Análisis y crítica de Cinco Lobitos (2022)

“Gracias Alauda”

Puntuación ⭐⭐⭐⭐⭐ (5/5)

Alauda Ruiz de Azúa ha conseguido lo imposible con su primer filme: situarse en el panorama cinematográfico español con una historia intimista que, alejada del dramatismo que en ocasiones caracteriza a este género, nos muestra una realidad que envuelve y conmueve a sus espectadores por su sencillez, honestidad y autenticidad

La narrativa de Cinco lobitos (2022) sobre la maternidad, los cuidados, los vínculos familiares y los cambios de roles e identidad que nos van atravesando como personas es, simplemente, prodigiosamente fiel a la realidad de muchas mujeres y familias de todo el mundo.

La historia tiene como protagonista a Amaia (Laia Costa) y su recién adquirida maternidad, la cual está plagada de soledad, dudas, miedos, frustraciones o rabia. Por supuesto, tiene momentos tiernos y felices con su recién nacida, pero aun así la imagen que te invade al ver a Amaia en pantalla es la de una mujer que tiene que hacer frente a un cambio de vida radical por el que se ve sobrepasada en ocasiones. 

El valor añadido del filme de Ruiz de Azúa es mostrar esa cara oculta de la maternidad que la mayoría de películas pasan por alto; la totalidad de los cuidados recaen en las madres; los sacrificios laborales han de hacerlo las progenitoras y el funcionamiento del sistema actual hace realmente difícil establecer una red de cuidados que permita a las madres no perder sus otras identidades como mujeres.

Cinco Lobitos

Póster de la película

La directora nos contaba en una entrevista que pudimos hacerle desde Historia del Cine.es que, aunque la película no es autobiográfica, si se inspiró en su experiencia como madre primeriza para desarrollarla. Sin lugar a dudas, este es uno de los éxitos de Cinco Lobitos, porque ha conseguido describir no solo el proceso de maternar a un recién nacido, sino que plasma de manera brillante las relaciones familiares y afectivas de muchas familias y parejas actuales. ¿Cómo lo consigue? Logrando que cada espectador y espectadora pueda identificar en alguno de los personajes –aunque no sea en su totalidad- algo de su familia o de sí mismos, consiguiendo un espejo entre filme y realidad que tanto ansiábamos –y necesitábamos- encontrar en las salas de cine en estos tiempos de películas que ‘nos dicen’ poco.

Acompañando a Amaia tenemos a Begoña (Susi Sánchez) que, en un magistral papel como matriarca familiar, encarna a la perfección el rol de madre y sostenedora de su hogar. Durante gran parte del filme ella es la encargada de conducir el rumbo de la historia –siempre a través de los ojos de Amaia-, porque ese es el rol de las madres –que parece atemporal e inviolable durante los siglos- que tan bien refleja Ruiz de Azúa; guiar, cuidar, acompañar, dirigir, así como mostrarse enteras y fuertes hasta el final. No hay lugar para la vulnerabilidad ni para la flaqueza ni el temor. Debido a ello, cuando esos momentos afloran durante la película, la emoción invade a todas las personas que ven en las confesiones, los abrazos o las miradas y gestos de ternura, ese amor familiar –ese amor entre madre e hija- que solo se puede expresarse en esos momentos.

Koldo y Javi (Ramón Barea y Mikel Bustamante), padre y pareja de Amaia, completan este reparto siendo unos personajes masculinos que, aunque encarnan distintas generaciones de hombres, aún comparten ciertas características que parecen no perderse con el paso del tiempo. Una de ellas es comprobar como lo relativo al hogar y los cuidados sigue recayendo sobre las figuras femeninas. 

La secuencia en la que Amaia va a ducharse y Javi le grita desde fuera ‘¿Dónde están los pañales?’ es, sin duda, dolorosa e impactante, mientras que, en el caso de Koldo, tenemos esa otra escena en la que no sabe qué medicación es la que tiene que darle a su esposa y Amaia se encuentra totalmente superada, frustrada y enfurecida por todo lo que recae sobre ella en ese instante.

Crítica de Cinco Lobitos 2022

Estas secuencias son increíblemente auténticas para nosotras, porque una vez más, ante un momento de autocuidado, de compartir las responsabilidades y dejar de ser las encargadas de todo lo que sucede en nuestros hogares y familias –momentos donde necesitamos ser solo nosotras- vuelve a encontrarnos la realidad de un compañero o padre que nos pide ‘socorro’ en situaciones completamente cotidianas que podrían resolverse sin problema alguno, pero donde les es más sencillo pedirnos ayuda.

Junto a esto, Cinco Lobitos también lanza un mensaje para ellos, los hombres, porque les sitúa frente a una verdad que, probablemente, antes no contemplaban: la de una madre-hija-compañera que está desbordada y necesita no ser la única que sabe dónde está todo, sabe cómo se hace todo o sabe qué hacer en cada momento… El filme les invita a reflexionar y plantearse la importancia que se esconde en ese ‘valerse por si mismos’, para que sus compañeras e hijas puedan contar con ellos tanto ante momentos difíciles y duros como ante la espontaneidad y sencillez del día a día.

Un punto especialmente importante del largometraje son los paralelismos entre experiencias y personajes. Por un lado, cuanto más conocemos sobre el matrimonio de Begoña y Koldo, comprobamos que la soledad que siente Amaia es muy similar a la que sintió Begoña con su misma edad, siendo una de las muchas similitudes que la protagonista va encontrando con su madre en esta nueva etapa de su vida donde ella, ahora, también es madre. Por otro lado, también vemos como Amaia, en un principio, desea ejercer su maternidad en solitario, sin la ayuda de sus padres, como una mujer moderna, trabajadora, empoderada y fuerte… Y cuando se ve superada por la carga que supone –y vemos el desengaño que le acompaña mientras lo descubre-, se ve abocada a pedirles auxilio.

Aquí es donde se inicia realmente el filme: Amaia comienza a conocer a su madre ya no como su hija, sino como otra madre
que tendrá que hacerse cargo de más cuidados de los que ella podía imaginar en un primer momento, donde los roles se irán intercambiando y se verá forzada a sacrificarse, renunciar y cambiar los deseos y planes que tenía para ella como mujer.

Esta posición de equilibrio que presenta Ruiz de Azúa entre madre e hija, que pasa a ser de madre a madre, permite a Amaia humanizar a su madre, le permite comprender, aceptar y perdonar las imperfecciones que ha tenido y tiene Begoña y, a esta, sincerarse con su hija y consigo misma acerca de sus errores y sus aciertos como madre y esposa. Esta verdad que cuenta Cinco Lobitos, es una verdad universal que como hija, seas o no madre, te toca por dentro al poner en pantalla a dos mujeres adultas que se necesitan y quieren la una a la otra.

Antes de finalizar esta crítica, es importante señalar algunos aspectos que, aunque no son centrales durante la película, si ejercen una gran influencia en el desarrollo de la misma y, por tanto, en la realidad que está reflejando la historia. Por un lado, pone de manifiesto las dificultades que enfrentan la paternidad y maternidad en nuestro sistema actual, donde las personas jóvenes no tienen una estabilidad o condiciones laborales que les permita tomar la decisión de tener hijos sin sentir miedo por su situación económica o profesional. También, aunque lo haga de manera discreta, nos muestra las diferencias entre los entornos grandes y urbanos frente a los más pequeños y comunitarios en cuanto al establecimiento de redes de apoyo y cuidados. Igualmente, nos habla de la dependencia y los cambios de los roles familiares que se producen con el paso de los años: de padres y madres pasamos a ser abuelos y abuelas que necesitan de la presencia y ayuda de sus hijos e hijas ante lo cotidiano.

Todo esto, sumado a las reflexiones que se han escrito previamente, quiere destapar –de manera aguda e inteligente- como nuestros vínculos y sistema de cuidados siguen regidos por un sistema patriarcal, el cual viene de la mano junto con el capitalismo como estructura económica que, en resumen, no se lo pone nada fácil a ninguna de nosotras, ni a nuestras familias ni parejas.

La última reflexión sobre Cinco Lobitos, quizás la más esperanzadora, es en relación a la evolución de Amaia en el filme. Esta especulación contiene spoilers, por lo que puedes leerla una vez hayas visto la película. Durante todo el largometraje, vemos como Koldo ‘pierde’ sus gafas y es Begoña quien se encarga de dárselas o ponerlas en algún sitio donde él pueda encontrarlas fácilmente.

En la escena final de la película, Amaia encuentra las gafas de su padre en la butaca del salón –quién en escenas anteriores dice haber perdido- y, en vez de ponerlas en un sitio donde él pueda encontrarlas –tal como habría hecho su madre- decide dejarlas ahí, liberándose del rol de cuidadora que ha tenido en los últimos meses, confiando en que su padre ‘espabile’ como el mismo le había dicho que tendría que hacer… En definitiva, dejando de ser la madre de Begoña y Koldo, dejando atrás ese rol que le había acompañado durante la enfermedad de su madre; confiando en las habilidades de su padre para ‘sobrevivir’ y diciéndole a su hija –sintiéndose más segura sobre su maternidad- que ‘ ya se van a casa’.

Tenemos que dar las gracias a Alauda Ruiz de Azúa por Cinco lobitos; por su valentía en mostrar una realidad dura; por su compromiso y honestidad en reflejarlo a través de su experiencia como mujer; por crear personajes y familias en donde podemos ver a nuestros padres, madres, parejas o, incluso, a nosotras mismas; por conmovernos en tantas escenas; por necesitar unos minutos antes de abandonar la sala de cine y, sobre todo, por hacer que el arte que es la cinematografía, vuelva a generarnos un sinfín de emociones.

Crítica de Irene Serrano Neira, psicóloga experta en género

Ficha técnica:

Cinco Lobitos (2022)

  • España
  • Duración 104 min.
  • Dirección: Alauda Ruiz de Azúa
  • Guion: Alauda Ruiz de Azúa
  • Música: Aránzazu Calleja
  • Dirección de fotografía: Jon D. Domínguez
  • Productora: Encanta Films, Sayaka Producciones Audiovisuales, Buena Pinta Media, RTVE. Distribuidora: BTeam Pictures
  • Género: Drama familiar

2 comentarios en «Crítica de ‘Cinco Lobitos’ (2022)»

  1. Excelente artículo. La película me parece una maravilla. Pero hay algo que me ha dejado pensando: Iñaki. Aparece como un antiguo amante de Begoña, simplemente, pero después, en una conversación entre madre e hija parece como si la madre hubiese tenido una aventura con Iñaki en unas fechas que pueden coincidir con la concepción de Amaia. Queda en el aire. Quizá sean solo imaginaciones mías.

    Responder
  2. “Anda, quita, déjalo que ya lo hago yo” (como bien refleja Begoña) y apartar al otr@ de hacer una tarea, le pone en situación de no hacerla por “desbancamiento”. No sólo en pareja se dan esas situaciones. En mi caso, mi hermana se adelantaba a hacer lo q me correspondía y yo quedaba de “vaga y negligente, desordenada”…y no estoy hablando de procrastinación por mi parte. O alguien cambia cosas de sitio sin decirlo, y luego hay que preguntarle (no parece el caso en la película). Mi aportación es: creo q estas situaciones se dan entre personas en relación, de cualquier género; según la tarea es más frecuente q en el rol doméstico lleve las riendas la mujer, pero incluso entre mujeres alguna toma el papel “matriarcal”.
    Agradezco a la película la inspiración para reflexionar sobre esto.

    Responder

Deja un comentario