Crítica de ‘The Limits of Control’

Crítica de 'The Limits of Control'

Jarmusch vuelve al Samurái

critica the limits of control

Póster internacional de la película

Jim Jarmusch, director y símbolo del cine independiente estadounidense, tiene una carrera extensa y variada que se inició en los 80 cuando estrenó su opera prima, Permanent Vacation y con el paso del tiempo ha ido añadiendo películas como Mistery Train, la más reciente Los muertos no mueren o Ghost Dog, el camino del samurái, película de 1999 protagonizada por Forest Whitaker que ahondaba en el mundo de los sicarios y el cine negro presentando una reinterpretación moderna del samurái. 

10 años después (con el éxito comercial de Flores Rotas de por medio) Jarmusch vuelve a seguir los pasos de un sicario en The Limits of Control, un filme noir rodado íntegramente en España con un reparto formado por grandes estrellas como Bill Murray, Tilda Swinton, John Hurt, Paz de la Huerta y Luis Tosar, protagonizado por Isaach De Bankolé, actor de origen costamarfileño que ya trabajo con Jarmusch en Ghost Dog interpretando a Raymond, que en esta película interpreta al Solitario, un sicario enviado a España para realizar un encargo que termina siendo un extraño viaje por el país.

La película presenta a un solitario y silencioso hombre meticuloso en sus acciones que recuerda a Alain Delon en el papel de Jeff Costello en El Silencio de un hombre de Jean-Pierre Melville que al igual del personaje de Melville, lleva una vida espartana y a la vez lujosa cuando puede, adaptándose a las circunstancias sin ninguna queja.

En este viaje por España, el protagonista tiene que contactar con sus contactos en la terraza de un bar, donde estos, personajes variados y estrafalarios intercambian cajas de cerillas, en este caso de la marca camerunesa Le Boxeur (El Boxeador) y que contienen dentro un mensaje encriptado, repitiéndose el mismo proceso a lo largo de la película. Estos contactos, personajes sin nombre, intentan establecer conversación con el protagonista, aunque al final se convierte todo en un monologo del contacto.

En este viaje por España, el protagonista tiene que contactar con sus contactos en la terraza de un bar, donde estos, personajes variados y estrafalarios intercambian cajas de cerillas, en este caso de la marca camerunesa Le Boxeur (El Boxeador) y que contienen dentro un mensaje encriptado, repitiéndose el mismo proceso a lo largo de la película. Estos contactos, personajes sin nombre, intentan establecer conversación con el protagonista, aunque al final se convierte todo en un monologo del contacto.

Y entre contacto y contacto, la película se centra en los tiempos muertos, marca de autor del director de Akron y que en este largometraje se convierte en gran parte de la trama, ya sea ir a un tablao flamenco en Sevilla o al Museo Reina Sofía de Madrid, lugar que visita varias veces a lo largo de la película y en el que ve cuadros de Juan Gris, Antonio López, Antonio Tapies y Roberto Fernández Balbuena. 

Caja de cerillas

El director sabe captar, en estos tiempos muertos, la esencia de las calles de España, haciendo que un paseo por las calles de Sevilla o un pueblo de Almería se sientan reales, lejos del artificio edulcorado de tópicos que presentan las películas de Estados Unidos de España, ningún mariachi en la Plaza Mayor o Sanfermines frente a la Maestranza a la vista, solo escenarios reales.

Otro punto importante de la película es lo críptico, con referencias continuas a “Los diamantes son los mejores amigos de una chica” o “La vida no vale nada”, a guitarras, que aparecen en el cuadro de Juan Gris o la antigua que el protagonista carga a lo largo del filme que, sumados a alucinaciones que tiene en ocasiones, dan el toque surrealista y extraño de película. 

Este filme de Jim Jarmusch en su rama más autoral presenta un viaje por momentos oníricos en España de un silencioso sicario, presentando diferentes escenarios y adentrándose cada vez más en un país que el director muestra desde el realismo para acompañar al protagonista. 

En definitiva, The Limits of Control es la contraparte silenciosa de Ghost Dog, el camino del samurái. Mientras que una presenta a un sicario trajeado, en la otra va en chándal, una tiene la violencia mínima mientras que Ghost Dog es la más violenta de la carrera del director, un ying y yang sobre la figura del asesino a sueldo presentada por un director único..

“Supongo que, como todo, es un problema de percepción ¿no?”

 
Por PJ Martinez

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