Crítica de Godland (2022): reseña y opinión de la película

Aquello que Dios es incapaz de alcanzar

Puntuación ⭐⭐⭐⭐✪ (4/5)

Crítica de Juan Pablo Bargueño

Julio se despide con una remontada para la industria cinematográfica. Algunos hablan de volver a los viejos tiempos, aunque eso está por ver. Estas semanas y las que vienen estarán acaparadas por el color rosa y los elucubradores científicos. Tuvieron que venir a salvar una mitad de año mediocre Greta Gerwig con Barbie (2023) y Christopher Nolan con Oppenheimer (2023), justo en un momento crítico para Hollywood, como ya se sabe, por ser esta un tanto avariciosa con sus trabajadores.

¿Qué ocurrirá con las cintas que tengan la desfachatez de ser estrenadas en lo que queda de verano? Aquellas que vienen de otra industria, de la del producto integral, sin azúcares ni edulcorantes, probablemente sufra y mucho. Por ejemplo, llega a España el 11 de agosto Godland (2022), una película silenciosa, introspectiva y potente, escrita y dirigida por el islandés Hlynur Palmason. Tal vez su nombre, desconocido para la gran mayoría, no sea un atractivo para llenar las salas, aunque tal vez su paso por El Festival de Cannes de 2022 o por el Festival de San Sebastián, donde Godland fue ganadora del Premio Zabaltegi-Tabakalera, consiga que a más de uno le pique el gusanillo.

A finales del siglo XIX, un sacerdote evangélico emprende un viaje por territorio islandés con la finalidad de construir una iglesia en un pueblo de la costa. En el viaje, el sacerdote dedicará gran parte de su tiempo en fotografiar a las personas que se encuentra en el camino. Una vez en el poblado, el sacerdote encontrará dificultades para esquivar las tentaciones que se le presentan.

Godland (2022) opiniones y crítica

Póster de la cinta

De Ford a Tarkovski

La cinta nace de las primeras fotografías que se encontraron de la costa islandesa, tomadas por un danés. De ahí que Hlynur Palmason opte por un formato 1:33 —el mismo de A Ghost Story (2017) de David Lowery—, demostrando una intención artística interesante. De este mismo modo, la representación del viaje en la primera parte de la película está enmarcada en planos generales del majestuoso paisaje islandés, con sus montañas, ríos y horizontes que recuerdan a los wésterns de John Ford donde los caballos cortan con sus siluetas las puestas de sol, suben cumbres imposibles o atraviesan ríos profundos. Tiene ese tono clásico del plano fijo, con una medición del encuadre milimétrica que recuerda a Robert Bresson. En definitiva, cada plano es un es pura expresión y goce.

En la segunda parte de la película, ese ritmo aventurero del viejo oeste mengua. La narrativa continúa desarrollándose en el poblado. La cámara no le teme a reflejar la vida cotidiana de los aldeanos con planos secuencia. En este sentido, recuerda a la filmografía de Tarkovski en el tratamiento de elementos como la niñez, los animales, la fe, la nostalgia o, incluso, el sueño, que en Godland está relacionado con la sexualidad.

Tráiler de Godland (2021)

La ley de la tierra

La contradicción de la divinidad y la amenaza de la naturaleza es el punto de partida. Aquí, se destaca lo sublime — subrayado por una fotografía excepcional de Maria von Hausswolff— en contraposición a la insignificancia del hombre, sea este sacerdote o carpintero. ¿Qué sería la religión sin la resurrección de la carne? El guion escrito por Palmason goza de la virtud del silencio y de lo siniestro. Algo se esconde detrás de cada brizna de hierba, cada roca, cada montaña… Toda la idea de Godland gira en torno a lo divino como una farsa incapaz de sobrevivir a lo primitivo.

Llega un punto en el que el sacerdote es incapaz de refrenar su sed por el pecado. Su frustración, estado dominado a la perfección por Elliott Crosset Hove, se da por su incapacidad de comprender lo que le sucede. Estos momentos desesperantes en contraste con los vastos paisajes parecen querer decir: “¿Es que estás ciego?”. El odio, la violencia o el amor son primitivos, naturales, inequívocos e insoslayables. La tierra de Dios es la tierra del pecado, de la descomposición, de los depredadores y de las víctimas. Y, aun así, por muy mal que pinte, la tierra de Dios es, a ojos del hombre, algo hermoso, un esfuerzo equiparable al de Sísifo en su imposible tarea. Algo que se aprende de Godland es que cuando se aprende la lección, ya es demasiado tarde.

Incluso, la película entremezcla todos sus elementos artísticos para dar una sensación de peligro sobrenatural. Faltaría más en una tierra conocida por sus maravillosas leyendas de monstruos y fantasmas. No obstante, esa sensación inquietante, de algo superior que no podemos ver, acaba por revelarse como una mentira. El misterio no está en lo que no se puede ver, sino en aquello que sí

Conclusión

Julio ha sido un mes maravilloso para los amantes del cine. Pero esto no acaba aquí porque en agosto también llegan películas que, aunque sean más modestas, siguen mereciendo la pena verlas. Así pasa con Godland de Palmason, un meticuloso trabajo cinematográfico de excelentes composiciones que recuerdan Ford y Tarkovski. A pesar de su disimulo, la cinta expresa sus intenciones en torno a la muerte, transformándola en un punto tan fundamental de la existencia como el nacimiento. Un ciclo que carece de divinidad, que no acepta la fe y que solo se deja llevar de las pasiones y los impulsos humanos.

Ficha técnica:

Vanskabte Land (2022)

  • Dinamarca
  • Duración 143 min.
  • Dirección: Hlynur Palmason
  • Guion: Hlynur Palmason
  • Música: Alex Zhang Hungtai
  • Dirección de fotografía: Maria von Hausswolff
  • Productora: Snowglobe Films, Join Motion Pictures, Maneki Films, Garagefilm International y Film I Väst. Distribuidora: A Contracorriente Films
  • Género: Drama

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