre del primero. De todas formas, es más de lo mismo. Sustos que no se ven justificados por la narrativa. Empero, Immaculate gana, y mucho, en sus intervalos. Precisamente porque se toma su tiempo en crear una atmósfera distinta a la que se plantea en esos momentos que demandan tensión. Immaculate se transforma en otro tipo de película cuando explora la convivencia en el convento; cuando se decide alargar los planos y explorar su narrativa nunsploitation a través del gore, de lo fantástico o, incluso, la ciencia ficción.
Es una pena, porque cuando te das cuenta de esto, sabes que la película podría haber jugado con esas reglas y sería mucho mejor. Tampoco es para lamentarse, porque “lo que fue, fue” y la figura de Sydney Sweeney equilibra por completo la cinta. Le acompaña Álvaro Morte, solvente en el inglés y el italiano, en un papel que saca adelante a la perfección. Pero la señora Sweeney es lo mejor; está que se sale. Se nota que ha formado parte de la producción, que sabe a lo que iba, a destacar, a lucirse, a ser el pilar fundamental de la cinta. Y así es, con sus momentos de elevación máxima, de brillar en tanta oscuridad y de demostrar que no tiene límites. Ni miedo, por su puesto, con lo que se muestra o se deja entender en la cinta. A pesar de ser una película con muchas imperfecciones, es valiente, y eso juega a su favor.
Ficha técnica:
Immaculate (2024)
- Estados Unidos
- Duración 89 min.
- Dirección: Michael Mohan
- Guion: Andrew Lobel
- Música: Will Bates
- Dirección de fotografía: Elisha Christian
- Productora: Black Bear Pictures, Fifty-Fifty Films, Lupin Film. Distribuidora: Diamond Films
- Género: Terror