Crítica de ‘Deep Water’, de Adrian Lyne
El regreso de Adrian Lyne
Puntuación ✪✪ (3/5)
Deep Water es la nueva película del cineasta británico Adrian Lyne, conocido principalmente por dirigir películas como Nueve semanas y media (1986), protagonizada por Kim Basinger y Mickey Rourke, la icónica Atracción Fatal (1987), con Michael Douglas y Glenn Close, la cual le valió una nominación a los Premios Oscar en la categoría de Mejor Dirección, o su incursión en el terror psicológico con la película de culto La Escalera de Jacob (1990).
Tras 20 años de ausencia luego de dirigir Infiel (2002), con Diane Lane y Richard Gere, el director regresa con Deep Water (2022), un thriller erótico basado en el exitoso libro del mismo nombre de la escritora Patricia Highsmith.
Vic y Melinda Van Allen son una pareja acaudalada que tienen un arreglo peculiar: Vic permite que Melinda vea a otros hombres para evitar un divorcio. Pero, cuando varios de los amantes de Melinda comienzan a desaparecer, todas las pistas apuntan a él…
Este regreso al thriller erótico está protagonizado por Ben Affleck y Ana de Armas quienes encarnan a Vic y Melinda, respectivamente.
Ana de Armas entrega una actuación excelente, encapsula el aire de misterio y sensualidad que envuelve a Melinda con solvencia y naturalidad. Por otra parte, Affleck no logra darle vida a su personaje y ofrece una actuación plana, que carece de un registro actoral conciso y, en ocasiones, roza el tedio.
Póster de la película
Es de conocimiento público que la filmación de esta película dio pie a una relación sentimental entre los intérpretes. La química que se aprecia en pantalla es discreta y funciona mejor durante el tramo final de la historia. El resto del elenco está compuesto por actores, de mayor o menor calado, como Tracy Letts, Jacob Elordi, Lil Rel Howery y Finn Wittrock, pero ninguno de ellos destaca en particular, ya que el foco está puesto sobre la pareja protagónica.
El guion, escrito por Zach Helm y Sam Levinson, este último creador de la exitosa serie serie de HBO Euphoria, sigue un recorrido lineal, con la suficiente dosis de intriga y misterio para mantener en suspenso al espectador y hace ecos a películas como Perdida (2014) e Instinto Básico (1992) en su planteamiento de una relación tóxica. Aunque, se echa en falta algo más de información para comprender en su totalidad el origen de la pareja y darle más sentido a los eventos que transcurren en el clímax de la película.
Asimismo, Lyne dirige con elegancia la producción y compone un thriller sofisticado con la esencia característica del cine erótico de los 90, pero sin alcanzar los niveles de tensión que caracterizan a sus mejores trabajos. Un ejemplo claro es el desparpajo que supuso Atracción Fatal en su narrativa con un manejo del suspenso que la hacía memorable y enervante. Deep Water no lo consigue del todo.
Crítica de Deep Water 2022
El componente erótico, una de las señas de identidad de la cinta, está potenciado a una medida justa, con una serie de escenas, que sin llegar a ser explícitas, son lo suficientemente arriesgadas para cumplir con lo esperado dentro del género.
Dentro del apartado técnico, destaca especialmente el diseño de producción de Jeannine Oppenwall que convierte el deslumbrante hogar de los Van Allen en un espacio laberíntico donde los secretos están ocultos a plena vista y las habitaciones desnudan la intimidad de los personajes, haciendo al espectador cómplice de sus acciones.
La fotografía de Eigil Bryld inunda la pantalla de tonos fríos para contextualizar la vida desencantada de Vic y Melinda. No hay un uso destacable de la cámara, a excepción de una secuencia donde Melinda canta y toca el piano durante una fiesta en los primeros minutos de la película. Los primeros planos junto con la iluminación que proyecta sombras de luz en el rostro de Ana de Armas componen un cuadro fascinante.
El agua es un elemento importante dentro de la película, no sólo porque varios de los asesinatos tienen lugar en escenarios como piscinas y ríos, sino que también funciona como un leitmotiv de la turbulenta relación matrimonial. Por otro lado, los caracoles que Vic cría son una metáfora menos efectiva de su personalidad torturada.
En conclusión, Deep Water marca el regreso al cine de Adrian Lyne con un thriller erótico que entretiene y cuenta con un trasfondo interesante, aunque no llega a recuperar la calidad de sus mejores trabajos.
Crítica escrita por Cristian Pestana