Crítica de Los delincuentes (2023): reseña y opinión de la película
La felicidad se enmascara de libertad y quien la encuentra descubre el infinito
Puntuación (5/5)
Crítica de Juan Pablo Bargueño
El tercer día del Festival de Cannes, en una sala Debussy llena hasta los topes, el elenco de Los delincuentes (2023) salía junto a su director, Rodrigo Moreno, a defender la película. No se me olvidará nunca el momento en el que Moreno pidió perdón a la sala por la duración de la película. Efectivamente, la cinta dura tres horas. Pero, ¿por qué pedir perdón? Tal vez era un aviso para el “prestigiosísimo” público de Cannes, que no tardó en desalojar la sala a la hora de metraje.
No sé si fue por el aviso de las tres horas, porque realmente no les gustaba la película o que, debido a una diferencia cultural, la picardía y el donaire argentino no fueron del agrado para aquellos a los que les gusta lo que se pronuncia con el entrecortado y tosco francés, siempre con una mirada intensa —demasiado intensa—, o lo que se pronuncia con el zonzo y ridículamente dramático inglés.
En realidad no es algo por lo que preocuparse. Ya viene de lejos aquello de «no es la miel para la boca del asno». Y sí, Los delincuentes reafirma esa ley divina de los festivales de cine: la mejor siempre es la argentina. No hay dudas, ya lo verán, pues pocas han sido las odiseas contemporáneas que hayan logrado encontrar la respuesta a una existencia tan trágica.
Morán (Daniel Elías) y Román (Esteban Bigliardi) son compañeros en un banco de Buenos Aires. Sus vidas son aburridas, como la de cualquier trabajador.
Póster de la cinta
Morán se encarga de sacar dinero de la caja fuerte del banco, por lo que un día decide poner fin a la monotonía de su vida y robar la cantidad suficiente para vivir lo que le queda de vida. Morán sabe que irá a la cárcel y se plantea lo siguiente: ¿Merece la pena pasar unos cuantos años en la cárcel a cambio de vivir dignamente el resto de vida? Para llevar a cabo el plan, Morán compromete a Román, al que le encarga guardar el dinero hasta que salga de la cárcel. Todo sale a la perfección, pero el perito del seguro y la investigación llevada a cabo por el banco complicarán la vida de ambos personajes hasta situaciones completamente inesperadas.
Dos partes opuestas
La cinta se divide en dos partes muy marcadas —aunque tal vez la primera parte sirva de prólogo a lo que realmente es la cinta; es decir, la segunda parte—. La primera transcurre en la ciudad de Buenos Aires donde Morán y Román viven vidas muy corrientes: se levantan en la madrugada, se toman un café, van al trabajo en un abarrotado transporte público, trabajan ocho horas, siempre con un descanso para fumarse algún que otro cigarro; vuelven a casa cunado ya se ha puesto el sol y el poco tiempo que les queda lo dedican a ver la tele o a pasar el mínimo tiempo con sus familias.
La ciudad es gris y está llena de transeúntes acelerados. La identidad del capitalismo tardío es representada por Rodrigo Moreno a través de la angustia que no es capaz de desaparecer ni en el fuera de campo. La urbe se transfigura en una prisión donde la única forma de sobrevivir es ver el lado bueno de las cosas. Moreno maneja el drama y la tensión con extrema excelencia, aunque destaca un estilo irónico en el que lo miserable se desdobla en una salida cómica bien elaborada. El espectador se encuentra constantemente con una broma sobre su propia vida o, lo que es lo mismo, una bofetada.
Tráiler de Los delincuentes (2023)
La segunda parte de la película cambia por completo la fisonomía del filme. Lo que habíamos visto hasta ahora evoluciona a una especie de relato onírico en el que uno se olvida de lo pasado y solo puede quedar maravillado por la belleza que se proyecta en pantalla. A partir de esta segunda parte, uno descubre que Moreno no es solo un genio en la dirección, sino que también en la soledad de la escritura. A partir de lo que ocurre en la primera parte, se desatan varias subtramas que, a primera vista, parecen incoherentes hasta que llegan a un punto en concreto donde uno solo puede quedar maravillado por el ingenio narrativo.
Esta parte de la película destaca notablemente sobre la primera. El ritmo se ralentiza y da tiempo a observar, casi de forma antropológica, el comportamiento de los protagonistas en un ambiente y contexto totalmente distintos al originario. En este nuevo ecosistema, los personajes sufren un renacimiento total; un despertar interior que resulta terrible, pues cuando uno encuentra la felicidad, aunque sea por un instante, se da cuenta de lo infeliz que ha sido, es y será.
La metafísica del hombre contemporáneo
Tanto Morán como Román, en un instante de lucidez, intentan escapar del horror de la existencia. Vivimos en un mundo donde se tolera lo intolerable y donde se es injusto con el justo, donde se aprende a ser engañado y se olvida a cuestionar, donde la falacia impera por encima de la razón, donde la felicidad se paga con dinero manchado de sangre, donde la miseria se recompensa con más miseria, donde la imaginación y la creatividad son suprimidas por la ignorancia y el conformismo más adulador y repugnante, donde se odia por odiar, y así hasta la infinidad. ¿Qué esperamos, pues, de este animal tonto ante la situación tan nefasta e incontrolable a la que debe enfrentarse hasta el día en que suelte su último suspiro? El percal es terrorífico. Por algo, en la película destaca la canción Adonde está la libertad [sic] de Pappos’ Blues.
Adónde está la libertad
No dejo nunca de pensar
Quizás la tengan en algún lugar
Que tendremos que alcanzarNo creo que nunca
Sí, que nunca
No creo que nunca
La hemos pasado tan mal(Pappo’s Blues, 1971)
¿Tal vez su misión sea luchar por la libertad? No, pues la libertad es un concepto inexistente, inabarcable. Ni una sola gota de libertad se puede encontrar en el infinito del universo. Nos engañamos, pero creemos en ella. ¿A quién se le ocurrió? ¿Por qué dejamos morir a la gente por la libertad? ¿Por qué nos dejamos hacer de todo por algo que no existe? Los personajes de Los delincuentes intentan buscar la libertad fuera de la ciudad. Sin embargo, una vez deshecho el peso de la vida de la metrópolis, estos caen presos del amor, la envida, el odio, el remordimiento… Es imposible esconderse de la vida cruel. Sin embargo, no todo está acabado.
Es posible que Rodrigo Moreno relacione el descubrimiento de la inexistencia de la libertad como la clave fundamental a un primer paso hacia la felicidad. Pues, ¿qué sería, si no, el despertar del alma oprimida derivado de los hermosos versos de un poema? O, ¿qué sería el amor sin el atrevimiento a romper lo que se interpreta como correcto? ¿Qué sentido tiene el placer de observar el movimiento natural de la vegetación, si toda gira en torno a una codificación biológica finita? Tal vez sea solo eso: buscar lo que nos apasiona, lo que nos calma y llena al completo, lo que nos pone los pelos de punta y apacigua nuestro corazón, lo que nos hace cosquillas en el estómago y nos calienta el alma…
Conclusión
Pedir perdón por dar el máximo e intentar hacer lo mejor posible debería estar prohibido. Rodrigo Moreno es esclavo de su obra. No sé si lo que hay detrás de sus palabras es una productora o si realmente le quitaría minutos al filme. Mi opinión es que quitarle un mísero segundo a Los delincuentes sería una profanación de lo más grave. Esta oda a la felicidad está llena de tensión y drama, pero también de sexo y rock and roll, de calma, de amor, de humanidad… Este Frankenstein audiovisual es un ensayo único sobre la vida humana. La experiencia es trascendental, profunda e irrepetible. Uno comprende lo que es el cine con películas como Los delincuentes.
Ficha técnica:
Los delincuentes (2023)
- Argentina
- Duración 180 min.
- Dirección: Rodrigo Moreno
- Guion: Rodrigo Moreno
- Dirección de fotografía: Inés Duacastella y Alejo Maglio
- Productora: Wanka Cine, Rizoma Films, Compañia Amateur, Jaque Producciones, Sancho & Punta, Jirafa y Les Films Fauves
- Género: Drama