Crítica de Descansa en paz (2024): reseña y opinión de la película
La obra maestra del género zombi transcurre en la penumbra violácea de Oslo
Puntuación ½ (4,5/5)
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El público devorador de narrativas de ultratumba; de eventos milagrosos donde la muerte se sortea y a la vida se le da una segunda oportunidad, demanda encontrar, ahora que están mimados y empalagados con historias de muertos vivientes, nuevos cuentos, caminos, transiciones, protagonistas, filosofías u otras cosas que no quedan claras. La famosa “vuelta de tuerca” del género. A saber qué quieren decir con eso de tuercas y remaches. Ya se han hecho varios intentos para girar esa tuerca que parece oxidada —es algo que habría que considerar—. Los hambrientos (2017), de Robin Aubert, explora un universo donde los zombis no carecen de vida, sentimientos e incluso conciencia. En Rastro de sangre (2016) Colin Minihan nos enseña que, tal vez, los zombis no son tan malos como los hombres. En Memorias de un zombi adolescente (2013) Jonathan Levine consigue establecer una trama amorosa entre un zombi y una joven.
Pero este público es muy demandante. ¿Estarán hartos de que se tomen con poca seriedad su género repleto de clichés? ¿No aguantan más al grupo conformado por el policía, el repartidor de pizzas, el deportista, el asiático, el motorista, la madre y la universitaria? Es cierto que poco se ha explorado. El género ha quedado estancado en sus propias convenciones: zombis de residencia de ancianos, refugios de novelas de caballerías, situaciones irrisorias y villanos emparentados con Tronchamuelas. Digamos que la narrativa zombi ha quedado sepultada por la necesidad de entretener a su público y no se plantea las preguntas que lo hacen tan interesante: ¿Queda algo de humanidad en los no-muertos? ¿Qué es lo que buscan? ¿Son animales? ¿Sienten? ¿Aman? ¿Miccionan? Giremos esa tuerca arturiana.
Tráiler de Descansa en paz (2024)
Es difícil salir satisfecho de una película de zombis y más aún encontrar una favorita sabiendo que todas tiran a lo mediocre. Pero estad atentos, porque os traigo la buena nueva; la gran película del género; la que será olvidada, pero resonará en los que la vean. Hablo de Descansa en paz (2024), la ópera prima de Thea Hvistendahl, que coescribe junto a John Ajvide Lindqvist, conocido por ser el autor de la más bella de las películas de terror, Déjame entrar (2008). La trama de esta cinta, que se estrena el 21 de junio, rezuma tintes saramaguianos: tras un temblor en la tierra, los muertos vuelven a la vida. Una joven madre (Renate Reinsve) que perdió a su hijo, un padre de familia (Anders Danielsen Lie) cuya esposa acaba de morir en un accidente de tráfico y una anciana (Bente Børsum) recién enviudada, se verán sumidos en la confusión de la resurrección de sus seres queridos.
A primera vista, resulta impactante que una película de zombis esté tan exquisitamente filmada. En sus tonalidades grisáceas y violáceas tan comunes de las películas de la histórica Nordisk, como también en los espacios penumbrosos y los sobreencuadres en los que se encierra a los protagonistas, se genera una clara sensación de tristeza y misterio. Cada imagen pesa, desequilibra, desasosiega. El espectador se encuentra en un mundo lúgubre a pesar de estar lleno de vida. Y, por su puesto, no carece de belleza.
Me ha resultado interesantísimo lo equilibrado que es el estilo de Thea Hvistendahl. Por un lado, está lo meditativo; la cocción a fuego lento con la que ejecuta el terror y el drama. Por otro, lo sensorial y lo mágico, que se elevan en una construcción bellísima entre imagen y sonido —el temblor con el que reviven los muertos es hipnótico y pletórico—. Sobre todo, abunda su estilo lento y satisfactorio en la que el propio medio fílmico se comporta como un cadáver recién llegado a la vida.
El drama no percute a la primera, sino que es fiel al estilo que plantea la directora y acaba siendo mucho más punzante para el corazón, con el tiempo, gracias a las espléndidas interpretaciones de Renate Reinsve, de la que es imposible no enamorarse —si Paul Thomas Anderson se arrodilló cuando vio a Renate en el estreno de La peor persona del mundo (2021), nosotros deberíamos cavar un hoyo hasta el centro de la tierra—, y Anders Danielsen Lie —las musas de Joachim Trier—, siempre con esa flema suya tan particular que, a su vez, es tan delatora.
Es posible que el tiempo me refute la afirmación de que esta es la mejor película de zombis que se ha hecho desde aquellas del maestro George A. Romero. La propia sinopsis plantea las preguntas más lógicas y ontológicas de este género: “¿Quiénes son y qué quieren?”. De hecho, queda, para nuestra desgraciada existencia, sentenciado el propio sentido de la muerte. Aquí se trata como una necesidad —tanteo el término “obligación”— lógica e inherente a la propia vida. ¿Qué supone la vuelta de aquellos que nos han dejado? Este evento antinatura queda cargado de un sentimiento negativo y sugiere una reflexión sobre la indispensabilidad de la muerte y el problema de quedarse anclado en la pérdida.
Ficha técnica:
Håndtering av udøde (2024)
- Noruega
- Duración 97 min.
- Dirección: Thea Hvistendahl
- Guion: de Thea Hvistendahl, John Ajvide Lindqvist
- Música: Peter Raeburn
- Dirección de fotografía: Pål Ulvik Rokseth
- Productora: Einar Film, Zentropa International Sweden, Filmiki Etairia. Distribuidora: Avalon
- Género: Terror