Crítica de El deshielo (2023): reseña y opinión de la película
El arquetipo del viaje nostálgico al campo cobra un nuevo sentido desesperanzador, oscuro y desasosegante
Puntuación ✪ (4/5)
El manejo del tiempo es lo que hace del cine el arte más destacado. A través de la gran ventana observamos una vida comprimida en un par de horas. El nacimiento, la vida y la muerte. Pero estas tres etapas no siguen un orden cronológico, sino que aparecen y desaparecen como recuerdos, memorias, sueños o premoniciones. Si se piensa sobre este acto, el del entrometido, se llega a la conclusión de que es innoble. ¿Sería correcto hablar de catarsis? ¿Por qué sacamos un sentimiento positivo de las desgracias de los demás?
Esos personajes no están vivos y aun así nos hacen sentir. Incluso, definimos en ellos, a través de diversos comportamientos, una vida que se ha ido desarrollando con el tiempo. Vemos, por ejemplo, una joven pareja pasándolo bien. Con los años se casan, tienen una familia, pero un evento traumático desestructura sus vidas para siempre. El espectador tiene acceso, a través de una nueva temporalidad, a los acontecimientos que marcan a estos personajes ¿Qué momento de sus vidas es más real o significativo?
Sorprende este hecho y ahonda más de lo que uno espera. A esto es a lo que debe enfrentarse el público con películas como la que dirigió Felix Van Groeningen, The Broken Cricle Breakdown (2012) —titulada Alabama Monroe en España—. Sin embargo, aunque se tenga acceso a lo bueno y lo malo, hay vidas que parten de una pesadilla. Veerle Baetens, la actriz protagoniza en Alabama Monroe, se estrena como directora con El deshielo (2023), un puzle a construir de una vida destrozada en la que el espectador debe enfrentarse de nuevo a la cuestión del tiempo; debe elegir entre la infancia de su protagonista o el presente, dos momentos distintos y alejados, y aun así conectados por un hilo invisible.
Póster de la cinta
Eva (Charlotte De Bruyne / Rosa Martchant) es una joven de 26 años que se gana la vida en el mundo de la fotografía. Debido a la mudanza de su hermana, debe volver al pueblo de su infancia, donde tuvo una experiencia traumática de adolescente. Para afrontar su pasado, Eva llevará consigo la respuesta de un viejo acertijo.
Dos mundos, una misma persona
En su adolescencia, Eva se obsesiona con un enigma: en una habitación completamente vacía aparece un hombre ahorcado; bajo sus pies un charco de agua. ¿Cómo ha conseguido colgarse? En realidad, la respuesta no es importante, sino lo que implica. Lize Spit, autora de la novela en la que se basa este filme, utiliza esta adivinanza como sintagma, y Baetens y Maarten Loix lo adaptan a la perfección al cine jugando con el presente y el pasado, ambos unidos por esta adivinanza —este es, tal vez, el hilo invisible—.
En el presente, Eva se comporta de forma extraña. No hablamos de timidez, sino de temor. ¿Cómo consigue una persona tenerle tanto miedo al mundo? Debemos indagar en el pasado. Y eso hace la película, que se estrena el nueve de febrero. Sí, esto es una cinta sobre la adolescencia y de las buenas. El deshielo, al igual que Creatura (2023), Licorice Pizza (2021), Las vírgenes suicidas (1999) o Movida del 76 (1993), consigue retrotraer al espectador a su propio pasado. Vuelve la nostalgia, con sus olores particulares, sus virtudes y reprimidos temores. Hablamos de la inocencia, del descubrimiento del sexo, de los secretos del mundo, de la libertad.
Tráiler de El deshielo (2023)
Baetens juega con nuestro corazoncito y nos transporta al idílico pasado a través de un plano general que se eleva lentamente, y en el que se encuadra Eva con sus amigos yendo en bicicleta por la carretera al ritmo del Aserejé de Las Ketchup. Por puesto, podemos permitirnos echar la vista atrás si somos nostálgicos y, por ende, afortunados, pues hemos tenido un buen pasado. No obstante, hay quien, por desgracia, no tiene nostalgia. Eva es de esas personas a las que la adolescencia le fue arrebatada. Su inocencia se enfrentó a la maldad de un mundo sin paciencia. Y por esta razón podemos aseverar que Baetens carece de piedad, lo cual se agradece.
Manipula, juega con nuestra inocencia, con nuestro papel entrometido. Queremos ser niños de nuevo; Baetens nos pone la miel en los labios y luego nos abofetea. Hablamos de un cine cruel, como el de Alexandros Avranas. Entonces, dejamos de jugar a ser niños y nos enfrentamos a una realidad horrible, brutal y física. La directora belga consigue construir con excelencia cada episodio y llegados al final, salimos de la sala sin esperanza por el mundo.
El maldito ojo
La cámara cumple un papel despreciable. Los sinsabores que acostumbra a mostrar en sus beneficiarias producciones azucaradas embelesan a cualquiera. Ya hay suficientes problemas como para que también los tengamos que presenciar en el entretenimiento, ¿no? Esta reflexión sobre la ficción ya la planteaba Ray Bradbury en Fahrenheit 451, y ya sabemos cómo acaba la historia. Tal vez la cámara cinematográfica debe ser así de vulgar.
«¿Se da cuenta ahora de por qué los libros son odiados y temidos? Muestran los poros del rostro de la vida. La gente comodona solo desea caras de luna llena, sin poros, sin pelo, inexpresivas»
Ray Bradbury, Fahrenheit 451
Para Baetens no es suficiente con marcar una distinción clara entre una adultez oscura y deprimente, y una colorida adolescencia. Para Baetens es necesario que nos dejemos de tonterías y no apartemos la vista del horror. ¿No querían tanto sentimiento? Pues aquí lo tienen. La elección es perfecta: un uso abundante del tembloroso primer plano. No vale estar ahí solo para lo bueno. Debemos comprometernos con lo malo e interiorizarlo; compartirlo.
Lo que uno puede llegar a presenciar en el cine es terrorífico. Con El deshielo un escalofrío recorre la espalda, el rostro se comprime y el impulso de taparse los ojos es insoportable. Pero nada es gratuito. No es innecesario ni morboso. Al contrario, debemos dar las gracias a Baetens por sus atrevidas decisiones. Puede que aprendamos algo. Desde luego, será imposible olvidar esta película.
Ficha técnica:
Het Smelt (2023)
- Bélgica
- Duración 111 min.
- Dirección: Veerle Baetens
- Guion: Veerle Baetens, Maarten Loix. Libro: Lize Spit
- Música: Bjorn Eriksson
- Dirección de fotografía: Frederic Van Zandycke
- Productora: Savage Film, PRPL, Versus Production. Distribuidora: VERCINE
- Género: Drama