Crítica de Babylon (2022): reseña y opinión de la película
Puntuación ✪ (4/5)
Crítica de Cristian Pestana
En ocasiones es una sentida carta de amor al cine y sus creadores, mientras que en otras una crítica ácida a la cara menos amable de una época deslumbrante
Babylon es la nueva producción dirigida por Damien Chazelle, el cineasta visionario que nos ha entregado cintas icónicas como Whiplash (2014) y La La Land (2016), además de la interesante First Man (2018). Chazelle posee un estilo único para crear grandes epopeyas con momentos de carácter intimista y convertirlas en experiencias inmersivas, cuyo efecto se mantiene con el espectador mucho tiempo después de su visionado.
La unión entre las formas clásicas y lo moderno también se aprecia de manera prominente en toda su obra. Desde las referencias a los grandes clásicos del jazz en Whiplash y el homenaje a los musicales de antaño en La La Land, Chazelle sabe conjugar los elementos precisos para lograr un balance idóneo entre el pasado y la actualidad.
Además, sus historias siempre nos presentan a soñadores que están decididos a cumplir sus objetivos vitales, aunque una serie de obstáculos se interpongan ante ellos. Esa pasión por hacer que un sueño cobre vida es un aspecto que Chazelle encauza hacia los espectadores de una forma optimista y valiosa.
Ahora es el turno de hablar sobre Babylon, su más reciente trabajo que dividió a la crítica norteamericana y presenta una propuesta desenfrenada capaz de enamorar y repeler a partes iguales, pero que no deja indiferente a nadie y posee un encanto particular.
Póster de la cinta
¿De qué va la trama?
Ambientada en Los Ángeles durante los años 20, Babylon cuenta una historia de ambición y excesos desmesurados que recorre la ascensión y caída de múltiples personajes durante una época de desenfrenada decadencia y depravación en los albores de Hollywood. Para empezar, hay que advertir que Babylon no es una cinta que vaya a gustar a todo tipo de público. Su naturaleza caótica y contenido explícito genera controversia con facilidad, así que es importante aclarar este punto para los espectadores de estómago delicado. Desde sus primeras secuencias, es evidente que Chazelle tiene la intención de mostrar el lado luminoso y los rincones más oscuros de la industria cinematográfica.
La ambientación nos sitúa en los años 20 dentro de una mansión ubicada en las colinas de la ciudad de Los Ángeles, donde tiene lugar una fiesta llena de drogas y orgías. La cámara recorre el lugar con una mirada expansiva y lo retrata como un palacio decadente dominado por los excesos. El brillo y el glamour de las estrellas de la gran pantalla se confunde entre la multitud de cuerpos entregados a los festejos dionisiacos. La pirotecnia continúa a través de un ritmo frenético, que nos permite conocer a Manny y Nellie, nuestros personajes principales que sueñan con triunfar en la meca del cine.
Ambos son figuras muy interesantes, que funcionan como la guía de los espectadores a lo largo de la narrativa. El guion escrito por Chazelle nos lleva en un recorrido frenético por los entresijos de Hollywood como fábrica de sueños y devoradora de los mismos, la accidentada transición del cine mudo a las producciones sonoras y las grandes estrellas que fueron olvidadas en el proceso de dar paso a las nuevas generaciones de actores.
Trailer de Babylon (2022)
En ocasiones es una sentida carta de amor al cine y sus creadores, mientras que en otras una crítica ácida a la cara menos amable de una época deslumbrante. Todo está acompañado de una serie de set-pieces impresionantes donde conocemos el detrás de escenas de las producciones y sus grabaciones delirantes. También hay una exploración ocasional de temas como la proliferación de la mafia en Los Ángeles, relaciones lésbicas y el contraste entre los actores de cine y teatro, pero estos pasajes no están abordados con la suficiente solidez para justificar su inclusión y se pierden dentro de la extensa carga narrativa.
La lista de referencias que hace Chazelle a distintas cintas icónicas es variada, de manera que nos encontramos con un reverso oscuro de Cantando bajo la lluvia, pasando por el análisis desencantado de una sociedad frívola como La Dolce Vita en esteroides, además de secuencias que recuerdan a Érase una vez en Hollywood, My Fair Lady y La La Land en un ingenioso ejercicio donde el autor rememora su propia obra.
El apartado actoral es notable
Diego Calva es una revelación como Manny. Su rostro expresivo y carisma natural avalan una sólida actuación protagónica y anuncian la llegada de un nuevo talento en Hollywood. Será interesante ver a Calva en sus próximos proyectos. Por otro lado, Margot Robbie vuelve a demostrar que es una de las mejores actrices de la actualidad. Su Nellie LaRoy es un personaje alucinante, lleno de grandes expectativas pero con un pasado oscuro a cuestas y conducta problemática que la lleva a un ciclo tóxico de autodestrucción. Robbie le saca el máximo provecho a esta figura que está inspirada en Clara Bow, la primera It Girl de Hollywood. Desde su primera aparición, la actriz australiana enamora con su entrega desbordante y presencia magnética. Un rol complejo que requiere un alto nivel de rango actoral y está ejecutado a la perfección.
Brad Pitt entrega otro trabajo soberbio al encarnar a Jack Conrad, un actor en la vena de Douglas Fairbanks que cae en horas bajas durante su paso a las cintas sonoras. La calidad de Pitt para sostener una escena alcanza cotas intensas dentro de su rango actoral en algunas secuencias clave y la comicidad que fluye con naturalidad en sus diálogos es descacharrante. El reparto coral cuenta con una galería de personajes secundarios deslumbrantes, entre los cuales destacan la actriz Li Jun Li que le aporta elegancia y misticismo a la etérea artista Lady Fay Zhu, una figura inspirada en la actriz Anna May Wong, y el actor Jovan Adepo como el trompetista Sidney Palmer, que ve como sus sueños musicales en las producciones cinematográficas se ven truncados por los prejuicios de la época.
A nivel técnico, cada aspecto está cuidado con mimo por sus respectivos departamentos. La música de Justin Hurwitz combina las composiciones de jazz a las que nos tiene acostumbrados con partituras que rememoran las grandes bandas sonoras del Hollywood clásico. Es un trabajo hermoso y vibrante que se perfila como uno de los favoritos en la categoría de mejor banda sonora durante esta temporada de premios. El diseño de producción elaborado por Florencia Martin recrea la ciudad de Los Ángeles durante los «locos años 20» con espectacularidad y alarde creativo. Desde los inmensos decorados y platós de grabación, pasando por las mansiones crepusculares de los ídolos de la pantalla y las salas de cine de antaño, estamos ante un esfuerzo mastodóntico que impresiona en cada escena y fue acreedor de un premio Critics Choice. Un trabajo redondo.
La fotografía de Linus Sandgren usa diferentes texturas y se vale de una paleta de colores vibrantes donde resaltan los rojos y azules para componer imágenes apabullantes que permanecen en la retina y le aportan una personalidad distintiva a la cinta. La variedad de tipos de planos utilizados le agrega dinamismo a la producción, y destacan en particular, el plano secuencia que nos introduce en la fiesta inicial y un plano cenital que configura una sala de cine como un espacio infinito. El vestuario de Mary Zophres presenta una combinación de atuendos que se sitúan entre lo clásico y lo subversivo, mientras que el departamento de maquillaje y estilismo de Heba Thorisdottir cubre a los personajes en sudor, sangre, heces fecales, vómito y muestra los efectos que deja en los cuerpos el abuso de drogas. También le da un aspecto siniestro al personaje interpretado por Tobey Maguire.
En el lado negativo, encontramos que la película posee un ritmo envidiable en su primer tramo, con secuencias que se suceden a una velocidad endiablada y mucha mala baba para acompañar el tono de comedia de la propuesta, pero en su segundo acto vira de forma abrupta hacia un tono dramático y un ritmo contemplativo que desconcierta y hace que la tensión narrativa decaiga, hasta que la recupera de nuevo en el tramo final, culminando con un cierre emotivo que enaltece la magia del séptimo arte y nos recuerda su valioso legado a lo largo de la historia.
En conclusión, Babylon es una producción desbocada que apuesta por la espectacularidad y se apoya en la potente visión autoral de Damien Chazelle para brindar un festín inmersivo. No es perfecta y su narrativa presenta momentos irregulares, pero funciona como una propuesta visceral que satiriza y rescata la esencia del quehacer cinematográfico.
Ficha técnica:
Babylon (2022)
- Estados Unidos
- Duración 189 min.
- Dirección: Damien Chazelle
- Guion: Damien Chazelle
- Música: Justin Hurwitz
- Dirección de fotografía: Linus Sandgren
- Productora: Paramount Pictures, Material Pictures, Marc Platt Productions. Distribuidora: Paramount Pictures
- Género: Drama. Comedia