Crítica de El viejo roble (2023): reseña y opinión
“Un buen mensaje mal desarrollado”
Puntuación ✪✪✪✪ (1,5/5)
Crítica de Daniel Hernández Hompanera (@doark_13)
El viejo roble (2023) es el último trabajo del aclamado director británico Ken Loach, autor de dos ganadoras de la Palma de Oro en Cannes: El viento que agita la cebada (2006) y Yo, Daniel Blake (2016). The Old Oak (El viejo roble), por su parte, ha obtenido el Premio del Público en el Festival de Locarno y en la SEMINCI. Repitiendo con Paul Laverty en el guion, el filme trata sobre la integración de los refugiados sirios en la Inglaterra rural.
Lo siento, pero debo ser ese crítico que toma una posición completamente distante con el público. El viejo roble no es que no sea una buena película, es que directamente es mala. Comprendo su éxito entre el público festivalero porque es una obra sencilla, simplista, evidente, manipuladora y con un ligero poso de ranciedad anciana detrás, algo que acaba apelando al público mayoritario de este tipo de festivales: personas de clase media y alta que superan los sesenta años.
Voy a empezar por su narrativa. En un pueblo de Reino Unido llega un autobús con refugiados sirios. Este pueblo está habitado por los descendientes de los mineros y por gente de clase obrera que tiene diversas dificultades para llegar a fin de mes. Entre ellos está TJ Ballantyne, dueño de un viejo pub en las últimas llamado “The Old Oak”. Debido a que decide ayudar a los refugiados, se crea un conflicto con sus clientes habituales.
Cartel de The Old Oak
El viejo roble pretende transmitir un mensaje antirracista y de colaboración entre personas de clase obrera, lo cual es un buen mensaje, pero el problema es cómo está escrita la película: es marcadamente maniqueísta. Es irónico que, en la obra de un director realista, los personajes sean exageradamente planos, pues son buenos y malos, y no se exploran las complejidades de por qué una persona con dificultades económicas actúa de forma racista.
Claro, esto llevaría a realizar una crítica a los gobiernos europeos y al crecimiento del fascismo en la Europa actual, cosa que sí se muestra en filmes como R.M.N (2022) o Un polvo desafortunado o porno loco (2021). Al final, el filme decide llamar a estos personajes “capullos y borrachos” y sigue hacia delante. Siento que, al final, falla en esa idea de conciencia obrera al no indagar más en las complejidades del auge del racismo en Europa y al criticar a los individuos y no a los gobiernos, cosa que sí hace The Green Border (2023), película que también trata el tema de los refugiados sirios.
Si hay dos protagonistas del cine social en el Festival de Cannes son, por un lado, el ya citado Ken Loach y, por otro lado, los hermanos Dardenne. Ellos, como Ken Loach, han ganado dos veces la Palma de Oro con Rosetta (1999) y con El niño (2005). Hay varias diferencias notorias en el tratamiento que dan los directores belgas a su realismo frente a Loach: los Dardenne parten de un lenguaje documental previo y tienen un estilo visual más crudo y menos romántico, no tienden a emplear una banda sonora y, mucho más importante, indagan en situaciones complejas e incómodas para el espectador.
Tráiler de El viejo roble (2023)
Por ejemplo, en El hijo (2002) tratan una situación tan compleja como la relación entre un hombre que enseña carpintería a adolescentes en riesgo de exclusión y el joven que asesinó a su hijo. Cualquier otro director hubiese resuelto la situación de forma violenta o sin explorar la complejidad de cada personaje, pero los Dardenne indagan en la psique de cada sujeto y, en su aparente sencillez, logran que su filme tenga varias capas.
Otro director con el que se puede comparar a Ken Loach es Hirokazu Koreeda. Ambos comparten un cierto romanticismo en sus obras, pero Loach lo aplica en general y Koreeda a los personajes marginales, lo cual hace que los personajes del japonés sean más completos a pesar de su romanticismo. También hay que señalar que, en forma cinematográfica, el japonés es superior.
Este es otro de los problemas de El viejo roble, su dirección. Es normalita, sencilla, sin mucho que decir más allá de lo obvio. En ocasiones parece un telefilme austriaco de los que ponen a media tarde en TVE o en Antena 3. Los tipos de planos que se utilizan son el plano, contraplano y pocos recursos más. La cámara se dedica a mostrar todo de la forma más evidente posible. No hay nada que deje lugar a la exploración, a pensar, es un filme que le da todo el mensaje mascadito al espectador y, este, lo recibe con los brazos abiertos y declara barbaridades como que La Chimera (2023) o The Shadowless Tower (2023) son malas películas.
Un punto en el que siempre me fijo como musicólogo es en el empleo de la música. Detesto los empleos de esta para manipular de forma evidente las emociones del espectador y, la forma más común de realizarlo es con la típica música triste de piano y de violín. En El viejo roble predomina durante todo su metraje este tipo de música y es algo que me enerva como espectador, pues demuestra poca confianza en el poder de las imágenes. Es algo que ya me ha pasado con otras películas de 2023 como Past Lives (2023) y su escena final. Un filme popular de este 2023 que tiene un uso interesante de la música es Killers of the Flower Moon (2023), pues juega mucho con el anacronismo y lo anempático.
Conclusión
El viejo roble es, sin duda alguna, la peor película que he visto dentro de la Sección Oficial de la 68ª SEMINCI. Una obra de carácter simplista, evidente, con poco valor cinematográfico y con un buen mensaje narrado por un anciano director que parece más interesado en la melancolía del final que en desarrollar su mensaje antirracista y de clase.
Ficha técnica:
The Old Oak (2023)
- Reino Unido
- Duración: 110 minutos
- Dirección: Ken Loach
- Guion: Paul Laverty
- Música: George Fenton
- Dirección de fotografía: Robbie Ryan
- Productora: Sixteen Films, Why Not Productions. Distribuidora: Front Row Filmed Entertainment
- Género: Drama